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Isabel Miranda, su lucha vs el secuestro

La madre de Hugo Wallace lleva tres años nadando contracorriente para encontrar a su hijo; ante la pasividad de la justicia, consiguió atrapar ella sola a algunos de los secuestradores.
jue 04 septiembre 2008 06:00 AM
“La justicia no se puede pagar, si se quiere, uno tiene que

El 11 de julio de 2005, Hugo Wallace salió con una chica. Al día siguiente, no contestaba el teléfono. Horas después hallaron su camioneta.

Su madre, la maestra y empresaria de la publicidad y la fumigación Isabel Miranda de Wallace, no tuvo dudas: su hijo estaba secuestrado. La policía nunca le hizo caso.

Esta mujer de 50 años ha dedicado los últimos tres a buscar su cadáver y a que los criminales paguen por su delito: ha visto a media docena de procuradores. Ofreció recompensas. Puso espectaculares con la foto de los criminales. Atrapó a algunos. El 9 de junio pasado atentaron, sin éxito, contra su vida.

¿Cómo supo quiénes secuestraron a su hijo?
Preguntando. Encontramos la casa donde vivía la muchacha que le presentaron a mi hijo, es Juana Hilda González Lomelí, concubina del líder de los secuestradores. Hablamos con vecinos, le dijimos a la autoridad dónde estaban. Tuve que llamar al subprocurador Santiago Vasconcelos, porque la policía del DF los dejó ir, los hicieron regresar y pudimos aprehenderlos.

¿La policía los dejó ir?
Un policía judicial vivía en la casa donde tenían a mi hijo. Me di cuenta que las cosas estaban muy mal, por eso decidí hacer algo, no podía esperar mucho de la autoridad.

¿Por qué las recompensas?
Lo que mueve a los secuestradores es el dinero, harán lo que sea por lo que no pudieron cobrar.

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¿Funciona?
Funcionó. Íbamos a entregar una recompensa a quien denunció a Brenda Quevedo Cruz, pero no quiso aceptarla.

¿Y los espectaculares?
Debíamos probar que era delincuencia organizada. Hubo quien los denunció. Hoy son procesados por cuatro secuestros, homicidio, extorsión, poseer y portar armas de fuego. Esto demuestra al gobierno que exhibir la cara de los delincuentes sí funciona.

Dicen que la justicia en México es para quien la paga, ¿por qué usted no pudo?
La justicia no se puede pagar, se tiene que trabajar. Si se quiere justicia, uno tiene que hacer el trabajo.

¿Cuál ha sido su momento más difícil?
El atentado del 9 de junio. Iba con mi nieto. Me sentí sumamente vulnerable, me dio mucho miedo perder la vida y no encontrar a mi hijo.

¿El atentado cambió su vida?
Nunca vuelves a tener la misma confianza en la calle. En tu casa te sientes vulnerable. No tengo tiempo de llevar una vida, porque mis 24 horas están dedicadas a encontrar a Hugo. Estoy viva, pero no estoy viviendo. Hace tres años es lo único que hago.

¿Se considera un ejemplo a seguir?
Sí y no. Sí, en el sentido de que estamos mal. La sociedad tiene que hacer el trabajo de las autoridades. No, porque lo que hice no se debe de hacer, pero no tuve alternativa.

¿A cuántos procuradores ha visto?
Recurrí a Bernardo Bátiz, que como procurador no era lo que el DF necesita. Con Daniel Cabeza de Vaca tuve entrevistas, pero no pasó nada importante. Con Eduardo Medina Mora y Santiago Vasconcelos se empujó más el caso. Joel Ortega fue muy útil, él se acercó y siempre estuvo dispuesto a ayudarme.

¿Qué le diría a Genaro García Luna?
Que aquí hay una mujer que hizo gran parte del trabajo de su secretaría y espero que me ayude a encontrar el cadáver de mi hijo y a su captor, Jacobo Tagle Dobin.

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