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Muere japonés por represión en Myanmar

Las protestas de los monjes budistas persisten y las fuerzas policiales han matado a 5 de ellos un fotógrafo japonés murió víctima de la represión de la junta militar que rige desde hace 45 a
jue 27 septiembre 2007 07:51 AM
Los disparons de advertencias de la policía ha causado la mu

Un fotógrafo japonés habría muerto el jueves durante la represión contra las protestas en la capital de Myanmar, dijeron autoridades de un hospital.

Posteriormente, la agencia japonesa de noticias Kyodo informó que el gobierno de Myanmar ha dicho a la embajada de Japón en Rangún que un ciudadano de esa nacionalidad murió en medio de las protestas, las más violentas contra la junta militar en 20 años.

Más temprano, un testigo había descrito a un hombre que cayó al suelo cuando la policía abrió fuego contra unos 1,000 manifestantes en las calles de Rangún, cerca de la pagoda Sule, centro de las manifestaciones encabezadas por monjes budistas.

Los generales de Myanmar ordenaron redadas el jueves por la madrugada en monasterios rebeldes para controlar las mayores protestas contra la junta militar en 20 años, mientras crecen en el mundo desesperados pedidos de calma y moderación.

Las redadas sugieren que los generales, que han vivido bajo sanciones occidentales durante años y frecuentemente ignoran las solicitudes de cambio, no estaban atendiendo al clamor diplomático un día después de que se informó sobre la muerte de cinco monjes en protestas masivas.

Más muertes parecen inevitables, mientras los monjes instaron a sus camaradas a no rendirse a través de estaciones de radio internacionales en lengua birmana y las fuerzas de seguridad preparaban barricadas con alambre de púas en las principales intersecciones de Rangún.

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Las calles de la ciudad, donde los soldados mataron a cerca de 3,000 personas en la despiadada represión al levantamiento de 1988, estaban inusualmente tranquilas el jueves.

Soldados y policías dispusieron también siete camiones de bomberos para utilizarlos como cañones de agua cerca de la Pagoda Sule, que ha sido el punto final de las grandes protestas, que ingresaron en su segunda semana.

Las redadas contra los monasterios podrían enardecer a los 56 millones de habitantes de la ex Birmania, hartos de 45 años de ininterrumpido gobierno militar y apuros económicos.

"Las puertas de los monasterios fueron rotas, saquearon cosas y luego se las llevaron", declaró un testigo. "Ver los monasterios allanados y a los monjes tratados con crueldad es como un infierno en vida", agregó.

La gente que vive cerca de los monasterios de Rangún, el reverenciado centro moral del país budista, informó que al menos 500 monjes fueron llevados en camiones del Ejército.

Los religiosos fueron retirados de los monasterios que se cree que coordinaban las marchas de protesta, expresaron los monjes, durante la segunda noche bajo toque de queda.

Varios monasterios en el remoto noreste también sufrieron redadas y los religiosos fueron detenidos. "Sólo dejaron a dos o tres monjes enfermos", sostuvo una persona que vive cerca del monasterio Ngwe Kyaryan.

Tras el más serio desafío a su autoridad desde los alzamientos de 1988, la junta militar admitió que un manifestante murió y tres resultaron heridos cuando el miércoles los soldados hicieron disparos de advertencia y lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.

Los líderes de las protestas dijeron que al menos cinco monjes habían muerto durante las manifestaciones mientras soldados y policías antimotines intentaban dispersar a la multitud que manifestaba contra la severa pobreza.

"Queremos pedir a los monjes novatos que sigan luchando pacíficamente", señaló un religioso en el servicio en birmano de la BBC. "Cinco monjes han sacrificado sus vidas por nuestra religión", agregó.

Algunos testigos dijeron que unas 100,000 personas se congregaron en las calles de Rangún el miércoles.

La indignación internacional creció el miércoles por los disparos de advertencia, los gases, y los bastonazos utilizados contra los monjes y civiles desarmados.

La secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, lo calificó de "tragedia" e instó a los generales a permitir que un enviado de la ONU visite al detenido líder prodemocrático Aung San Suu Kyi.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que mandaría al enviado especial Ibrahim Gambari al sudeste asiático con la esperanza de que los generales permitan su ingreso al país.

Sin embargo, en una muestra de sus desavenencias con la comunidad internacional en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, China descartó sanciones o una condena oficial por el uso de la fuerza.

Estados Unidos y la Unión Europea pidieron a los generales que inicien un diálogo con los líderes prodemocráticos, incluido la ganadora del Nobel Suu Kyi, y grupos étnicos minoritarios.

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