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Dharma apuesta por bioenergía mexicana

El alza del crudo y merma de yacimientos, hizo que la compañía se fijara en energéticos orgánic la empresa construye en Sinaloa una planta que generará 41 millones de litros de etanol al año.
jue 10 julio 2008 06:00 AM
Sin Pie de Foto
José Manuel Landa dejó la abogacía para entrar a la industri

¿Alimentos o combustible? Con el barril de petróleo a más de 120 dólares y el saber que las fuentes de hidrocarburos merman a ojos vista, la idea de producir energéticos a partir de insumos orgánicos cobra más fuerza. El mar verde de la sierra sinaloense, uno de los graneros de México, es visto por una empresa regiomontana como un enorme yacimiento. El combustible está ahí, pero en vez de explorar y explotar, se debe sembrar en forma de maíz, sorgo y otros granos.

Grupo Empresarial Dharma no tiene nada que ver con la serie televisiva Lost, es proveedor de granos industrializados para la industria alimentaria, acomete una empresa que es parte de su plan multimillonario para crear un complejo con un pie en la bioenergía y otro en la producción de alimentos en el municipio de Ahome, cercano a Los Mochis.

José Manuel Landa, director general de Dharma, creó la subsidiaria Industrial Mexstarch (Indumex), que aprovechará el excedente de maíz producido en la región (que calcula en 3.5 millones de toneladas anuales). “Ahí construimos una planta de procesamiento que generará un estimado de 41 millones de litros de etanol anualmente”, adelanta. Además, en complemento, también se producirán unas 10,000 toneladas de fibra alimenticia, 6,000 toneladas de germen alimenticio, 1,800 toneladas de aceite comestible y 6,000 toneladas de granos secos.

Para ello, Dharma tuvo que negociar acuerdos con el gobierno estatal en las gestiones de trámites y apoyos con la Secretaría de Agricultura por medio del Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO), mismos que, de acuerdo con datos obtenidos del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), ascendieron a 25 millones de pesos en 2006. Además, como proceso innovador, Dharma Energetics está inscrita en el programa de incentivos de Conacyt, que en 2006 aprobó apoyos por 5.5 millones de pesos, bajo el programa de acelerador de empresas Avance.

A la fecha, las inversiones son sustanciales: aproximadamente 70 millones de dólares que han sido financiados en 55% por capital propio y el resto por financiamientos externos, como el otorgado por CleanTech Fund, un fondo privado internacional, donde participan, entre otros, la Corporación Andina de Fomento, Banobras, el Banco Interamericano de Desarrollo y EcoEnergy International. Esta firma apenas anunció en diciembre su aportación de 3.75 MDD.

La planta de Ahome está en fase de construcción y en ella han concurrido algunos de los más importantes participantes en el mercado de bioenergéticos del mundo, como la india Praj Industries, en la planta productora de etanol, GSI Grain Systems, en la parte de recepción del material, y otros 45 proveedores de productos y servicios adicionales, en su mayoría mexicanos.

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Uno de los aspectos más importantes (y socialmente delicados) será la relación con los proveedores de materia prima, a quienes Landa les ha propuesto un mecanismo en dos vías; por un lado, la simple compra del material y por otro, un esquema de sociedad, donde el productor (se planea que sean en su mayoría campesinos con menos de 10 hectáreas) compartirá el riesgo y las ganancias con los dueños de la tierra.

El Grupo Empresarial Dharma arrancó sus operaciones en 1992 cuando, a decir de Landa (abogado de profesión y ex becario del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM), “inicia actividades como almacenadora de semillas para las industrias cerealera, avícola y lechera, principalmente”. Sin embargo, tras una década de trabajo en el sector de semillas, Landa decidió llevar la empresa hacia otro nivel. “Comprendimos que era necesario pensar en formas de crear valor agregado al material que trabajábamos”, asegura.

En 2002, el empresario inicia la tarea de buscar nuevas tecnologías para aprovechar los granos (especialmente maíz), lo que le llevó a una búsqueda por todo el mundo hasta que en la ciudad ecuatoriana de Quevedo encontró, en 2004, un proceso de molienda del maíz que llevaba más de 18 años de desarrollo y que permite procesar el producto “como si fuera una torre de refinación de petróleo”, ya que del mismo insumo se puede extraer una variedad de productos.

Así, Landa adquirió la patente y creó un conglomerado de industrias que, actualmente, emplean a más de 1,700 personas. En primer lugar está Industrias Centli, que, según él, “es una empresa dedicada a la exploración tecnológica para dar valor agregado a los granos” que pone a disposición de cualquier inversionista interesado en la tecnología de molienda.

