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La senda de la competitividad

La clave del crecimiento sostenido no es la acumulación de capital, sino el progreso tecnológic para ello se requiere educación, alentar la investigación y proteger la propiedad intelectual.
vie 07 diciembre 2007 01:57 PM
En 10 años los puertos chinos aumentaron sus exportaciones d

Explicar las causas del crecimiento económico ha desvelado a generaciones de economistas, desde Adam Smith en el siglo XVIII hasta nuestros días. Hace 50 años, Robert Solow publicó dos artículos sobre las causas del crecimiento económico que, eventualmente, le merecieron el Premio Nobel de Economía.

Solow demostró que la acumulación de capital por sí sola no genera crecimiento sostenido.

La idea que había prevalecido hasta el momento era que bastaba con aumentar el capital disponible a cada trabajador para incrementar su productividad.  Pero Solow demostró que el proceso de acumulación de capital eventualmente genera retornos decrecientes. Darle una segunda computadora a un trabajador que ya cuenta con una, no duplica su productividad.

Ideas caras, efectos baratos
Si la acumulación de capital no genera crecimiento sostenido, ¿qué puede generarlo? Según Solow, el progreso tecnológico, ya que aumenta el producto generado por un país sin aumentar la mano de obra o el capital.

Sin embargo, Solow nunca explicó qué determina el progreso tecnológico. Simplemente lo tomó como un factor “exógeno” a su teoría.

En los 90, una nueva generación de economistas, encabezados por Paul Romer de la Universidad de Stanford, desarrollaron una nueva corriente conocida como “crecimiento endógeno”, que trata de explicar las causas del progreso tecnológico. Romer concibe las ideas como bienes, y concluye que, a diferencia del capital, la fabricación de ideas goza de retornos incrementales.

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Reconoce que las ideas son caras de producir pero muy baratas de reproducir, por lo que para incentivar su generación se requiere de mecanismos que le permitan a quien las generó beneficiarse de éstas a través de sistemas de patentes, marcas y derechos de autor.

Fuentes y barreras del crecimiento
La conclusión que se deriva de la teoría de Romer es que la única manera de acelerar el crecimiento económico de un país de manera sostenible es a través de la innovación tecnológica continua, y para eso se requiere educar a la gente, incentivar la investigación, estar abiertos al intercambio de ideas, y proteger decididamente la propiedad intelectual.

En este contexto es importante preguntarnos cuáles han sido las fuentes y las barreras del crecimiento que ha tenido nuestra nación en los últimos años y contrastarlas con la experiencia del país que ha tenido la tasa de crecimiento económico más alta del mundo en las últimas dos décadas: China.

Entre 1990 y 1999, China sostuvo una tasa compuesta de crecimiento de 10.65% anualmente. Entre 2000 y 2006, la economía china creció a un promedio de 9.76% al año. México, en contraste, creció a una tasa promedio de 3.13% entre 1990 y 1999 y de 2.31% entre 2000 y 2006.

¿Qué explica esta marcada diferencia en las tasas de crecimiento de México y China?  Una serie de factores. Para empezar, China tiene un PIB per cápita mucho más bajo que el de México, y al venir de una base más baja es más sencillo incrementar la tasa de crecimiento vía acumulación de capital.

China tiene un mayor superávit de mano de obra del que cuenta México, y por lo mismo tiene una relación de capital por trabajador menor a la de México, por lo que sus retornos marginales a la acumulación de capital son mayores.

Aciertos y desaciertos
Pero ésta es sólo una parte de la explicación. Sería simplista decir que China crece más rápido que México sólo porque parte de una base más baja o tiene costos de mano de obra menores.

Si ésa fuera la razón principal de su crecimiento, veríamos crecer a países como Nigeria o Bangladesh a tasas aún mayores. Claramente hay cosas que China ha hecho bien para contribuir a acelerar su crecimiento, al igual que hay cosas que México ha dejado de hacer y que frenan el suyo.

Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) demuestra que México perdió terreno frente a China en el costo promedio de los productos que fabrica.

Según el análisis, China abatió el costo promedio de sus productos de manera sostenida y superó el costo promedio del producto fabricado en México en 2000.

De todos los factores de producción, el que más contribuyó a la reducción del valor de los productos chinos fue el costo de la energía: 29.5% de la reducción de sus productos se debió a una disminución del valor de la energía.

En México, en contraste, el costo energético no ayudó a que los productos mexicanos fueran más competitivos, por el contrario, contribuyó a que se encarecieran en casi 2%. El único de los factores de producción en México cuyo costo disminuyó entre 1995 y 2003 fue el del capital.

México tiene hoy uno de los costos más altos del mundo en electricidad. Un kilowatt/hora es 240% más caro en México que en China. La marcada diferencia en el precio de un insumo vital es uno de los principales causales de pérdida de competitividad mexicana en los mercados globales.

El factor salarial
En el campo laboral, México también pierde competitividad frente a China. De acuerdo con datos del IMCO, entre 1995 y 2004 el salario promedio en México se incrementó 75%, mientras que la productividad promedio de un trabajador mexicano aumentó sólo 40%.

China, en contraste, tuvo un incremento de su salario promedio de 139%, pero su productividad aumentó aún más, 142%, durante el mismo periodo.

