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Lugo, de obispo a presidente de Paraguay

Renunció al estado clerical en 2006 y ahora se convertirá en el nuevo líder del país sudamerica su victoria pone fin a la hegemonía de seis décadas del gobernante Partido Colorado.
lun 21 abril 2008 07:29 AM
Fernando Lugo ganó las elecciones presidenciales de Paraguay

A comienzos del 2005, el paraguayo Fernando Lugo renunció al obispado del departamento San Pedro tras declararse impotente para dar respuesta a las necesidades de una población cada vez más pobre y desplazada.

Poco después aseguraba que el cambio verdadero pasaba por la política.

El domingo, Lugo se convirtió en el presidente electo que quebró la hegemonía de seis décadas del gobernante Partido Colorado, la agrupaciones más antigua en el ejercicio del poder en el mundo, tras ganar las elecciones con cerca de un 40 por ciento de los votos.

El ex obispo ocupará el sillón del palacio de los López -sede del Gobierno- desde el 15 de agosto, representando a una coalición variopinta de partidos y movimientos sociales mezcla de liberales, socialistas y organizaciones campesinas, sindicales y estudiantiles.

Formado en la Teología de la Liberación, una corriente católica progresista, Lugo se ha cuidado de no ser vinculado a la nueva ola de gobernantes de izquierda latinoamericanos que despiertan terror entre las poderosas élites de su país.

Pero, muchos coinciden en que su llegada al poder representa un quiebre respecto a las viejas estructuras y pone fin a una complicada transición democrática que comenzó con la caída del dictador Alfredo Stroessner en 1989.

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"Lugo es el enviado de Dios que vino para salvar al Paraguay", aseveró recientemente en el Congreso el senador opositor Cándido Vera, reproduciendo el pensamiento de miles de paraguayos que lo ven como el mesías de una nación sumida en la pobreza y famosa por la corrupción y el contrabando.

Ventaja

Pese a su poca experiencia política, Lugo partió con ventaja en la campaña por pertenecer a la Iglesia Católica, una de las instituciones más creíbles y de mayor prestigio para los paraguayos, muchos de los cuales se declaran hastiados de los partidos políticos tradicionales.

"Es un poco el portavoz de los que no se sienten incluidos ni en el poder ni en la economía", dijo el economista Alvaro Caballero, analista del Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD).

Nacido hace 56 años en el seno de una familia humilde del sur del país, se ordenó sacerdote en 1977 y viajó a Ecuador para trabajar como misionero. Seis años después se trasladó a Roma y tras licenciarse en sociología regresó a Paraguay para hacerse cargo de la congregación del Verbo Divino.

En 1994, el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo de la diócesis de San Pedro, una de las regiones más pobres y conflictivas de Paraguay, cargo que ejerció por más de una década y desde el cual consolidó su liderazgo entre organizaciones sociales y campesinas.

En la Navidad del 2006 y luego de haber liderado con éxito una multitudinaria manifestación contra el presidente saliente, Nicanor Duarte Frutos, anunció que abandonaba definitivamente el estado clerical para dedicarse a la política.

La decisión irritó al Vaticano, que lo suspendió por tiempo indeterminado.

"Mientras recorríamos el país había un sentir unánime de una gran mayoría (...) La palabra casi mágica que escuchabamos era cambio, cambio, cambio. Escuchabamos que el país no podía soportar más, que la situación estaba cada mas difícil", dijo el domingo.

Sus críticos lo acusaron de estar vinculado a militantes de izquierda responsables del secuestro y asesinato de la hija del ex presidente Raúl Cubas hace poco más de tres años, pero las autoridades no encontraron indicios que lo relacionen directamente con los autores del crimen.

Al comienzo de su campaña, Lugo se declaró un abanderado de los pobres, prometió una relegada reforma agraria y renegociar los acuerdos energéticos que su país tiene con Argentina y Brasil, una iniciativa que inquietó a sus vecinos.

El domingo, Lugo tuvo como principales adversarios a la candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar, y al general retirado Lino Oviedo, en unas elecciones históricas que transcurrieron con relativa normalidad y lo llevaron finalmente al poder.

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