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Atención Santa: lee tu carta con cuidado

La revista Quo saca a la luz qué hay detrás de las cartas que los niños le escriben a Santa Claus; científicos y académicos estudian el significado conductual de la Navidad sobre los pequeños.
jue 24 diciembre 2009 06:00 AM
Las peticiones de los niños en las cartas a Santa Claus incluyen muchas veces, hasta las marcas. (Foto: Archivo)
Santa (Foto: Archivo)

¡Cartas a Santa! ¡Regalos! ¡Juguetes! Debemos investigar el significado de la Navidad!, gruñeron tamborileando con sus dedos de físicos, médicos, psicólogos, sociólogos y demás. Y aquí está una lista de lo que, después de observar, medir, pesar, sopesar y aplicar, en sus revistas científicas terminaron por publicar.

Santa Claus gigante
A mediados del siglo pasado, los psicólogos creían que ciertas características de los dibujos hechos por niños podían ser resultado no sólo de su desarrollo físico y mental, sino también de factores como los sentimientos positivos o negativos de los pequeños hacia ciertos temas. Así, en 1961 Craddick determinó que, a medida que se acercaba la Navidad, el tamaño del Santa Claus dibujado por los niños observados aumentaba cada vez más y no decrecía sino hasta que había pasado el 25 de diciembre.

Por lo visto, a Craddick le gustó bastante este tipo de experimentos, pues lo repitió cerca de Pascua y de Halloween con dibujos del Conejito de Pascua y de brujas, respectivamente; en este último caso, en el que gracias a un cuestionario previo se sabía que la figura les provocaba miedo y ansiedad, el comportamiento fue opuesto al observado con Santa, con lo que quedó más que comprobada la hipótesis inicial.

No, Virginia, no existe Santa Claus
Padres de familia: no teman que sus hijos se hundan en la depresión al leer estas líneas; mucho menos si su edad es igual o mayor a la de la famosa Virgina O’Hanlon cuando, a sus ocho años, escribió una carta al diario The New York Sun para averiguar la verdad y con ello inspiró una de las más edulcorantes películas de la temporada navideña. De acuerdo con los psicólogos C.J. Anderson y N.M. Prentice, la mayoría de los niños descubren la verdad por sí mismos alrededor de los siete años. Al parecer, son los padres quienes se entristecen más cuando se dan cuenta que sus hijos han resuelto correctamente la pregunta: ¿En qué se parecen Santa Claus, el hada de los dientes y la teoría “científica” del diseño inteligente?

Aprende mercadotecnia para niños
Los niños que pedían balones de futbol, patines, bicicletas y guantes de beisbol son ahora los abuelos de los niños del siglo XXI. En todo caso, si este año algún niño incluye algo de la lista anterior en su carta a Santa, es muy probable que sepa que es indispensable escribir la marca para ayudar al hombre del traje rojo a cumplir con su encargo. Cele Otnes y sus colegas investigadores en Mercadotecnia de la Universidad de Illinois analizaron, durante la Navidad de 1990, 344 cartas con un total de 2,475 peticiones de juguetes y un promedio de 7.2 regalos por cada uno de estos niños; infantes despreocupados, por lo visto, de la economía familiar (no debe extrañarnos por ello que, según otro estudio, las ventas de juguetes durante la temporada navideña en Estados Unidos representen, por lo general, alrededor de 40% del total de las ventas anuales).

Un total de 225 marcas distintas fueron mencionadas en las cartas, ocho de cada 10 niños mencionaron por lo menos una marca e incluyeron por lo menos dos marcas distintas. Sin embargo, la variedad de juguetes pedidos a Santa era sumamente limitada: figuras de acción, videojuegos, juegos de construcción, muñecas y parafernalia musical. La popularidad de ciertas marcas en las cartas a Santa se debió principalmente, de acuerdo con Otnes, a la publicidad intensiva de las compañías de juguetes mediante comerciales de televisión. Los 61.5 millones de dólares gastados por los jugueteros de noviembre a diciembre de ese año fue una buena inversión para Hasbro, Mattel, Lego, Milton Bradley, Fisher-Price y otros grandes benefactores de Santa.

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Pero, ¿hay diferencias de género en las cartas? La mayoría de los niños pide a Santa juguetes etiquetados como “masculinos” y las niñas juguetes “femeninos”: es algo estadísticamente confirmado. No obstante, no todo es negro o blanco, pues trabajos como el dirigido por el psicólogo Frank Pesci en 1997 muestran que entre tres y cuatro de cada 10 juguetes pedidos por niñas y niños corresponden a juguetes “neutrales” (juegos de imanes, por ejemplo).

Más allá de lo que por demás no es una conclusión demasiado asombrosa, Pesci también encontró varias características compartidas por los niños en sus cartas, sin importar el género: niñas y niños escriben cartas igual de extensas, piden un número de juguetes similar y cometen el mismo número de errores ortográficos en promedio, creen por igual en la existencia de Santa y son igual de abiertos para expresarle su afecto. Eso sí: las niñas tienden a decorar mucho más sus cartas  que los niños.

Las verdaderas ayudantes
A la hora de abrir los regalos nadie puede quitarle su lugar a Santa como receptor universal del agradecimiento infantil. Pero cuando de los obsequios de parejas de adultos se trata, quizás sean los hombres quienes estén compartiendo inmerecidamente el crédito por regalos que es altamente probable que fueran elegidos, comprados y envueltos por mujeres. Tal es la conclusión de un estudio de los sociólogos Dave Sinardet y Dimitri Mortelmans. Aprovechando el intercambio de la última Navidad del siglo pasado en Bélgica, estos autores determinaron que obsequiar regalos es (aún) una labor en gran medida femenina.

De acuerdo con Sinardet y Mortelmans, las mujeres exhiben una mayor satisfacción durante todo el proceso de elección de regalos y asignan un valor más simbólico a esta práctica. Estos sociólogos determinaron también que los hombres dan, en promedio, menos regalos que las mujeres, si bien se trata de cosas más costosas. En conclusión: en cuanto a dar obsequios se refiere, los roles masculino y femenino están culturalmente definidos de manera intensa y siguen siendo los mismos que en las navidades de nuestros padres y abuelos.

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