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´Compre Americano´, arma de doble filo

El gobierno estadounidense aplicará una disposición comercial que ha sido tachada de proteccionista; partidarios del libre comercio debaten la posibilidad de que esta política empeore la crisis.
lun 09 marzo 2009 06:00 AM
En los tiempos de crisis, los gobiernos deben apostar por políticas más atrevidas, opina Ibarra. (Foto: Dreamstime)
crisis (Foto: Dreamstime)

Algunos temen que la tendencia proteccionista que se esparce por el mundo pueda intensificarse hasta convertirse en una guerra que aniquile el crecimiento del comercio internacional.

La disposición ‘Buy American' (Compre Americano) que el Congreso deslizó en el proyecto de ley de estímulo el mes pasado es sólo una de las medidas que los gobiernos impulsan durante esta crisis global sin precedentes. Dicha medida requiere que los contratistas que obtienen dinero de estímulos compren acero, hierro y otros productos manufacturados hechos en los Estados Unidos.

Sin embargo, la disposición aprobada es mucho más débil que la propuesta inicial. Ésta exenta a las compañías de 20 naciones desarrolladas -tales como Canadá, Japón y varios miembros de la Unión Europea. También les permite a los contratistas comprar materiales extranjeros en caso de que la compra de productos estadounidenses equivalentes eleve el costo del proyecto en al menos un 25%.

La disposición se aplica a países como China, Brasil, India, Rusia, entre otros, y es parte de un creciente tropel de medidas proteccionistas. Los gobiernos, que gastan miles de millones para sostener sus economías, están bajo la presión de los votantes, que buscan que el dinero nacional se destine a la ayuda de las industrias nacionales.

Pero el debate de si la asistencia a la industria doméstica es buena, mala o simplemente no ha ido lo bastante lejos, está abierto.

Arguyendo a favor de un mayor proteccionismo

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Los partidarios del proteccionismo en los Estados Unidos dicen que el proteger a las industrias domésticas sin importar las represalias que otras naciones tomen, es vital si queremos mantener nuestra capacidad de manufactura y los empleos bien pagados que la acompañan.

"Aquí, la base de manufactura es por completo inadecuada para sostener los estándares de vida del primer mundo", dijo Alan Tonelson, un socio investigador del Consejo de Negocios e Industrias de los Estados Unidos, el cual representa a los fabricantes pequeños y medianos.

La falta de manufactura "es lo que nos trajo aquí en primer lugar", dijo Tonelson, refiriéndose a la recesión.

"El país no se escapará de esto a través de la importación, ni de los gastos o los préstamos", añadió. "Debe hacerlo a través de la producción".

Aunque algunos socios comerciales de los Estados Unidos reaccionaron con fuerza en contra de la norma ‘Buy American' original -en especial Canadá y Brasil, el segundo de los cuales amenazó con una demanda- Tonelson le ve pocos inconvenientes al incremento del apoyo gubernamental.

Muchos de nuestros socios comerciales, dijo, ya tienen sus propias medidas proteccionistas en su sitio, ya sean explícitas u ocultas en forma de burocracias gubernamentales que favorecen sus propias firmas.

"(Los fabricantes estadounidenses) ya se quedaron fuera de muchos contratos de compra", dijo. "¿Qué tanto más daño podrían hacer estas disposiciones?"

Aunque la cláusula ‘Buy American' fue diluida, Tonelson la ve como un trampolín hacia mayores protecciones.

El investigador nombró a la energía renovable como un sector que merece más apoyo gubernamental. Dicho apoyo superaría por mucho la exoneración fiscal del 30% que el plan de estímulo les ofreció a los fabricantes de artículos como turbinas eólicas y celdas solares, y podría exigir pagos en efectivo por parte del gobierno.

"Tenemos este importante precedente que ha sido establecido", dijo. "Vamos a intentar vencer esto tanto como podamos".

Los partidarios del libre mercado

Es esta línea de pensamiento la que ha preocupado tanto a los librecambistas.