Aun cuando el salario promedio chino ha tenido un mayor crecimiento que el mexicano en los últimos años, el costo de la mano de obra manufacturera sigue siendo 430% más caro en México que en China.

Las marcadas diferencias que existen en los costos de estos importantes factores de producción explican buena parte de la pérdida de competitividad de los productos mexicanos en los mercados internacionales.

Una clara muestra de esto es la erosión de las exportaciones mexicanas como porcentaje del PIB. Entre 1996 y 2006, las exportaciones mexicanas cayeron de 32 a 30% del PIB. En China, en cambio, en el mismo lapso este indicador creció de 21 a 41%.

Para 2003, China superó a México como exportador a Estados Unidos, pese a que una década antes nuestro país generó 10.4% de las importaciones de EU y China sólo 7.8%.

Podríamos pensar que conforme el costo de la mano de obra china aumente y los retornos a la acumulación de capital disminuyan veremos una desaceleración importante de la economía china.

Investigación y tecnología
Podríamos suponer, siguiendo a Solow, que el crecimiento chino no es sostenible, pues se basa en acumulación de capital y no en progreso tecnológico. Pero no sería una conclusión correcta.

Hoy, China invierte más en tecnologías de la información e investigación y desarrollo que México, y sus exportaciones cuentan con un mayor componente tecnológico.

Según el IMCO, China aumentó su inversión en investigación y desarrollo de 1% del PIB industrial en 1995 a 2.5% en 2003.  México, en cambio, invirtió en 2003 alrededor de 1.2% del PIB  industrial, casi la misma proporción que en 1995.

En cuanto a inversión en tecnologías de la información (TI), la tendencia que siguieron México y China son opuestas.  China pasó de invertir 6% de su PIB industrial en TI en 1995 a cerca de 11% en 2003. Mientras que en el mismo lapso México decreció su inversión en TI de 7 a 6%.

La composición de las exportaciones chinas también refleja la creciente sofisticación tecnológica.

De acuerdo con datos de la UNCTAD, las exportaciones chinas intensivas en mano de obra pasaron de 42.8% en 1990 a 37.3% en 2000, mientras que las exportaciones chinas con algún componente tecnológico pasaron de 31.3% en 1990 a 51.8% en 2000.

Las exportaciones de alto contenido tecnológico representan ya 28% del total de las exportaciones chinas.

En el mercado estadounidense de partes para computadoras personales, por ejemplo, la participación de las importaciones chinas crecieron de 11.4% en 2000 a 42.7% en 2006, mientras que la participación de las importaciones mexicanas se contrajo de 7.4% en 2000 a 4.1% en 2006.

Por último, China ha sido más exitosa que México para integrar cadenas productivas que abastezcan a sus clusters tecnológicos.

En China, 54% de los insumos que se utilizan en las industrias de alta tecnología se fabrican localmente, mientras que en México menos de 5% de los insumos que se utilizan en este tipo de industrias se fabrican localmente.

Si pensamos que en unos años China desacelerará su crecimiento económico y la amenaza que representa para México disminuirá, tenemos que pensar dos veces.

Tareas y pendientes
China sienta las bases para sostener su crecimiento por muchos años más. Entendió que en el largo plazo el crecimiento económico es más un tema de progreso tecnológico que de acumulación de capital. Aun así tiene muchas tareas pendientes: proteger el derecho de propiedad intelectual, dar más garantías a la inversión privada,  combatir la corrupción y flexibilizar el marco regulatorio.

China sustenta su crecimiento de largo plazo no en exportaciones intensivas ni en la mano de obra barata, sino en productos de mayor sofisticación tecnológica.

México tiene que decidir si quiere dar la batalla en la carrera por la competitividad o si verá pasar a China en su camino al desarrollo como hace 20 años vio a Corea, Singapur y Taiwán.

Hay muchas cosas que México puede hacer para acelerar su crecimiento en el corto plazo, desde reformar el marco regulatorio energético hasta mejorar la infraestructura e incentivar la competencia.

Pero si queremos sentar las bases para un crecimiento sostenido de largo plazo tenemos que ser capaces de innovar, de generar nuestras propias ideas y desarrollos tecnológicos como lo hicieron los países del sureste asiático.

Además de invertir en TI e investigación y desarrollo, la apuesta certera es elevar la calidad de la educación.

Los países del sureste asiático, que hace 40 años eran más pobres que nosotros y hoy tienen un PIB per cápita del doble que México, acompañaron sus reformas económicas de verdaderas revoluciones educativas y hoy están entre los más altos niveles de educación del planeta.

China aún no participa en las evaluaciones internacionales de calidad educativa, pero el día que lo haga sus resultados quizá nos sorprenderán.

A México le urge una serie de reformas estructurales para acelerar su crecimiento: la fiscal, la energética y la laboral. Pero como Solow predijo y Romer comprobó, la única reforma capaz de generar crecimiento económico de manera sostenible en el largo plazo es la reforma educativa.  Es tiempo que empecemos a hablar de ella.

El autor es director general de Organización Ramírez y fue nombrado como Joven Líder Global, por el Foro Económico Mundial.

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