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Estímulo económico: ¿gastar o recortar?

El plan de estímulo estadounidense combina gasto gubernamental y deducciones fiscales; todos concuerdan en que ambos mecanismos son importantes, el problema está en cuál debe predominar.
mar 20 enero 2009 06:00 AM

La recién estrenada administración Obama y el Congreso estadounidense continúan su labor de diseñar un paquete masivo de estímulos para ayudar a la economía.

El plan propuesto, de 825,000 millones de dólares (mdd), combina gasto gubernamental con deducciones fiscales con la esperanza de aumentar el PIB nacional a 3.7% y salvar o crear entre 3.3 y 4.1 millones de empleos hacia el final del 2010.

Aunque el desglose final del paquete sigue pendiente, gran parte del debate se centra en la efectividad de cada medida como medio para reanimar la economía. Por ahora, el plan contempla aproximadamente 550,000 mdd en gasto y 275,000 mdd en deducciones fiscales.   

Abrir el grifo de dinero...

Numerosos economistas defienden la importancia del gasto, aduciendo que el gasto gubernamental ayuda más a estimular el PIB, un indicador clave de la salud fiscal. Es decir, el gasto contribuye más porque cada dólar pagado a un trabajador es luego empleado para comprar alimentos o ropa, causando un efecto dominó tributario.   

Por el contrario, si un trabajador ahorra una tercera parte del dinero que obtiene por la deducción fiscal, y gasta un poco adquiriendo productos importados, entonces el estímulo al PIB sería mínimo.

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Según un estudio llevado a cabo por Mark Zandi, economista en jefe de Moody's Economy.com, el PIB estadounidense crece 1.59 dólares por cada dólar gastado en infraestructura, mientras que una deducción fiscal empresarial sólo lo haría crecer 30 centavos de dólar.

"La combinación entre mayor gasto y deducciones fiscales es la adecuada, pues el gasto le da un mayor empuje a la economía, pero las deducciones también ayudan porque aunque no son tan efectivas sí funcionan rápido" explica Zandi.

Apoyándonos en dicho estudio, las formas más eficientes de gastar el dinero gubernamental serían: aumentar temporalmente los cupones de alimentos (supone un crecimiento de 1.73 dólares por dólar), ampliar los beneficios por desempleo (1.63 dólares por dólar) y ayudar directamente a los estados que atraviesan dificultades financieras (1.38 dólares por dólar).

El actual borrador del plan refleja ese énfasis en el gasto. Los cerca de 550,000 mdd de gasto gubernamental incluyen: 159,000 mdd para educación; 154,500 mdd para asistencia sanitaria; 92,000 mdd para infraestructura; 58,000 mdd para inversiones en energía; 71,500 mdd para ayuda a los pobres y desempleados; y miles de millones más para ciencia, tecnología y vivienda.

O aliviar la carga tributaria

Pero la eficacia de las reducciones fiscales también tienen sus defensores, y la versión actual del plan contempla 275,000 mdd en desgravaciones para individuos y empresas. Para las empresas habrá deducción fiscal por inversión de capital y las personas podrán obtener un beneficio fiscal por 500 dólares (1,000 para las familias), un crédito fiscal por 2,500 dls para colegiatura universitaria y los propietarios de vivienda deberán menos.

Algunos investigadores subrayan el efecto positivo de las deducciones fiscales sobre el PIB. Christina Romer, profesora de la Universidad de Berkeley y elegida por Obama como presidenta de su Junta de Consejeros Económicos, afirma que no debe subestimarse el poder de las deducciones como medio para estimular la economía.

Por tal razón muchos conservadores quieren modificar la parte del plan relativa a los beneficios tributarios. Para Norman Ornstein, becario del The American Enterprise Institute, la actual combinación entre gasto y recortes fiscales estipulada en el paquete no refleja la importancia de los beneficios fiscales y por ello no tendrá el efecto estimulativo deseado.

Para algunos expertos, lo que se necesita es menor gasto. "Cualquier aumento en el gasto gubernamental es mala idea, es como darle a un alcohólico la llave de la cantina" apunta Daniel Mitchell, miembro del Cato Institute, y añade que el mejor estímulo es reducir el gasto e implementar un impuesto lineal.

Más allá de la proporción final -entre gasto y reducciones fiscales- que guarde el paquete de estímulos, sus metas son ambiciosas: reducir el desempleo por dos puntos porcentuales, duplicar la producción de energía alternativa en tres años, modernizar el 75% de los edificios federales y aumentar la eficiencia energética en dos millones de hogares.

Esos objetivos y el enorme gasto vendrán, no obstante, a un precio muy alto. El gobierno prevé que este año el déficit federal alcanzará los 1.2 billones de dólares, siendo que el monto total de la deuda nacional asciende a 11.5 billones de dólares... y eso sin contar el paquete de estímulo económico.

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