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Soy mexicano y vivo en China

La yucateca Minneth B. Medina y sus compañeras de casa permanecieron aisladas por ser mexicanas; la becada por las autoridades de México asegura que no sufrió maltrato y sentirse tranquila.
mar 12 mayo 2009 06:04 AM
La doctora Nancy (i) entrega a Minneth (chamarra blanca), y a Berenice (vestido blanco) su roomate, la constancia de que están sanas al término de la cuarentena. Como muestra de buena voluntad, el personal médico se quitó los trajes especiales. (Foto: Cor
Minneth-influenza-china (Foto: Cortesía Minneth B. Medina García)

El 7 de mayo terminó el periodo de 5 días que estuvimos recluidas como parte de las medidas tomadas por el gobierno chino para proteger a su población de la Influenza tipo A (H1N1), que se manifiesta por medio de fiebre y dolores de cabeza, entre otros síntomas. Nosotras somos tres mexicanas que formamos parte de un programa de jóvenes profesionistas becados por parte del gobierno de México con recursos federales y estatales, para estudiar el idioma chino y desarrollar un proyecto de investigación comercial, entre empresas mexicanas y de este país.

Llevamos ya casi dos años de estancia en China, por lo que podemos hablar de cómo es la vida en este país socialista, cuya población es la más grande a nivel mundial.

Las tres vivimos juntas en un departamento, y el pasado 30 de abril, una de nuestras compañeras arribó a la ciudad de Shanghai, en el vuelo de Aeroméxico AM98, proveniente de la ciudad de Tijuana.

Mucho temíamos cómo iba a ser su recibimiento, dadas las medidas de seguridad que sabíamos estaba tomando el gobierno chino para evitar la propagación del virus de la influenza, que se estaba desarrollando en México, cobrando vidas y expandiéndose a varios países.

Ella llegó sin más contratiempos que una revisión en el avión con un escáner para medir la temperatura y de donde salió sin señal alguna de estar infectada. Se sabe que esta tecnología fue adquirida por el gobierno chino con el propósito de evitar que ingresen al país personas posiblemente infectadas, identificando desde un principio posibles portadores del virus.

El viernes primero de mayo pasó sin contratiempos, solamente un par de llamadas de parte del gobierno chino preguntando sobre su estado de salud.

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Para el sábado 2, aproximadamente a las 6:30 de la mañana, llegaron a nuestro departamento un grupo de especialistas, doctores vestidos con equipo especial, solicitándole a nuestra compañera que los acompañara, puesto que se había dado la noticia de un presunto caso de infección del virus en un pasajero del mismo vuelo en el que ella había llegado. Este mexicano se encontraba ya en la ciudad de Hong Kong bajo cuidado médico, y se estaba localizando a todos los pasajeros para hacerles pruebas y tenerlos en cuarentena.

En cuanto a mi otra compañera y yo, al haber estado en contacto directo con ella, tendríamos que permanecer también bajo vigilancia médica. Se nos indicó que permaneceríamos en nuestro departamento, primero dos días, bajo las mismas condiciones de cuarentena que los pasajeros del avión, y en caso de presentar síntomas seríamos atendidas de inmediato.

De primera impresión todo sonó muy desconcertante, pero también entendible dado que China ha tenido en años pasados experiencias con epidemias virales de este tipo, como el SARS, que no solamente cobró vidas en Asia y otras partes del mundo, sino que además afectó por meses, y de manera sensible,  su economía.

Por tanto y colaborando con lo que se nos pedía, mi compañera de forma relajada y hasta con cierta gracia, hizo su maleta previendo que estaría en un hotel en observación por 7 días aproximadamente, según le indicaron. En ese mismo instante nos dejaron los datos del hotel donde ella sería llevada, así como los teléfonos del mismo, para poder tener contacto, y asegurarnos que se encontraba bien. De tal forma, fue trasladada en una ambulancia hacia el lugar designado.

Lo siguiente fue darnos a las personas que nos encontrábamos en el departamento instrucciones para pasar una cuarentena de igual tiempo que nuestra compañera, pero en nuestra casa. Se nos pidió no salir, no estar en contacto con otras personas y medirnos la temperatura, entre otras cosas.

Los especialistas desinfectaron todo el departamento, fumigando, no sabría decir con qué sustancia; descontaminando todos los cuartos; prepararon agua para lavar trastes y desinfectar utensilios.

Asimismo nos fueron proporcionados cubrebocas y unas pastillas, Oseltamivir phosphate, para tomarlas durante dos días. Se nos indicó que tendríamos a nuestra disposición ayuda en caso de requerir cualquier cosa, se nos dotó de víveres así como de una guardia permanente para asegurarse que no saldríamos, y que no nos hiciera falta nada.

Sabemos que China es de los países que actualmente tienen la tecnología y los medicamentos adecuados para tratar estos brotes epidemiológicos, por lo que nos sentimos seguras con lo que nos estaban proporcionando.

La estancia se prolongó por tres días más, en los que sólo recibimos atenciones y tratos cordiales por parte de las autoridades chinas. La embajada mexicana sólo nos llamó al principio de la cuarentena, después, no hubo contacto con nosotras, aunque nuestra compañera en el hotel fue asistida a diario por el gobierno de nuestro país.

Durante los cinco días recibimos toda la atención necesaria, fuimos provistas de huevo, leche, jugo, frutas, verduras, y en general todos los víveres necesarios para tener una estancia tranquila. Hasta nos trajeron coca cola cuando lo pedimos.

