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Los beneficiarios de un dólar débil

La fortaleza del euro no implica malas noticias para todos, muchas empresas de EU sacan provech los pequeños exportadores están beneficiándose enormemente por la debilidad del billete verde.
vie 09 noviembre 2007 06:00 AM
El declive de la moneda estadounidense representa una bendic

Cuando Peter Bowe fue por primera vez a Irak, su firma Baltimore Dredge Enterprises apenas pudo vencer a sus rivales europeos en la venta de equipos que el gobierno necesitaba para dragar los embalses de los ríos Tigres y Éufrates. En el 2006, año en que su empresa empezó a enviar la maquinaria, sus precios eran más competitivos debido a un dólar debilitado.

Este verano Baltimore Dredge ganó un importante contrato con una oferta 50% inferior a la de sus competidores de Holanda y Alemania, gracias al cada vez más favorable tipo de cambio de las divisas. “Son simples matemáticas, la bajada del dólar hace que nuestros precios sean más atractivos” sostiene Bowe.

El declive de la moneda estadounidense -en el tercer trimestre se ha depreciado 3% frente a siete divisas importantes, ha llegado al mínimo récord contra al euro y ha tocado la paridad con el dólar canadiense por primera vez en tres décadas- representa, irónicamente, una bendición para muchas empresas norteamericanas que enfrentan una dura competencia.

Los pequeños exportadores están beneficiándose enormemente, y su número ha aumentado en los últimos años. Las empresas estadounidenses que luchan contra las importaciones también han sacado provecho de la situación, pues sus precios son más competitivos que los de sus competidores extranjeros. Salvo dos excepciones: las empresas americanas que compiten con sus homólogas chinas; éstas no pueden respirar con alivio mientras Beijing mantenga el yuan por debajo del dólar. Y las compañías energéticas, para quienes el dólar débil impulsa el costo de las importaciones de hidrocarburo.

Sin embargo, para un creciente número de empresarios estadounidenses, los tipos de cambio actuales ofrecen “una excelente oportunidad para empezar a construir relaciones comerciales, y tener así compradores confiables en el futuro” afirma James Lambright, presidente del Banco de Exportaciones-Importaciones de EU, entidad que facilita préstamos para exportaciones, 85% de los cuales corresponden a microempresas.

Otro ejemplo es el de Mike y Amy Cerny, ambos fundaron Fit Couture en Houston hace cuatro años, e intentaron sin éxito incrementar las ventas de su línea de ropa deportiva ofreciéndola a clientes online en Canadá. Pero desde que el cayente dólar rebajó los precios de sus artículos sus ventas han aumentado. Durante el próximo año proyectan sumar 1,000 compradores canadienses y 200 más de Europa.

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De igual forma, las pequeñas empresas que no exportan (pero que sí compiten contra importaciones) están viendo crecer sus ganancias. La firma Gilded Age, ubicada en Nueva York, fabrica ropa casual de alta calidad y ha registrado un crecimiento constante desde que abrió sus puertas en el 2005. Desde el año pasado, sin embargo, sus ventas se han duplicado. “Una causante de ello es que los minoristas están buscando hacer negocios aquí en lugar de importar desde Italia” explica el CEO Mike Doyle.

Brad Habansky, dueño de la boutique para caballeros Guise en Chicago, confirma estar vendiendo más prendas de fabricación doméstica para contrarrestar los elevados costos de los productos europeos importados. Hace tan sólo tres años, el 85% de su inventario provenía de Europa; hoy sólo el 50%. “Tengo que marcar las prendas importadas a un precio tan alto que está fuera del alcance de mis clientes” asegura Habansky. “Me encantan los productos suecos, pero en EU podemos encontrar cosas muy parecidas.”

No obstante, la caída del dólar -positiva para las empresas antes mencionadas- ha perjudicado a los pequeños negocios que venden productos importados. Dutch Bicycle Co., con sede en Florida, importa bicicletas hechas a mano de los Países Bajos y paga más por ellas a medida que el dólar se desploma. Aunque hay una fuerte demanda por sus bicicletas, que valen entre mil y 2,750 dólares, su propietario Dan Sorger no descarta que sus ventas puedan disminuir debido al reciente aumento del 10% del precio. Ese fue su segundo aumento en lo que va del año, y no parece ser el último: “Ya no se trata tanto de mantener un nivel de beneficios, sino de detener la sangría” afirma.

Las variaciones del dólar han repercutido en todas estas empresas. Baltimore Dredge ha vivido ambos lados del ciclo de la divisa: sufrió las consecuencias de un dólar altísimo a finales de los 80’s y ahora se prepara para una recompensa sustanciosa, espera que sus exportaciones aumenten un 20% en los próximos dos años, está construyendo una tercera planta en Wisconsin y ha sumado 30 nuevos trabajadores a su nómina.

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