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Fujimori, condenado a 25 años de prisión

El ex presidente de Perú fue encontrado culpable de abusos contra los derechos humanos; la hija del mandatario dijo que si gana los comicios presidenciales del país indultará a su padre.
mar 07 abril 2009 12:37 PM
El ex presidente enfrentará 25 años de condena. (Foto: Reuters)
Fujimori

El grito de "!soy inocente!" no le bastó al ex presidente peruano Alberto Fujimori, de 70 años, para convencer a los jueces que le sentenciaron este martes a 25 años de prisión por cargos de abusos a los derechos humanos.

Con el fallo, Fujimori sufrió la mayor derrota de su controvertida y calculadora vida, aunque al mismo tiempo estará desde ahora aferrado al incierto destino político de su apellido como la única puerta hacia la libertad.

El ex presidente Alberto Fujimori dijo que interpondrá un "recurso de nulidad" tras escuchar la sentencia que lo condena a prisión.
Los fiscales han solicitado 30 años de prisión para Fujimori por los cargos de lesiones graves, homicidio calificado y secuestro bajo la modalidad de "autor mediato" o de ejercer el "dominio" sobre el escuadrón militar que ultimó a las víctimas por supuestamente ser guerrilleros.

El tribunal concluyó que "está probado que por ello protegió tanto a Montesinos Torres como al general (jefe de las fuerzas armadas, Nicolás) Hermoza Ríos, e incluso a los ejecutores materiales a quienes se les concedió amnistía".

Su hija Keiko Fujimori, voceada candidata presidencial para los comicios del 2011 y que lidera las intenciones de voto, ha afirmado que, si sale elegida, podría indultar a su padre.

"Muy grande es mi indignación de escuchar un fallo lleno de odio y de venganza", dijo a periodistas la hija de Fujimori a su salida del tribunal.

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"Quiero decirles que obviamente el fujimorismo no se va a quedar de brazos cruzados, vamos a salir a las calles a expresar nuestro apoyo abierto al mejor presidente que ha tenido este país, al presidente que salvó del terrorismo a nuestro país", agregó la legisladora.

Fujimori siempre transitó en medio de tormentas y tempestades hasta que su Gobierno se derrumbó en el 2000 tras estallar un gran escándalo de corrupción, que deshilvanó el aparato de poder que había armado con su mano derecha y ex jefe de espías, Vladimiro Montesinos, según analistas.

Matemático de profesión, Fujimori apareció en la escena política como un "tsunami" al ganar sorpresivamente al laureado escritor Mario Vargas Llosa las elecciones presidenciales de 1990, con un inédito lema: "honradez, tecnología y trabajo".

Cinco años después, en 1995, derrotó en las urnas a otro peruano ilustre, el ex secretario general de la ONU Javier Pérez de Cuellar, y accedió a un tercer mandato en 2000 en unos comicios plagados de denuncias de fraude.

"Jamás he navegado en aguas tranquilas", dijo Fujimori en una entrevista antes de huir a Japón acorralado por el caso de corrupción y enviar desde allí su renuncia por fax.

Años de gloria

Hijo de un sastre, Fujimori vivió una infancia humilde en un barrio obrero de Lima, estudió en un colegio fiscal y destacó como alumno y luego como profesor universitario, cargo que le permitió descubrir, según dijo, "cuán sucia es la política".

Para muchos, la personalidad de Fujimori estuvo rodeada de misterio durante su mandato, abonado por su cercanía a Montesinos quien tenía el verdadero poder bajo el trono.

En 1992, su Gobierno dio un giro inesperado al anunciar el cierre del Congreso y del Poder Judicial con el apoyo de los militares -que sacaron tanques a la calles-, alegando que le rechazaban leyes para enfrentar y vencer a la guerrilla izquierdista y para dar estabilidad a la economía del país.

Ese año logró la "captura del siglo": la del rebelde más buscado de Perú y líder del grupo maoísta Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, que mantuvo en vilo al país por muchos años.

Los peruanos reconocen a Fujimori, quien nació un 28 de julio -el mismo día de la Independencia de Perú-, haber derrotado a la guerrilla y dar estabilidad económica a país.

Sus opositores recuerdan el llamado "Fujishock", un duro paquete de medidas económicas que estremeció a Perú para reducir una hiperinflación de 7,500% anual.

En 1997 lo llamaron "héroe", luego que logró el rescate de 71 rehenes que permanecieron por 126 días secuestrados por 14 rebeldes adolescentes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en la residencia del embajador de Japón en Lima.

En esa oportunidad, Fujimori se lució en televisión recorriendo los pasillos de la sede diplomática, entre cadáveres de guerrilleros, en actitud triunfal por la exitosa pero sangrienta operación de rescate.

Era uno de los momentos más altos de su popularidad y que se coronó en 1998 luego de que Perú y Ecuador firmaran un acuerdo de paz tras enfrentarse en 1995 en una guerra no declarada, poniendo fin a décadas de disputas territoriales.

La caída

Pero a Fujimori, a quien en Perú llaman "chino" por sus rasgos orientales, se le apagó la buena estrella en el 2000 luego de que opositores difundieron un video en la que se vio a Montesinos entregando dinero a un legislador a cambio de apoyo para el Gobierno del ex mandatario en el Congreso.

Al video le sucedieron miles de otras cintas con políticos, empresarios, militares, jueces y dueños de medios de comunicación, que destaparon una red de corrupción montada por Montesinos, hoy preso por hasta 20 años en una base naval.

Con el destape, Fujimori se vio forzado a cortar su mandato. Si hubiera terminado su tercer quinquenio habría sido el gobernante constitucional de más duración en la región.

Tras huir a Japón, donde gozó de su doble nacionalidad para evitar a la justicia peruana, Fujimori viajó sorpresivamente a Chile el 2005 y dos años después fue extraditado a Perú gracias a otro histórico fallo de un país latinoamericano.

Estando en Chile, donde vivió en una exclusiva residencia con piscina y campo de golf, el ex mandatario postuló sin éxito para senador en Japón, país donde nacieron sus padres.

Fujimori pagará ahora sus culpas tras 19 años de las matanzas de Barrios Altos y la Universidad La Cantuta en la sede policial donde está recluido, a la espera del inicio de otros juicios, ligados principalmente a casos de corrupción.

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