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Nueva deuda y crecimiento económico

Un inadecuado manejo de los pasivos públicos juega en contra del crecimiento del PIB; si México utiliza la nueva línea de 47,000 mdd del FMI debe emplearla para impulsar la economía.
vie 17 abril 2009 06:00 AM
La crisis dejó al descubierto a las firmas que no revelaron la profundidad de sus riesgos financieros. (Foto: Dreamstime)
Crisis (Foto: Dreamstime)

Hace unos días la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP) presentó de manera formal su nuevo escenario económico en conformidad al Artículo 42, Fracción I, de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria. En dicho documento se presentan los criterios preliminares bajo los cuales la institución prevé se comportará la economía mexicana en el presente año.

De manera general resalta el cambio de postura que oficialmente se tiene sobre la prospectiva de crecimiento económico, y es que a la corrección realizada por la propia SHCP en el pasado mes de octubre, el nuevo documento le agrega un cambio mayor. Anteriormente se contemplaba un crecimiento económico de 1.8% para 2009, pronóstico que se encontraba muy alejado de la realidad pero bajo el cual se realizó la planeación de recaudación fiscal en materia de ISR, IVA, IEPS y los generados por los  recursos petroleros. En el nuevo escenario la SHCP plantea una contracción de 2.8%, con lo cual la corrección total del PIB es de 4.6%.  La situación es aún más crítica cuando se observa que en la presentación de los criterios de política originalmente presentados al congreso, la proyección fue de un crecimiento económico de 3.0%. En otras palabras, las expectativas oficiales han modificado su pronóstico sobre el PIB  en alrededor de 5.8%, si se contempla que en general la economía de México contabiliza alrededor de un billón de dólares, podrá observarse que dichos cambios no son menores.

Sin duda el hecho de que la economía cayese más de 9% en enero implicó una contracción del consumo, la inversión y el empleo, algo que ya comentamos hace un par de semanas. No obstante, en materia de empleo se puede agregar algo interesante. De acuerdo a las cifras publicadas por el IMSS, hasta el mes de marzo se han perdido 372 mil empleos si se compara la cifra con el mismo mes de 2008. Si bien pareciera que respecto a febrero se tiene una ligera recuperación en realidad dicho cotejo no es del todo correcto, fundamentalmente porque la información presentada por el IMSS no tiene el ajuste estacional pertinente. Lo que si puede afirmarse es que la contracción del empleo se encuentra enmarcada por un escenario que presenta una menor actividad económica, algo que hasta hoy se reconoce oficialmente mediante la prospectiva de  un crecimiento negativo para 2009.

De igual forma se tiene que el precio del petróleo se encuentra en niveles inferiores a los originalmente estimados. La proyección de 70 dólares está lejos del  promedio de 42 dólares que la mezcla mexicana ha mantenido en los primeros meses del año, y si bien  puede argumentarse que se tiene un seguro para los primeros meses del año, también debe reconocerse que el mismo cada día se encuentra más cercano a expirar, por lo que sus beneficios terminarán. La pregunta aquí es ¿qué implicaciones tiene ello para el manejo de las finanzas públicas del país?

Sin duda la principal afectación se da en materia social, ya que miles de familias se encuentran sumidas en el desempleo, sin embargo, y a reserva de tratarlo en contribuciones posteriores, hoy parece importante recapacitar en las consecuencias que ya se vislumbran para la economía mexicana en general, principalmente por el manejo de las finanzas públicas.

En días pasados se anunció que el país había contratado una línea de crédito contingente por alrededor de 47,000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El comunicado de la  SHCP indica que dicho crédito no se encuentra condicionado a la aplicación de algún tipo de política económica. No obstante la propia institución se encarga de dar a conocer la razón por la cual el FMI concedió el crédito a México, y simplemente es porque el FMI no condiciona el préstamo, pero si califica a los aspirantes bajo criterios que en esencia se encuentran orientados por la aplicación previa de las condicionantes que el FMI emplea en todos los países en desarrollo que requieren su ayuda. Por tanto puede entenderse que el otorgamiento del crédito está avalado por haber utilizado una lógica económica  que de manera general sigue los lineamientos del FMI.

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Sin adentrarse a si lo anterior es bueno o malo, lo que sí se puede adelantar es que durante los últimos 25 años la política económica mexicana ha seguido el paradigma del FMI y el Banco Mundial, y en donde el crecimiento económico promedio ha sido de un paupérrimo 2.6%.

Pero, ¿qué representa la nueva contratación de esta potencial deuda? Básicamente la necesidad que tiene el gobierno federal por recursos ante un escenario económico contractivo, el cual se equivocó en diagnosticar de manera oportuna. En este sentido el primer afectado de la falta de acierto es el propio gobierno, el cual ahora debe comenzar a buscar recursos contingentes para tratar de enfrentar la crisis económica, que si bien es mundial ello no exime a los gobiernos de la obligación para formular escenarios adecuados.

La contratación de nueva deuda  puede ayudar a tener recursos en tiempos de escasez, pero también es importante reflexionar  sobre las potenciales implicaciones  futuras que ello tendrá, y es que las lecciones que la historia económica reciente de México arrojan es el de un inadecuado manejo de la deuda, hecho que limita la capacidad financiera del gobierno federal.

La deuda pública de 2.3 billones de pesos reportada a fines de 2008, solamente constituye la punta del iceberg, ya que a la misma debe agregarse el monto de los pasivos contingentes. De manera conjunta el débito total supera al PIB, situación que si reviste un verdadero problema estructural, y lo cual limita las capacidades de la economía. Cuando a ese monto se le busca agregar un nuevo débito, aún para enfrentar la crisis, debe tenerse claro que si dichos recursos no generan crecimiento económico, como ha pasado anteriormente, ello repercutirá en acrecentar el problema estructural que hoy se vive: sin crecimiento, no hay empleo, inversión y consumo, la recaudación de impuestos disminuye y el gobierno contrata más deuda, por lo cual debe pagar intereses y disminuir su gasto en áreas como la inversión productiva, investigación, salud, etcétera, una historia que ya conocemos y que lleva a un problema de bajo crecimiento económico estructural.

Lo anterior motivó a que el gobierno creará instrumentos para realizar inversión en áreas como Pemex o la Comisión Federal de Electricidad. Sin embargo los conocidos como Pidiregas carcomen parte del presupuesto federal porque su ineficiencia y mala valuación generaron proyectos que no han tenido el impacto económico originalmente planteado, por lo que sus pasivos ya superan a la deuda provocada por el Fobaproa-IPAB.

Cuando el precio del petróleo baja las contradicciones presupuestales se exacerban aún más, por lo que presentar un presupuesto con un crecimiento económico irreal no ayuda a superar la coyuntura y mucho menos los problemas sistemáticos. Aún si Estados Unidos sale rápidamente de su recesión lo único que implicará es que la gravedad será menor pero ello no repercutirá en la solución de fondo, ya que para ello debe realizarse un profundo cambio en el manejo presupuestal y de aplicación de los recursos públicos, en donde el enfoque sea crecimiento, eficiencia, bienestar y productividad, de otra manera los resultados positivos nunca llegarán.

* El autor es profesor del Departamento de Finanzas y Economía del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y se ha desempeñado laboralmente en los sectores privado, académico y público, en este último como Subdirector de Análisis Macroeconómico en la Secretaria de Hacienda y Crédito Público.

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