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Porfirio Díaz, el presidente cuya dictadura causó la Revolución Mexicana

El gobernante logró estabilidad política y la infraestructura creció por todo el país; pero se olvidó del campo, alentó el autoritarismo y conforme se hizo viejo, su poder fue decreciendo
jue 26 agosto 2010 07:27 PM
  1. Orden, desarrollo y prestigio para el país

    Sin Pie de Foto
    Sin Pie de Foto

    Porfirio Díaz (1830-1915) logró durante 30 años de gobierno la anhelada paz en el país, concilió rencillas partidistas, se congració con el clero y dio fin a la inestabilidad política.

    México se modernizó, comenzó el crecimiento económico, se favoreció la inversión extranjera, se reactivó la minería y la industria, abrieron los bancos y las compañías de seguros.

    Las regiones aisladas del país comenzaron a comunicarse con miles de kilómetros de vías de ferrocarril .

    En palabras de Díaz: “México pasó de la anarquía a la paz, de la miseria a la riqueza, del desprestigio al crédito y del asilamiento internacional al reconocimiento universal”.

  2. Esclavitud para el pueblo y apoyo a los extranjeros

    Porfirio Díaz
    Porfirio Díaz

    Porfirio Díaz domesticó y sometió a los poderes federales, desarrolló un régimen autoritario y su voluntad personal estaba por encima de la ley.

    El glamour que se respiraba en la oligarquía porfirista ocultaba la miseria y la desgracia de una gran mayoría.

    Los latifundios habían aumentado a costa de las tierras de los pueblos, se favoreció la inversión extranjera pero se pagaban salarios paupérrimos en condiciones de trabajo inhumanas.

    Alentó la represión de Cananea y Río Blanco y consintió la existencia de Valle Nacional, donde las condiciones de vida eran prácticamente de esclavitud.

  3. La dictadura envejeció

    Porfirio Díaz
    Porfirio Díaz

    Porfirio Díaz y su dictadura comenzaron a dar muestras de debilidad cuando en 1908 declaró al periodista James Creelman que México estaba preparado para la democracia y que vería con buenos ojos a la oposición.

    Díaz olvidó pronto sus palabras ante la popular campaña democrática de Madero , lo aprehendió y se reeligió por séptima vez.

    En respuesta, Madero declaró nulas las elecciones y animó al pueblo a tomar las armas para defender sus derechos.

    El patriarca, que se creía insustituible, fue obligado a renunciar sin reconocer jamás culpabilidad alguna y sin entender los motivos de la “ingratitud” del pueblo mexicano.

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