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México busca respaldo antidroga en Obama

La preocupación por derechos humanos y corrupción podrían empañar la ayuda de EU a México; ya fueron entregados 197 mdd para la lucha vs el narco, los 203 restantes estarán sujetos a pru
sáb 06 diciembre 2008 06:00 AM
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Se espera que Obama firme un paquete de gasto multinanual po

El dinero ha comenzado a fluir tras años de resistencia política tanto en Estados Unidos como en México, y Washington entregó finalmente la primera parte de un paquete de ayuda por 400 millones de dólares para respaldar al gobierno mexicano en su combate al narcotráfico.

La ceremonia de entrega de los primeros fondos, 197 millones del total de 400, se llevó a cabo el 3 de diciembre en la Ciudad de México. El resto será entregado en etapas.

La primera parte de este paquete llega en un momento crítico: el número de muertos a causa de la violencia generada por el tráfico de estupefacientes ha superado los 4,000 en lo que va de año, y aunque la mayoría de los cadáveres han aparecido al sur de la frontera entre ambos países, los homicidios y secuestros relacionados con este tráfico han salpicado también la zona fronteriza de Estados Unidos.

Empero, siguen en pie muchas incógnitas sobre la dirección que está tomando la guerra contra el narcotráfico, y tanto México como Colombia, donde es producida el 90% de la cocaína destinada a Estados Unidos, temen verse maniatadas por las preocupaciones del presidente electo Barack Obama en torno a las violaciones a los derechos humanos y la corrupción en estos países.

"Si Estados Unidos nos despoja de esos recursos, ¿qué haremos? ¿De dónde saldrán?", preguntó el ex presidente colombiano Andrés Pastrana en una entrevista. Pastrana colaboró con el entonces presidente estadounidense Bill Clinton para lanzar el Plan Colombia, que ha destinado más de 6,000 millones de dólares en ayuda estadounidense desde el 2000 para combatir el narcotráfico y a los insurgentes izquierdistas.

La ayuda a México, que no incluye aportaciones en metálico, costeará helicópteros y aviones de reconocimiento, pertrechos para realizar inspecciones en los aeropuertos y software para el seguimiento de casos. Además, respaldará las gestiones mexicanas para eliminar la corrupción en la policía, mejorar el sistema judicial y proteger a los testigos.

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Sin embargo, la mayor parte irá a parar a los mismos militares cuyos soldados torturaron, violaron y mataron a civiles inocentes en su lucha contra los carteles, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, y fuerzas policiales notoriamente corruptas.

El presidente Felipe Calderón reconoció que más de la mitad de la policía estatal y municipal no es de fiar, y la federal rezuma agentes corruptos.

El gobierno estadounidense respaldó a Calderón y no anunció cambio alguno en la cooperación con las operaciones encubiertas mexicanas. Pero Anthony Plácido, director de los servicios de espionaje de la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés), reconoció los peligros.

"La labor policial en cualquier parte del mundo, y ciertamente en México, puede ser peligrosa", dijo Plácido en octubre al preguntársele si la corrupción mexicana puso en peligro a los agentes estadounidenses. "¿Es peligrosa? Desde luego".

Después que los legisladores de ambos países aprobaron los fondos a mediados de año, México anunció públicamente la Operación Casa Limpia, en la que cayeron más de 10 mandos policiales, incluyendo el ex jefe de la lucha contra el narcotráfico, que presuntamente pasaba información al cartel de Sinaloa.

Colombia ha hecho igualmente limpieza en sus organismos: Una semana antes de la elección de Obama, el presidente Álvaro Uribe cesó a 20 mandos, incluyendo tres generales y cuatro coroneles, por negligencia. El 4 de noviembre dimitió el jefe del ejército. Uribe revirtió además su resistencia a la supervisión de la ONU, y dijo que asignará a un defensor de los derechos humanos a cada batallón.