Paralelamente, creó Albio, empresa destinada al aprovechamiento de la tecnología desarrollada por Industrias Centli, aunque aclara que Albio no sólo tiene como objetivo la producción de etanol, sino también la enorme variedad de productos alimenticios que puede extraerse de su tecnología, como grits (residuos de la molienda que pueden convertirse en suplemento alimenticio) o pasta proteínica.

Ahora, el grupo expande sus tentáculos al procesamiento de harinas y jarabes de maíz, así como a una flotilla de taxis en el aeropuerto de Monterrey, mismos que, eventualmente, usarán sus propias mezclas de etanol.

Un mercado latente
Según cifras presentadas durante una reciente conferencia sobre biocombustibles del despacho legal Baker & McKenzie, toda América Latina se está adhiriendo rápidamente al evangelio del bioetanol.

Tan sólo Brasil produjo el año pasado 15,000 millones de litros de bioetanol, 45% de la producción mundial. Colombia mete velocidad y ya llega a un millón de litros diarios. Y según la Global Bioenergy Partnership (GBEP), un grupo que promueve nuevas fuentes de energía, México produce casi 50 millones de litros de bioetanol al año. Esta producción no se utiliza como combustible para el transporte, sino como componente para las industrias química y farmacéutica.

El problema es que el país no cubre sus necesidades en este ramo, de más de 165 millones de litros por año. En consecuencia, se importa etanol de Estados Unidos, de donde se trae sin arancel, así como de Brasil y hasta de Cuba. Por lo que hace al biodiesel, en el país sólo se producen 10,000 litros por año para pruebas a pequeña escala.

Mercado hay. El Servicio Comercial de EU publicó, en octubre de 2006, un estudio donde señala que la producción de etanol en México para los próximos años (estimada por el reporte en aproximadamente 359 millones de litros al año) tendría como mercado natural California y Arizona, ávidos de este energético.

Incluso, Landa lo ve así: “En Dharma contemplamos la venta del etanol a brokers internacionales que, a su vez, lo venden a las firmas petroleras para hacer las mezclas con su combustible y venderlo al público”.

Sin embargo, en mayo de 2008, el director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles, anunció que la paraestatal iniciaría un proyecto piloto para agregar etanol como oxigenante a las mezclas de gasolinas que comercializa en las principales ciudades de México, de aquí a 2010.

Según se desprende de la Estrategia Intersecretarial de los Bioenergéticos, ya se trazó la primera etapa del programa de implementación gradual del bioetanol como elemento en la mezcla de gasolinas para el transporte, basado en los indicadores para determinar el desempeño y los impactos ambientales, sociales, económicos y energéticos.

Proyecciones del Instituto Mexicano del Petróleo predicen que, para 2010, la venta de gasolina con bioetanol en México será de casi 42,000 barriles por día, contra 368,000 barriles de gasolinas convencionales y 340,000 tratadas con oxígeno. Cooperación Técnica Alemana (GTZ) dice que México puede aprovechar la caña de azúcar, el maíz, el sorgo, la yuca y la remolacha para producir bioetanol. Con estas materias primas, señala la agencia germana, el costo de producción tiene un rango de entre 4.50 y 9 pesos por litro. Aunque las iniciativas que se han presentado en México llevan sobre todo el maíz y hasta el sorgo como materia prima, GTZ recomienda el uso de caña de azúcar.

De cualquier forma, Dharma, que tiene el proyecto más definido de producción de bioetanol, considera que se podría abrir un mercado de hasta 200 millones de litros de etanol para el consumo nacional y allí es donde Landa encuentra un nicho interesante.

“Tenemos un handicap de dos años frente a cualquier competidor que esté desarrollando proyectos de etanol, por lo que estamos listos para ofrecer nuestro producto a consumidores nacionales”.

En cuanto al tema regulatorio, Landa expresa que pese a haber trabajado sin una legislación que amparara su material de trabajo, “como aún no habíamos producido etanol, no tuvimos que enfrentar problemas legales”.

Sin embargo, el empresario señala que uno de los apartados de la ley le preocupa: “El permiso previo por parte de Sagarpa que se requiere para hacer uso de maíz representa un posible punto que complique el trabajo en el proyecto”.

Así, las nubes parecen abrirse para los proyectos de biocombustibles. Empresas como Thaes, que trabaja en un proyecto similar pero de bioetanol a partir de sorgo dulce, en voz de Luis Lázaro, director de Desarrollo de Negocios, señala: “Los inversionistas se muestran muy interesados, y esperamos que la banca de desarrollo se una a estos proyectos con financiamiento”.

Con inversionistas interesados, un marco regulatorio definido (aunque se espera que los detalles de la legislación sobre biocombustibles se den a conocer este verano) y proyectos ya en construcción, todo indica que esta industria se encuentra a punto de despegar.

Sólo falta que la semilla germine y comience a generar el combustible que el país tanto necesita.

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