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Wall Street, mejor aburrido, pero seguro

Se debe apostar por dividir las grandes entidades para evitar crisis y nuevos rescates; ahora los grandes bancos de inversión comienzan a levantarse, pero el ciudadano de a pie aún no.
mié 20 enero 2010 06:05 AM
Bancos como Lehman Brothers tomaron riesgos excesivos para competir con bancos de inversión. (Foto: Reuters)
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Llegó la hora de los bonos: los días de fiesta para Wall Street ; el día en que los empleados se enteran lo ricos que van a ser. Pero este año, la época de bonos serán los días de lamentación.

Wall Street, que se entera de todo, se queja de la gente que resulta beneficiada de bonos multimillonarios cuando hay una tasa de desempleo de 10%, y una angustia pública. Intentan resolver sus problemas tratando dando la impresión de una operación inspirada en la gente (en vez de una operación egoísta), dando a conocer contribuciones caritativas a programas de préstamos a pequeños negocios. Esta maniobra no puede funcionar de ninguna manera.

En épocas más prósperas, Wall Street podía explicar sus obscenos niveles de compensación alegando que necesitaba pagar lo necesario para mantener a los mejores y más astutos en sus equipos. Pero eso no tiene sentido hoy, pues el colapso de en las bolsas dio pie a la Gran Recesión, cuyos efectos siguen resonando en casi cualquier lugar, excepto ahí. 

Lo cierto es que incluso nombres bien conocidos como Goldman Sachs y JPMorgan Chase fueron rescatados por dinero de los contribuyentes tras el gran colapso crediticio, a mediados de 2007. Si la Reserva Federal y otros banqueros centrales no hubieran inundado al mundo con efectivo barato, las contrapartes de Goldman y Morgan (los que están del otro lado de las apuestas del mercado) habrían caído. Eso los habría eliminado. Los 240,000 millones de dólares del dinero del Fondo de Alivio para Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés) que fueron prestados a los bancos (que la mayoría ya pagó) fue una cantidad relativamente trivial.

En un mundo ideal, Wall Street ya se habría percatado de la generosidad del público dejando de pagar los grandes bonos de más de seis dígitos - ¡claro!, sus trabajadores necesitan dinero para sobrevivir en la costosa ciudad de Nueva York . En vez de eso, habrían hecho una contribución voluntaria y voluminosa al Gobierno que los salvó.

Pero ellos no ven ningún negocio en la gratitud, pues continúan en el negocio de hacer dinero.

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Washington tampoco está actuando bien. Se queja de Wall Street pero adopta conductas simbólicas, como las denuncias del presidente Obama sobre los bonos "obscenos" y "banqueros clave", pero no ha atendido el punto más importante: dividir esas instituciones para que ya no sean tan grandes que sea imposible dejarlas caer. Nadie quiere meterse con las instituciones que tienen el poder real, pues son fuentes de contribución a las campañas y pueden ofrecer empleos lucrativos después de que termine el tiempo en el servicio público.

Bolsas aburridas pero seguras

¿Cómo podemos unir a Wall Street con los negocios regulares? No se puede, pero podemos asegurarnos de que no tenga que volverse a presentar el escenario para rescatarlo, sólo para verlos recuperarse y generar ganancias enormes mientras el resto del país sigue sufriendo.

Primero hay que hacer lo obvio: dividir a las instituciones gigantescas y convertirlas en operaciones aburridas pero seguras, como toma de depósitos y préstamos personales, y comerciales, eliminando también las operaciones "pistoleras", como la especulación en swaps de crédito que no pudieron pagarse. Se dará un respaldo federal para lo aburrido pero seguro, pero no a la especulación.

Sacar a los bancos comerciales del negocio pistolero también eliminará la carrera de las entidades financieras que permitieron que los ahora desaparecidos Bear Stearns y Lehman Brothers tomaran riesgos excesivos para competir con bancos de inversión que eran propiedad de bancos comerciales.

Se permitirá que las empresas pistoleras fracasen, y no tendrán dinero de inversionistas públicos en riesgo al poseer sus acciones, y podrán pagar tantos bonos como quieran porque, como entidades privadas, no tendrán mucho al descubierto, y nadie fuera de Wall Street pondrá atención en lo que están pagando.

Sus gestores y empleados podrán obtener efectivo mediante la venta de acciones en el mercado público, al igual que pueden hacerlo ahora.

Nosotros, los ciudadanos regulares, no tendremos que preocuparnos de los negocios riesgosos de Wall Street, y éste hará lo que quiera con su dinero, de la misma forma que lo hacen los fondos de cobertura y la mayoría de las empresas de compra de participación. Habrá muchas menos quejas, lamentos y poses, pero creo que podremos vivir con eso.

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