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Religiosas invierten en la medicina

Una congregación italiana compró una farmacéutica para humanizar a la industria; el centro de investigación que pertenecía a Pfizer desarrolla curas para el cáncer.
sáb 27 octubre 2007 12:01 PM
Laboratorios de la Congregación Nerviano en Milán. (Especial

Las farmacéuticas suelen ser blanco fácil de las críticas. Cuando hace tres años el polémico cineasta Michael Moore anunció que su próximo documental, Sicko, trataría del sistema de salud estadounidense y las farmacéuticas, éstas de inmediato instruyeron a sus empleados para no hablar con extraños. Y mucho menos, subrayaron, con alguien “de aspecto desaliñado y con gorra de béisbol”, refiriéndose a Moore.

“Tenemos un problema de imagen no sólo con él, sino con el público en general y la prensa: nos colocan en la misma categoría que la industria del tabaco”, reconoció en ese entonces Mary Jane Fingland, vocera de la asociación que agrupa en Estados Unidos a gigantes del sector, como Pfizer, Glaxo-SmithKline o Novartis, en declaraciones al diario Los Angeles Times. No hay que pensar mucho para saber de lo que habla. La firma suiza está siendo cuestionada por querer impedir, con una acción legal, que India siga abasteciendo la mayoría de los medicamentos genéricos que compran los países pobres.

En ese contexto, una nota publicada por The Wall Street Journal en diciembre del año pasado llamó poderosamente la atención: la Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción, una centenaria  orden religiosa italiana, revelaba sus aspiraciones de elevar el ‘compromiso ético’ del negocio. Y es que en mayo de 2004 esa organización adquirió nada menos que el mayor centro italiano de investigación contra el cáncer, donde trabajan 700 científicos y al que rebautizó como Nerviano Medical Sciences.

La número uno del mercado, Pfizer, que por reestructuración debía deshacerse de dicho centro, cedió la propiedad a los religiosos a cambio de conservar el derecho de compra de los medicamentos en desarrollo, por los que ese laboratorio estadounidense pagó 268 mdd. Pero también así lo decidió, dicen algunos despachos de prensa, gracias a los buenos oficios del Vaticano y del entonces primer ministro Silvio Berlusconi, cuyo gobierno subsidió a Nerviano con 65 mdd. De hecho, la adquisición del centro, ubicado a las afueras de Milán, fue un paso natural en el esquema de negocios de la congregación.

Además de tener escuelas para ciegos y discapacitados, es dueña en Italia de una cadena de hospitales para pobres y del laboratorio de investigación Instituto Dermopatico dell’Immacolata, con ganancias anuales de 648 mdd. La producción y venta de su propia marca de cremas dermatológicas le genera otros 20 mdd en beneficios. En 1998 amplió su campo de acción con la compra del Hospital General San Carlo di Nancy, que pertenecía a monjas francesas.

“Cuando Pfizer decidió vender Nerviano, la orden comprendió que ese centro, de reconocida excelencia internacional, constituía para nosotros una oportunidad para introducir cambios que nos permitirían proveer a los pacientes con tratamientos y servicios médicos más innovadores”, explica a Expansión el sacerdote Franco Decaminada, vicepresidente de Nerviano Medical Sciences y ex presidente de los nosocomios de la orden.

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En la actualidad, Nerviano desarrolla 18 proyectos avanzados de nuevos tratamientos oncológicos, de los cuales cinco ya se encuentran en etapa de experimentación clínica. Sin embargo, debido a que la congregación no contempla comercializar por sí misma las medicinas que ayuda a elaborar, su influencia en la industria se puede decir que es más moral que de otra índole, comenta Decaminada.

“El grupo no tiene la intención de ir al mercado directamente; prefiere basar su negocio en  la obtención de licencias para proyectos que han completado la fase clínica II (prueba en humanos). Nuestras unidades de negocios oncológicos promueven alianzas estratégicas con otras compañías para el desarrollo de proyectos”, explica el sacerdote. En febrero de 2006, Nerviano cerró un importante acuerdo multianual con la farmacéutica Bristol-Myers Squibb, con valor de 150 mdd. Nerviano avanzará en la producción de moléculas anticancerosas creadas por la firma estadounidense.

La congregación, conocida por sus cuestionamientos en torno al elevado precio de las medicinas y cómo éstas son probadas en los seres humanos, busca situar su propio comportamiento ético en las actividades asistenciales que realiza en 20 naciones de cuatro continentes, entre las que están Brasil y México (con sede en Mérida), como un referente moral para la industria. “Desde el punto de vista de la iglesia, la palabra ‘humanizar’ (el mercado) significa concentrar la atención en aquellas naciones donde el derecho a la salud y a la asistencia no existen, sea a causa de la pobreza o por falta de conocimiento. Por eso damos acceso a los medicamentos a la población de países en desarrollo, y construimos hospitales y centros de tratamiento en algunos más”, dice Decaminada.

Respecto de los ensayos en humanos, asegura que Nerviano cumple a cabalidad con las regulaciones europeas y estadounidenses. Para financiar la investigación contra el cáncer, el centro acaba de constituir la empresa Accelera, destinada a la venta de servicios científicos en los campos de la investigación y la consultoría, a la cual se suma la producción de materias primas de alta calidad para laboratorios y acabado de productos para clientes externos.

El padre Decaminada promete que, para lograr su fin, la congregación debe jugar con las reglas del mercado. Falta ver si no cae en las garras de la tentación de uno de los negocios más lucrativos del planeta.

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