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Bermuda cambia de colonial a financiera

La paradisíaca isla se está transformando a raíz de la cantidad de negocios financieros que lle los conservacionistas temen que la pequeña capital pierda su encanto colonial.
jue 19 abril 2007 09:06 AM
Bermuda, cambio de piel en la isla. (Especial)

Los negocios financieros que se establecen en Bermuda están transformando el perfil de la diminuta capital para alarma de los conservacionistas que temen la pérdida del encanto colonial de la isla.

Varios nuevos proyectos edilicios -edificios de ocho o nueve pisos en Hamilton- han logrado exenciones a los límites de altura dispuestos para preservar la escala de una ciudad dominada por la torre de la catedral de 60 metros. Un edificio de diez pisos aprobado el mes pasado será el más alto de Bermuda.

La renovación es un indicio de la transición del territorio británico de un balneario somnoliento a un centro financiero mundial. Desde fines de la década del 80, miles de firmas se han visto atraídas a Bermuda por su reputación de lugar estable con bajos impuestos. La capital es la sede nominal de unas 13,000 empresas.

Los promotores inmobiliarios dicen que la isla del Atlántico asociada a los pantaloncillos a media pierna y sus playas acogedoras tiene que proyectar una nueva imagen para satisfacer las expectativas de los clientes de elite.

“Realmente está atrayendo a ese público internacional sofisticado acostumbrado a tener amplios espacios dondequiera que esté, ya sea Londres, Tokio o Singapur”, dijo la promotora inmobiliaria Amand Swan acerca del edificio Seon Place, de 10 pisos, que construye su padre John Swan.

El complejo de oficinas frente al muelle, con 11,300 metros cuadrados de oficinas y comercios, tenía un límite original de cinco pisos. Pero el ministro del ambiente aprobó una apelación de Swan, ex primer ministro, y el edificio de diez pisos debe inaugurarse para 2010.

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La decisión desilusionó a las autoridades conservacionistas quienes dijeron que la nueva construcción arruinará las vistas del puerto desde Fort Hamilton, una popular atracción turística. Como una más de una serie de exenciones, sienta precedentes para una planificación caprichosa, dicen.

“Tememos que las consecuencias de embarcarnos en un programa ad hoc de desarrollo en la ciudad tendrá un impacto negativo para la calidad de vida en la isla durante años”, comentó Dorcas Roberts, del grupo de protección ambiental Bermuda National Trust.

Pero su grupo no se opone a que se construyan edificios más altos en otros sitios. La tendencia incluso podría beneficiar a la isla aliviando la congestión del tránsito y reduciendo la presión del desarrollo en áreas ecológicamente sensibles, dijo.

El floreciente sector financiero internacional ha contribuido a hacer de Bermuda uno de los sitios más acaudalados del mundo. El diminuto archipiélago a 1,030 kilómetros al este de Estados Unidos tiene un producto bruto interno de 80,320 dólares, el tercero del mundo, según la firma de calificación financiera Standard & Poor's Rating Services.

Los promotores inmobiliarios también están reemplazando monumentos o hitos históricos en el centro en su búsqueda de espacio para construir. La tienda por departamentos de Trimingham, una institución en Hamilton durante más de 150 años, es demolida para dar lugar a un edificio de seis pisos del Bank of Bermuda, propiedad del HSBC.

Mientras tanto, un influjo de empleados especializados del extranjero ha puesto presión sobre la infraestructura y el mercado de la vivienda. Los nativos se esfuerzan por hallar viviendas a precios asequibles en la isla principal de 53 kilómetros cuadrados, donde los trabajadores extranjeros representan un 15% de los 65,000 habitantes.

Los residentes locales empezaron a mudarse a los suburbios entre 1984 y el 2001 mientras se duplicaba el espacio de oficinas en la capital. Si bien la población urbana ha seguido declinando, los planificadores confían en que un número creciente de condominios en la ciudad revierta la tendencia y alivie la presión sobre la vivienda.

El alcalde de Hamilton, Sutherland Madeiros, dice que la ley del 2001 que impide que los edificios en algunos vecindarios no excedan el resalte del techo de una catedral anglicana de un siglo está retrasando lo inevitable.

“Si uno trata de restringir la altura de los edificios, tus nietos y bisnietos considerarán que tuviste poca visión, teniendo en cuenta la escasez de terreno, de no permitir que los edificios se alzaran más altos”, dijo al periódico Royal Gazette.

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