Buy American, en su forma diluida, no se considera una disposición particularmente restrictiva. Pero hay un miedo a que pueda crecer. Para los librecambistas -que incluyen a los ex presidentes George Bush y Bill Clinton- eso significaría la perpetuación de las industrias locales ineficientes, el aumento de los costos de la mercancía y la disminución de la calidad, lo que dificultaría la recuperación económica global.

Una gran cantidad de países ha promulgado o promueve varias formas de protección gubernamental para sus industrias domésticas.

Durante más o menos un año, el Primer Ministro de Inglaterra, Gordon Brown, ha impulsado una campaña llamada "British jobs for British workers" (Los empleos británicos para los trabajadores británicos) mientras el país prueba su propia forma de estímulo -una campaña que atrajo fuertes ataques por ser ilegal y tal vez incluso racista.

China expandió hace poco una exoneración fiscal que ampara a sus exportadores, una jugada que muchos vieron como proteccionista. Turquía, Indonesia, India y Rusia son sólo algunos de los países que han elevado los aranceles o les han impuesto otros obstáculos a las importaciones. Todo esto encima del rescate financiero de las industrias automotrices de los Estados Unidos, Europa, y tal vez pronto Japón.

"Esto ya está creciendo, y sólo es el principio", dijo Jeffrey Schott, uno de los socios principales del Instituto Peterson de Economía Internacional.

La industria del acero algunas veces se usa como ejemplo de por qué el proteccionismo no funciona. Frente a la dura competencia extranjera a principios de los 80s, el negocio del acero estadounidense luchó -y ganó- por la creación de aranceles proteccionistas que se impusieron a los productos importados de sus competidores extranjeros.

Sin embargo, muchos acereros cayeron en bancarrota de cualquier modo, ya que se confiaron en el proteccionismo en lugar de hacer las dolorosas pero necesarias reformas que podrían haber salvado sus negocios.

Por supuesto que Schott quiere trabajos domésticos de manufactura, pero no cree que las protecciones comerciales sean la manera de obtenerlos.

"Los políticos están bajo presión, les preocupa que el dinero se vaya al extranjero, pero esa es la visión reducida", dijo. "Si impones restricciones, sólo vas a aumentar el costo de los artículos que se producen. La sustentabilidad de la recuperación será puesta en riesgo".

Además, existe otro peligro. Las firmas que consigan la protección gubernamental podrían verse forzadas por el gobierno a ocuparse en mayor medida del mercado doméstico.

De acuerdo con Paul Donovan, economista global del banco suizo UBS, esto ya sucede en la banca.

Según Donovan el gobierno británico requiere que los bancos a los que ha rescatado restrinjan los préstamos al extranjero y liberen más dinero para el frente local.

"Esto hace más difícil el ser en verdad global", dijo Donovan.

En una economía global, tener bancos cerrados al extranjero es tan peligroso como tener gobiernos cerrados al extranjero.

"Hubo una serie de respuestas nacionales a la crisis global", dijo, "Necesitamos regulaciones globales consistentes, no regulaciones nacionales inconsistentes".

Lejos de la década de 1930

El ejemplo más extremo del proteccionismo fuera de control es la ley Smoot-Hartley de 1930. En un intento por proteger a los fabricantes domésticos, la ley le impuso un arancel a una gran gama de importaciones que llegaban a los Estados Unidos. Muchos dicen ahora que eso jugó un rol clave en la transformación de la recesión en depresión, ya que otras naciones tomaron represalias con sus propios aranceles y el comercio internacional se detuvo por completo.

Sin embargo, nadie dice que estemos ni remotamente cerca de ese punto.

Para algunos, las medidas que hemos visto hasta ahora, ‘Buy American' entre ellas, son sólo pequeños bullicios motivados por la política, que después de ser establecidos para apaciguar a los votantes son silenciosamente mitigados por los negociadores comerciales.

"La política comercial de Obama deja claro que la administración ejercerá el libre comercio", dijo Sean West, analista de la consultora política Eurasia Group. "A pesar de algunas distorsiones, el miedo a un proteccionismo real que pudiera arrastrar a los Estados Unidos a una guerra comercial es exagerado".

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