Nos revisaban la temperatura dos veces al día, y en ningún momento nos trataron mal o con menosprecio; se nos enseñó a lavarnos las manos, a prevenir contagios, a desinfectar alimentos y enseres.

De lo único que podríamos quejarnos es del hecho que no pudimos salir en ese lapso - pese a no presentar síntomas - hasta que el gobierno chino levantó la cuarentena. Nos molestamos por esa situación, SÍ, pero no podemos quejarnos de haber sido maltratadas o discriminadas.

A mi compañera, quien aún estuvo en un hotel de 5 estrellas en la ciudad de Shanghai, tampoco le faltó atención: le dieron alimento y lo que requirió para estar cómoda. Todo esto, mientras se comprobó que no presentara síntomas y que las autoridades chinas consideraron que podía reincorporarse a sus actividades.

La única diferencia fue que a ella no le dieron medicamentos, pues le dijeron que querían controlar la enfermedad si presentaba síntomas, para estudiarla.

Cabe mencionar que en todo momento las autoridades mexicanas en China, tuvieron conocimiento de nuestro caso, y se mantuvieron en comunicación con nosotras. Y fue por medio de ellos también, que se le hizo llegar a mi compañera su laptop hasta el hotel donde se encontraba, para que pudiera estar en contacto con sus familiares y amigos, y enterarse de todo lo que pasaba Nunca se le negó atención, las instalaciones donde estuvo son de las mejores y los servicios también. El consulado mexicano le llevó alimento como frutas, cereal, pan, leche y vitamina C.

En cuanto a la universidad donde tomamos clases de Chino de Negocios, en un grupo especial para mexicanos, se les informó de la situación, y una de nuestras maestras responsables del grupo de mexicanos, se mantuvo en contacto con nosotros, y veló porque no nos hiciera falta nada y que fuéramos atendidas.

La universidad suspendió las clases hasta este lunes 11 de mayo, cuando todo volvió a la normalidad. Platicamos en clase sobre nuestras experiencias, y tenemos la promesa de reponer la semana perdida y terminar el curso conforme  a los temas planeados.

Me es importante mencionar que las autoridades chinas actuaron con mucha responsabilidad, velando por la salud de toda su población y en ningún momento me sentí agredida por ellos; al contrario, han demostrado tener la capacidad de reacción ante una amenaza tal como esta enfermedad mundial, estando preparados con especialistas, medicamentos y toda la tecnología y logística para hacerlo, de tal forma que nadie se vea perjudicado.

Podría verse como exagerada toda esta respuesta, pero a mi parecer es lo necesariamente estricta como para no permitir una propagación de la epidemia.

Lamentablemente mucho se ha hablado de que se nos ha tratado a los mexicanos con discriminación. Yo no lo considero así, y dada mi experiencia de 5 días bajo observación, se me trató con respeto, con cuidado y muchas atenciones. Quizá quienes no conocen las costumbres y la vida en China, vean todas estas medidas como exageradas o hasta discriminatorias, pero es una nación que está preocupada por la salud de su población de la cual deberíamos tomar el ejemplo, estando preparados para tales contingencias.

El no entender el idioma, el no estar familiarizado con su comida o con su forma de ser, no debe entenderse como malos tratos o discriminación, ya que se entiende que ellos con sus recursos y sus mejores intenciones están velando por sus ciudadanos y también por nosotros, los mexicanos en China, a quienes quizá en otro país no se nos daría la atención medica y cuidado que se nos dio aquí. Cabe mencionar que las personas que estuvieron al pendiente en todo momento de nosotros nos hablaron en un perfecto inglés, explicándonos cada una de las medidas tomadas, y dando razones del por qué de las cosas. Esto en mi particular punto de vista, denota su esfuerzo por ser en todo momento atentos y causar un ambiente de cordialidad.

Es una pena que los medios de comunicación y muchos mexicanos sólo estén viendo el lado negativo de la situación, ya que solamente se están dañando las relaciones México-China, cayendo en el amarillismo, y dejándose llevar por la falta de información. Yo puedo hablar solamente de mi experiencia: que en dos años en este país con gente cálida, amables y leales, han demostrado su compañerismo y su preocupación por la saludad de su gente, tomando medidas que cualquier nación tomaría en estos casos.

Asimismo puedo decir que las personas chinas con las que tengo contacto, amigos y maestros, estuvieron al pendiente de mí, de mis compañeros y mi familia en México, preocupados por los acontecimientos que se están dando entre ambos países.

Pero deberíamos preguntarnos, ¿México está realmente preparado como lo está China para estos casos de emergencia; tendría la capacidad de reacción que ha tenido China; tendría los medios, los medicamentos y los recursos para controlar la epidemia? Se ha demostrado que no, puesto que a la población mexicana sólo se le pidió no salir de sus casas, usar tapabocas y no se le proveyó de medicamentos para evitar contagios, o información suficiente para cuidarse uno mismo.

Considero que no se deben tomar represalias contra ninguna nación que ha tomado medidas de seguridad para cuidar a su población, ya que México estaría en su derecho de reaccionar de igual forma.

Ahora nos toca como mexicanos el tratar de cambiar la mala imagen que se ha generado de nuestro país, el no dejar que relaciones políticas, diplomáticas y de amistad se dañen por malos entendidos e incomprensión, daños que se ven reflejados también en la economía.

No debemos olvidar que Asia es hoy uno de los mercados más grandes, y con una gran influencia sobre otras naciones, por lo que debemos trabajar para que las buenas relaciones que caracterizaban a México y China prevalezcan.

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