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Los retos del G20: la acción humana

La cumbre del Grupo de los 20 es la oportunidad para que la humanidad actúe como un motor de cambio; resulta esencial que los mandatarios apuesten por un liderazgo efectivo que solucione la crisis.
vie 03 abril 2009 06:00 AM
El autor considera urgente que el G20 inicie un proceso que reduzca las desigualdades económicas entre países. (Foto: Reuters)
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El grupo de los 20 países más grandes del mundo se reunió en Londres. La conversación y los acuerdos versaron sobre la crisis que enfrenta el mundo. Es importante recalcar que la crisis ha cobrado una fuerte factura, en parte por la dilación de la puesta en marcha de políticas que ataquen el problema y planteen el inicio de solución.

Esta falta de concreción se le puede atribuir a varios aspectos entre los que destacan el vacío de poder y decisión provocado por el relevo político en los Estados Unidos, la carencia de Instituciones Internacionales preparadas para acometer este tipo de fenómenos, los procesos de concentración de las actividades financieras bajo una sola organización y la falta de visión acerca de la trascendencia del ser humano como un motor de cambio y bienestar común.

El mundo cuenta con un presidente estadounidense cercado por su propia agenda. El terrorismo, la inseguridad aledaña y la presión de los grupos de poder que desean renacer de las cenizas, han acotado las decisiones de Obama. Sin embargo, es este presidente quien tiene la oportunidad histórica de actuar en pro de las personas como un todo e impulsar un cambio que cimentará el desarrollo humano de los próximos cincuenta años. Para ello, se requiere negociación, paciencia y ocho años de gobierno, al menos al principio

¿Qué se tendría que negociar? En lo urgente, aceptar la visión de una reconstrucción del sistema financiero y monetario internacionales, iniciar un proceso de convergencia regional que tiene que reducir las desigualdades económicas entre países, ampliar las oportunidades laborales y empresariales de las personas, facilitar la movilidad de las mismas y promover la separación de las actividades productivas en unidades de negocio individuales. Esto iniciaría un gran sin precedente, que implica riesgo, pero que al final puede traer un mejor mundo para vivir.

Estas iniciativas deben centrarse en la persona como motor de su propio bienestar y del ajeno. Comprender que nuestra naturaleza animal debe dejar el espacio a nuestra construcción social llamada ser humano. Es la capacidad de decidir sobre el futuro, y la imaginación del mundo, que creo, tal vez soy ingenuo, todos deseamos, lo que habrá de resolver este problema.

Un mundo basado en el intercambio, los valores y los derechos humanos. Porque el modelo del mundo actual: despiadado, cínico y arrogante, en lo económico para acabar con la competencia y dar paso a la rivalidad, en lo social para recurrir a las donaciones y olvidarnos del dolor de otros, y en lo político para actuar en el nombre de los representados, pero promoviendo el bienestar propio, lo que nos tiene al borde la tragedia.

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Es hoy la cita, donde los representantes, nuestros representantes, apostarán por el renacimiento o por la crónica de una muerte anunciada.

*El autor es director de las carreras de Finanzas y Economía del Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Santa Fe.

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