La herencia de Colosio
Luis Donaldo Colosio Riojas no es un joven fácil de catalogar. Lo primero que enseña de sí mismo es una desconcertante seriedad. Su hermana Mariana nos advierte que Luis procura cubrirse con "una barrera muy seria" que sólo abre cuando entra en confianza.
Una vez que se ha derrumbado esa coraza, el adusto Luis Donaldo pasa de la mueca formal a la franca sonrisa casi con la misma facilidad como ríe a mandíbula batiente, camina con la cabeza erguida y manifiesta contundentemente sus opiniones: "Lo que la gente percibe de mí con apenas verme es que pudiera ser reservado. Y sí lo soy. Siempre trato de pensar muy bien antes de decir cualquier cosa".
Y es que desde hace 15 años, con el asesinato de su padre Luis Donaldo, el 23 de marzo de 1994, y la muerte, ocho meses después, de su madre Diana Laura, el 18 de noviembre, este muchacho ha tenido que madurar a contracorriente y sobrellevar el peso de ser el hijo del ex candidato priista.
En el 2003, cuando Luis Donaldo cumplió los 18 años, hizo pública una carta dirigida al periodista Julio Scherer García. Ahí describió que le pesaba mucho que las personas lo miraran con una "amabilidad muy cariñosa" por ser el hijo del malogrado candidato presidencial del PRI. Ahora, al preguntarle si observa las mismas miradas contesta: "Sí, las sigo viendo, es algo que no va a cambiar hasta que yo lo cambie.