"Estados Unidos es un aliado muy importante", dijo el jefe de las fuerzas armadas colombianas, el general Freddy Padilla, a la AP. "Pero es un aliado que no aporta ayuda y respaldo a ciegas".

Colombia prácticamente no pone limitaciones a la ayuda estadounidense, y permite a los soldados y agentes antidrogas estadounidenses operar libremente en su territorio.

Sin embargo, los mexicanos siempre se han quejado de las secuelas que implica la ayuda militar norteamericana.

El gobierno de Calderón se opuso a las limitaciones propuestas por los legisladores estadounidenses por las violaciones a los derechos humanos en México, y a la postre el Congreso en Washington abandonó la mayor parte de las limitaciones que deseaba imponer.

El dinero sigue llegando con algunas limitaciones: El último 15% de la suma no será entregado hasta que el Departamento de Estado informe al Congreso estadounidense que México ha satisfecho el respeto a los derechos humanos y los objetivos contra la corrupción policial.

Mientras tanto, el 15% de las fuerzas armadas colombianas no tienen acceso a la ayuda estadounidense de acuerdo con una ley que descalifica a cualquier unidad sospechosa de abusar gravemente de los derechos humanos. Otras tres unidades del ejército perdieron esa facultad el mes pasado, justo cuando Uribe comenzó a pulir su imagen, consciente de las preocupaciones expresadas por Obama en torno al historial colombiano en el campo de los derechos humanos.

Washington no ha retrocedido un solo paso en su respaldo a la lucha de Calderón contra el narcotráfico, incluso cuando miembros de su gabinete de seguridad cayeron en un escándalo de corrupción. Obama dijo igualmente que América Central debería recibir más de los 65 millones de dólares en ayuda que recibe dentro de la Iniciativa Mérida. Y prometió además su pleno respaldo a la lucha de Uribe contra la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que mantiene su insurgencia con los beneficios de la cocaína.

Pero en medio de todos los cambios en Washington, Estados Unidos ha vuelto a examinar detenidamente la forma en que libra su guerra contra el narcotráfico.

Los gobernantes mexicanos y colombianos han criticado desde hace tiempo a Estados Unidos por no hacer lo suficiente para reducir la demanda interna y detener el flujo ilegal de armas en sus fronteras. La Brookings Institution estima que unas 2,000 armas de fuego entran cada día a México procedentes de Estados Unidos. Obama prometió encarar ambos problemas.

"Estados Unidos debe perseguir el flujo de armas, el dinero en masa y los vehículos robados que fluyen de norte a sur en nuestra frontera meridional", dijo a la AP el asesor de Obama para América Latina, Dan Restrepo. "Es responsabilidad nuestra hacer mucho más de lo que hacemos para suprimir esos flujos".

La naturaleza mayormente militar de la ayuda estadounidense contra el narcotráfico está siendo igualmente examinada. El mes pasado, el brazo investigador del Congreso informó que el Plan Colombia no ha logrado su objetivo de reducir a la mitad la producción de narcóticos en ese país, y el cultivo de la coca aumentó un 27% el año pasado. El vicepresidente electo Joe Biden encargó el informe como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

El Congreso de mayoría demócrata ha canalizado ya más de 100 millones de dólares de la ayuda a Colombia a objetivos no militares, como fortalecer el sistema judicial y la atención a los refugiados.

Ello preocupa a los militares colombianos, que casi se han duplicado durante el mandato de Uribe y trabajan en estrecha colaboración con las fuerzas armadas estadounidenses.

"Sería un error privar de ayuda a un gobierno de clara convicción democrática y a un ejército que es infinitamente respetado por el pueblo colombiano", dijo Padilla.

Pero Obama ha sostenido que solamente un enfoque regional y multilateral puede disuadir a los carteles empeñados en lisiar a los gobiernos mediante la corrupción y la intimidación.

"Ha llegado el momento de trabajar juntos para encontrar las mejores prácticas que den resultados en el hemisferio, y para adecuar los enfoques a cada país", dijo Obama en un discurso electoral sobre América Latina.

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