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En pausa la caza nipona de ballenas

Japón suspendió su anual caza de ballenas después que el buque insignia de su flota se incendió la flota se proponía cazar 860 ballenas, pero hasta el momento del incendio habían matado 508.
mié 28 febrero 2007 09:32 AM

Japón suspendió su anual caza de ballenas en el Antártico después que el buque insignia de su flota quedó incapacitado por un incendio.

El titular del instituto a cargo de la flotilla ballenera también denunció con firmeza las actividades realizadas por un grupo ambientalista para obstaculizar la caza, y dijo que los barcos fueron atacados con granadas de humo.

En el incendio del buque Nisshin Maru, hace dos semanas, murió un tripulante. La embarcación permaneció varada durante 10 días, lo que generó fuertes protestas del gobierno de Nueva Zelanda y del grupo ambientalista Greenpeace por la posibilidad de que un derrame de petróleo o de sustancias químicas pudiera afectar a las colonias de pingüinos.

''Esta es la primera vez en 20 años que hemos tenido que cancelar nuestra investigación'', manifestó Takahide Naruko, director de la División de Mares Lejanos de la Agencia de Pesca. ''Estamos muy decepcionados''.

En un principio, la flota de seis barcos había planeado continuar con la caza hasta finales de marzo, y regresar a Japón a mediados de abril. Se proponía cazar 860 ballenas, dijo Naruko. Hasta ahora había matado a 508 animales.

Naruko expresó que la causa del incendio estaba siendo investigada. Pero dijo que esperaba que el Nisshin Maru fuera reparado para la próxima temporada de caza en la región noroccidental del océano Pacífico, que comienza en mayo. La embarcación prevé cazar 350 ballenas en esa oportunidad.

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La flotilla forma parte de un programa ballenero que según Japón ofrece información científica clave a la Comisión Ballenera Internacional sobre la población de los animales, sus hábitos alimenticios y su distribución en los mares cercanos a la Antártida.

Desde hace tiempo el programa es blanco de críticas de los grupos ambientalistas, que sostienen que es utilizado por Japón como un pretexto para mantener en servicio sus embarcaciones de caza a pesar de una prohibición internacional que rige desde los años 80. Después que los investigadores completan sus estudios de las ballenas muertas, la carne es vendida en Japón como comestible.

Greenpeace y otros grupos ambientalistas consideran que se puede hacer suficiente investigación sin matar a las ballenas.

 

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