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¿Cómo vivir en un EU sin crédito?

Los estadounidenses tendrán que aprender a vivir con sus ingresos y ahorros, según Bankrate.com los expertos coinciden en que se viene un prolongado período de contracción del crédito.
sáb 18 octubre 2008 06:15 AM
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El ahorro para el retiro afectado por EU. (Especial)

Adrian Clark visitó nueve o diez concesionarios de autos pues necesitaba comprar un vehículo para ir a trabajar. Y en todos recibió la misma advertencia: Sin un adelanto de por lo menos mil dólares, nadie le dará un préstamo para financiar el vehículo.

"Estamos viviendo tiempos realmente duros", declaró Clark, quien trabaja en la instalación y reparación de equipos para calefacción y refrigeración.

Clark y toda una nación de consumidores que dependen de los préstamos se están dando cuenta de que esta probablemente no sea una situación pasajera y de que deberán adecuarse a una nueva realidad.

¿Ha llegado a su fin la era en la que los estadounidenses vivían de prestado?

Los expertos dicen que incluso si la actual crisis financiera se resuelve, la nación ya no puede seguir viviendo del crédito. La crisis actual, afirman, es una señal de que el consumidor va a tener que hacer grandes ajustes en la forma en que maneja sus finanzas.

"Creo que estamos en medio de un cambio profundo y que ya no se seguirá viviendo con dinero prestado y habrá que vivir dentro de las posibilidades de uno, ahorrar e invertir en el futuro", manifestó Greg McBride, analista de Bankrate.com.

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"Esta contracción del crédito es un llamado de atención a todos aquellos que querían alcanzar la prosperidad a costa de préstamos".

Los expertos coinciden en que se viene un prolongado período de contracción del crédito.

A los estadounidenses les resultará mucho más difícil sacar tarjetas de crédito y tener balances altos. Aumentarán las multas por pagos tardíos y se restringirán las líneas de créditos. Luego de años en los que la gente compraba casas con préstamos en los que pagaban únicamente los intereses o recibía hipotecas por montos superiores al valor de la vivienda, se exigirán pagos iniciales y mensualidades sustanciales. Es previsible que las tasas de interés también suban.

Los prestamistas ya no quieren correr riesgos y fijaron patrones más rigurosos para juzgar a los potenciales prestatarios. Habrá reguladores que observarán todas sus operaciones.

Estos cambios coronan tres décadas en las que el consumidor estadounidense, y también los comerciantes y el gobierno, acumularon muchas deudas. Los norteamericanos se acostumbraron a financiar compras de todo tipo con tarjetas de crédito regaladas, préstamos para automóviles y artículos electrónicos e incluso sacando una segunda hipoteca sobre la vivienda. Las instituciones de préstamo no sólo daban créditos a diestra y siniestra, sino que le hacían creer al consumidor que esos préstamos eran una necesidad, la forma en que la gente inteligente hace una vida más agradable.

La crisis financiera deja en claro el papel que una economía cada vez más global tuvo en la concesión de préstamos y en la venta de la deuda a inversionistas, y que puso mucho dinero en manos de gente que era considerada demasiado riesgosa.

La expansión del crédito fue, en muchos sentidos, algo positivo, que permitió a la gente comprar viviendas y pagar deudas.

Pero todo esto tuvo un precio.

Los estadounidenses comenzaron a depender de los préstamos más que nunca.

El porcentaje de los ingresos que las familias estadounidenses dedicaron al pago de deudas alcanzó una máxima histórica del 14% año pasado, según la Reserva Federal. Si se agregan otras obligaciones fijas, como el pago de las cuotas de un auto y de los seguros de la vivienda, uno de cada cinco dólares que ingresan a un hogar es destinado al pago de deudas.

"Vamos a tener que reducir los gastos. Estamos viviendo por encima de nuestros medios", afirmó Dean Baker, del Centro de Investigaciones Políticas y Económicas de Washington.

Los estadounidenses sacan préstamos para pagar gastos comunes y ya no ahorran.

La tasa de ahorros personales cayó por debajo del 1% a fines del 2007 y a comienzos de este año, de acuerdo con la Oficina de Análisis Económico, una dependencia del gobierno nacional. Esa oficina dijo que mucha gente está acudiendo a tarjetas de crédito y a sus ahorros para cubrir gastos de la vida diaria. La escasez de ahorros contrasta con lo sucedido en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. A comienzos de los años 70 los estadounidenses ahorraban más del 10% de sus ingresos.

Ahora, las familias destinan prácticamente la totalidad de sus ingresos a los gastos de la vida diaria, y en muchos casos se quedan cortos.

"En la era del crédito, que es como vivir con esteroides, uno no ahorra, no gana lo suficiente. Uno en la práctica financia entre el 20 y el 30% de sus gastos", afirmó Robert Manning, autor de "Credit Card Nation: The Consequences of America's Addiction to Credit" (La nación de las tarjetas de crédito: Las consecuencias de la adicción de los estadounidenses al crédito).

En esta nueva era se obligará al consumidor a respetar reglas más estrictas.

El consumidor, no obstante, ya ha comenzado a dar muestras de un cambio de mentalidad, postergando la adquisición de bienes, buscando alternativas más baratas, comiendo afuera menos y reconsiderando su tendencia a financiar todo.

Los préstamos al consumidor bajaron por primera vez en una década en agosto, a una tasa anual de 3,7%, lo que se reflejó en una fuerte caída en los préstamos para automóviles y una un poco menor en la concesión de tarjetas de crédito.

La restricción al crédito obligará a las familias a recortar gastos y a vivir de su sueldos, no de prestado, según Frank Badillo, economista de la firma consultora TNS Retail Forward, de Columbus, Ohio.

"Vamos a ver cambios sustanciales en el comportamiento del consumidor", pronosticó.

Desde que los precios de la gasolina llegaron a los cuatro dólares el galón (cuatro litros), los estadounidenses comenzaron a comprar autos más pequeños y eficientes, y a usarlos menos que antes. La demanda de casas en los suburbios cedió.

La costumbre de endeudarse es parte de la historia de Estados Unidos.

"¿Cómo hizo esa gente religiosa inglesa para venir a este país en el Mayflower? Vinieron con lo que se podría describir como un plan de pagos", expresó Lendol Calder, autor de "Financing the American Dream: A Cultural History of Consumer Credit" (La financiación del sueño americano: Una historia cultural del crédito al consumidor).

En los últimos tiempos, al estadounidense común se le decía que estaba bien endeudarse siempre y cuando la deuda no consumiese más del 25% de sus ingresos.

Los prestamistas encontraron la forma de burlar esa recomendación ofreciendo hipotecas pagaderas en 30 años en lugar de 20, y préstamos para automóviles pagaderos en hasta siete años en lugar de los tres de siempre.

La industria crediticia inventó luego los préstamos de alto riesgo y le dio a personas con historiales bancarios malos la posibilidad de comprar viviendas. Se llegó a una situación en la que alguien podía conseguir hipotecas sin pagos iniciales ni documentos que corroborasen sus ingresos. También se estimuló a la gente a contraer préstamos avalados por la valorización de sus viviendas (equity loans).

La burbuja finalmente estalló y los estadounidenses seguramente deberán aprender ahora a vivir dentro de sus posibilidades.

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