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Honduras elige presidente

Los hondureños acudieron a las urnas cinco meses después del golpe de Estado; simpatizantes del depuesto mandatario Manuel Zelaya chocaron con policías en San Pedro Sula.
dom 29 noviembre 2009 06:24 PM
Los comicios en Honduras son considerados ilegítimos por la mayor parte de América Latina. (Foto: Notimex)
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Los hondureños votaron el domingo para elegir nuevo presidente cinco meses después del golpe de Estado que hundió al país en una aguda crisis política, en comicios considerados ilegítimos por la mayor parte de América Latina pero respaldados por Estados Unidos.

En un ambiente caldeado, simpatizantes del depuesto mandatario Manuel Zelaya, que llamó a desconocer las elecciones, chocaron con policías en la norteña ciudad de San Pedro Sula, y fueron reprimidos con gases lacrimógenos.

Honduras quedó dividida luego de que Zelaya fuera sacado del poder a fines de junio por sus supuestos intentos de abrir el camino a la reelección, la gota que para opositores y sus mismos correligionarios rebasó el vaso tras haberse aliado con el presidente venezolano, el izquierdista Hugo Chávez.

El golpe despertó manifestaciones, atentados menores y la condena de casi toda la comunidad internacional, que durante meses intentó sin éxito convencer al Gobierno de facto de restituir a Zelaya para darle legitimidad a los comicios, que habían sido convocados antes de su derrocamiento.

Bajo la vigilancia de militares con armas automáticas, la afluencia de votantes en las casillas fue normal según testigos de Reuters, similar a las elecciones del 2005, cuando votó un 55% de los habilitados.

El Tribunal Supremo Electoral cerró los centros de votación a las 17:00 hora local (23:00 GMT) y prometió divulgar dos horas después los primeros resultados de la contienda, en la que se perfila como favorito Porfirio Lobo, un diputado derechista de 61 años que hizo fortuna como hacendado.

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El Gobierno de facto apuesta a las elecciones para dejar atrás la crisis desatada por el golpe y pide el reconocimiento de los resultados, mientras que gran parte de la comunidad internacional amenaza con desconocer al ganador.

Washington condenó el golpe, pero últimamente suavizó su postura al avalar los comicios y pareció dispuesto a reconocer al ganador, aunque dijo que seguirá pugnando por Zelaya.

Obama busca mejorar sus lazos con la región, pero se arriesga a aislarse de países como Brasil y Argentina, que aseguran que respaldar los resultados de una elección organizada por Micheletti no es correcto y que eso sería concederle una victoria a los líderes del golpe.

Los gobiernos de Venezuela, Uruguay, El Salvador y Nicaragua tampoco se mostraron dispuestos a reconocer al vencedor de las elecciones.

"En Honduras se pretende llevar adelante un acto eleccionario que es absolutamente ilegal, que el Gobierno uruguayo no va a reconocer porque surge de una decisión ilegal tomada de un Gobierno de facto", dijo el domingo el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, tras votar para elegir a su sucesor.

El reconocimiento internacional es clave para Honduras, uno de los países más pobres de América, para acceder a cientos de millones de dólares de asistencia de organismos multilaterales, columna vertebral de sus planes sociales.

"Esperamos que los gobiernos del mundo entiendan que nosotros somos hombres y mujeres que queremos vivir en democracia", pidió el presidente de facto, Roberto Micheletti, después de exhortar a los hondureños a votar.

Pero ni la Organización de Estados Americanos (OEA), ni la Unión Europea ni el Centro Carter mandaron observadores para los comicios. Sólo funcionarios de la embajada estadounidense recorrieron algunos centros de votación sin hacer comentarios.

¿Crisis queda atrás?

El depuesto presidente acusa al Gobierno de Obama de haberlo abandonado.

Zelaya, cuyo panorama es incierto, está refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa desde el 21 de septiembre y, si sale, el Gobierno de facto amenaza con arrestarlo bajo cargos de haber violado la Constitución por tratar de realizar una consulta popular que abriría paso a la reelección.

Tanto el candidato favorito Lobo, del Partido Nacional, como su contendiente Elvin Santos, del Partido Liberal de Zelaya, dijeron que la restitución del depuesto mandatario la debe decidir el Congreso y que las elecciones son válidas.

Sin embargo, Zelaya dijo a Reuters la tarde del domingo que no aceptará su restitución después de las elecciones.

"Sería legitimar el golpe de Estado (...) Habíamos hecho un acuerdo nacional para que se desarrollara una votación antes de las elecciones", sostuvo.

Muchos votantes, hartos de la crisis, llegaron a las urnas -en las que también se definirán alcaldes y congresistas- con la esperanza de que la inestabilidad quede atrás.

"Lo primero es que nos reconozcan y que a nivel mundial nos acepten ya otra vez como país", deseó Mario Aguilera, un empleado administrativo de 27 años recordando que el país fue suspendido de la OEA poco después del golpe, también condenado por Naciones Unidas.

Automóviles con banderas azules y blancas, del Partido Nacional, o con banderas rojas y blancas del Partido Liberal, circularon todo el día por diferentes zonas de la capital.

Algunos partidarios de Zelaya incluso desoyeron el llamado del depuesto mandatario de boicotear las elecciones.

"Yo estoy con 'Mel' Zelaya, pero fui a votar por el Partido Liberal para que no nos gane 'Pepe' Lobo, y porque ya en todo caso varios países han dicho que van a reconocer las elecciones, entre ellos Estados Unidos", dijo resignado Orlando Pereira, un funcionario de gobierno de 51 años.

Pero, para el mandatario venezolano, y cercano aliado de Zelaya, el proceso es una "farsa electoral".

"No puede tener otro nombre que farsa, lo que a todas luces es la segunda etapa de un golpe de Estado", escribió Chávez en una columna de opinión publicada el domingo por la prensa estatal.

En un caldeado ambiente, en los días previos varios artefactos explosivos detonaron en escuelas previstas como centros de votación, principalmente en San Pedro Sula, centro industrial del país, y en una emisora de radio en Tegucigalpa.

El próximo Gobierno tendrá el desafío de remontar una economía hecha trizas primero por el impacto de la crisis global originada en Estados Unidos -el principal socio comercial de Honduras- y luego por la crisis política, que provocó la cancelación casi total de la ayuda internacional.

 

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