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Bush hace gira del adiós por AL

El mandatario acudirá este fin de semana al foro de los países de la APEC que se realiza en Per Bush ha fracasado en sus intentos de tener un mayor comercio con los países de América Latina.
mié 19 noviembre 2008 11:51 AM
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George W. Bush dejará la presidencia de EU el próximo 20 de

En el lugar donde empezó a tratar temas más allá del interés fronterizo (en 2002), el presidente George W. Bush terminará este fin de semana sus periplos por Latinoamérica en medio de lo que fue la característica de su política exterior: mercados abiertos, desastres económicos, políticos en crisis y guerra.

Pero, como también ha sido el matiz de sus ocho años de gobierno, Bush habrá logrado parcialmente el éxito en lo que se propuso dejando para el futuro la eventualidad de ver plasmado sus proyectos.

Bush llegará a Lima el viernes 21 de noviembre en busca de convencer a las autoridades del Foro Asia-Pacífico para la Cooperación Económica (APEC) para que lo ayuden en un plan de rescate al sistema financiero mundial, en una crisis que para muchos se origina en su política de promover mercados con ausencia casi total de regulaciones.

En marzo de 2002, el presidente estadounidense estuvo en Lima, su primera salida a un país latinoamericano después de México, y vino entonces en medio de una crisis de seguridad global por el terrorismo para hablar de comercio libre con Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

La renovación de las preferencias comerciales para esas cuatro naciones andinas, un proceso que tenía por entonces dificultades en el Congreso, fue la prioridad de su viaje. La meta se cumplió semanas más tarde con una ampliación por cinco años en los acuerdos, generando un ciclo de zozobra para esos países ante la necesidad de nuevas extensiones.

Su promoción de mercados libres, pese a sus grandes tropiezos con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los países del Mercosur, tienen logros que mostrar en la región: ha suscrito acuerdos de libre comercio con más de la mitad de naciones latinoamericanas: Chile, cinco países de Centroamérica y uno del Caribe, así como Perú, Colombia y Panamá.

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Pero también se llevará algo que no le llenará de orgullo: el fracaso de convertir a las Américas en un solo mercado a través del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), una iniciativa mencionada por primera vez por su padre, el presidente George H.W. Bush a comienzos de los 90.

Al llegar Bush a la Casa Blanca en enero de 2001 ya había encontrado en funciones al presidente Hugo Chávez, de Venezuela.

Criticado por miembros de la oposición demócrata en el Congreso por su falta de diálogo, reducción de ayuda humanitaria y abandono de interés por Latinoamérica, Bush dejará también el cargo cuando Estados Unidos no tiene embajadores en Venezuela y Bolivia, de donde fueron expulsados acusados de presunta injerencia.

Un alto funcionario estadounidense del Departamento de Estado dijo en una ocasión que Bush había tratado de hacer del presidente Alejandro Toledo, a quien encontró en su primera visita a Lima, un poderoso líder internacional. Lo mismo sucedió con el presidente Bill Clinton, que trató de apuntalar al presidente mexicano Vicente Fox.

Toledo acababa de asumir la presidencia después de un azaroso periodo de transición política en Perú tras la renuncia y fuga del presidente Alberto Fujimori. Pero, a diferencia de Fox quien tenía poco interés en esa propuesta y poco carisma, Toledo fue pronto el desencanto de Washington con un gobierno impopular y plagado de corrupción y escándalos.

Toledo, sin embargo, supo sostener durante su gobierno una firme política económica sobre las bases de estabilización que creó la ahora vapuleada administración del presidente Alberto Fujimori, quien está preso acusado de violaciones contra los derechos humanos.

En medio de esos precedentes, Bush retorna ahora a Lima en su último viaje internacional como presidente. Tendrá esta vez como interlocutor al presidente Alan García, cuyo primer gobierno en los 80 fue considerado como uno de los peores de la historia nacional, pero que internacionalmente es visto como uno de los mejores de la región en funciones: espera un crecimiento económico para 2009 del 9%, el más alto de Latinoamérica.

García, a diferencia de entonces, ha abandonado sus políticas izquierdistas y convertido en gestor de programas económicos abiertos, con participación gravitante de la iniciativa privada a la cual hostilizó hace más de dos décadas.

Si algún mérito tendrá esta vez la visita de Bush sería el anuncio que espera hacer al lado de García de que el tratado de libre comercio (TLC) entrará en vigencia a partir del 1 de enero, después de tres años de negociaciones y un año de espera.

Pero, como en su primer viaje, con Bush estará también presente la promesa incierta de que habrá nuevas aperturas económicas en el futuro inmediato: le volverá a decir al presidente colombiano Álvaro Uribe, uno de los asistentes y su más firme aliado, que el TLC con Estados Unidos "será aprobado" tarde o temprano por el Congreso de Washington.

Lo mismo le dirá a los líderes de APEC sobre el viejo proyecto de un área de libre comercio del Asia-Pacífico y sobre las posibilidades de disipación de la actual tormenta financiera global.

Pero, Bush no podrá librarse de políticos en crisis. Al igual que Toledo, García tiene los mismos problemas: está al frente de una gestión que apenas logra el apoyo de un 19% de sus compatriotas, no se ha librado de los escándalos, del desencanto público y tampoco la corrupción.

En su primer viaje al exterior, en febrero de 2001, Bush visitó México en su intento de demostrar que su prédica de hacer de Latinoamérica la prioridad de su gobierno era firme. Siete viajes más tarde por Centroamérica y Sudamérica, esa promesa ha sido incumplida y el propio Bush llega en una crisis de popularidad.

En México, en febrero de 2001, Fox le presentó una lista de peticiones extremas que incluían el libre flujo de personas por la frontera. Si bien Bush las estudió por siete meses después no sólo las abandonó con los ataques terroristas sino que se olvidó de Fox, amuralló la frontera y emprendió una campaña por la seguridad global con guerras en Afganistán e Irak.

Cuando Bush deje la Casa Blanca el 20 de enero, lo hará sabiendo que algo de lo que quiso lo hizo. Pero mucho de lo que no pudo dependerá de otros y del futuro.

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