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La isla ‘termómetro’ de Wall Street

Nantucket Island recibe de los neoyorquinos sus mejores ingresos como su sitio de descanso favorito; ante la debacle de los últimos años, el efecto en la pequeña comunidad se ha magnificado.
mar 20 julio 2010 06:02 AM
Las viviendas de lujo perdieron valor, y los nativos de la zona también sufrieron con sus hipotecas ante la baja del turismo. (Foto: Cortesía Fortune)
nantucket vivienda eu nueva york massachussets (Foto: Cortesía Fortune)

En la última década, Nantucket Island (isla en Massachussets y cercana al área de Nueva York) ha fungido como medidor de las fortunas de Wall Street. El vidrio se rompió después de años de presiones insostenibles. Pero el barómetro se eleva una vez más mientras algo nuevo e inesperado ha llegado al paraíso veraniego: las ejecuciones hipotecarias , las ventas cortas, las subastas fallidas y un presupuesto municipal cada vez más reducido. Mientras los financieros pueden reducir los precios y salir corriendo, los locales son quienes resultan más afectados.

"Son dos mercados diferentes", dice Brian Sullivan, agente de Maury People Sothebys. Por un lado está Wall Street, y por el otro están todos los demás. Puedes ver en la lista de bienes raíces de Yahoo las propiedades en peligro en Nantucket: casi dos tercios están listados por debajo de un millón de dólares, el sector del precio dominado por los 12,000 residentes permanentes de la isla. Pero los bancos han dado la espalda a los pequeños prestamistas, así que todos los que quieran comprar verán difícil la obtención de un préstamo . "Quieren prestar a gente que pida un millón y medio de dólares o más", dijo Sullivan.

Las apretadas finanzas explican parte del problema de las ejecuciones hipotecarias, algo que no se había mencionado en Nantucket desde que el sistema de ahorros y préstamos explotó a principios de la década de los 90. En los primeros seis meses de 2010, las ejecuciones hipotecarias aparecieron en 20 de 163 ventas, el doble en comparación a la tasa de 2009.

"Cualquier persona podía obtener una hipoteca", dijo David Callahan, copropietario de Jordan Real Estate, con respecto a la época de bonanza. Es así como una casa comprada en 356,000 dólares terminaba vendiéndose en subastas por 425,000 dólares. Pero eso no era de ayuda para el dueño, según Callahan, un pequeño empresario en el negocio de la construcción. Tuvo que emplear la casa como banco personal, tomando prestado "medio millón de dólares" para conseguir todo tipo de cosas. Como en muchos lugares en todo Estados Unidos, el optimismo superó a la razón, ocasionando el desastre del eslabón más débil de la economía.

Los empleos para los residentes se evaporaron cuando los turistas de Wall Street se retractaron y dejaron de visitar el lugar. Nadie esperaba que los permisos de construcción se redujeran a 43, como ocurrió el año pasado, el número más bajo desde que el pueblo comenzó a llevar registro en 1972.

Los vendedores dicen que el mercado se ha reapreciado en cerca de 25%. Otros medidores muestran una caída del valor mucho más pronunciada, pues algunas propiedades se venden en cerca de la mitad del valor que los asesores del pueblo habían derivado con fines fiscales. Eso tampoco ha ocurrido desde la crisis de préstamos y ahorros, cuando las casas se vendieron, en promedio, al 72% del valor calculado, según información recaudada para Fortune por Rob Ranney, valuador de Denby Real Estate.

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"Los cálculos son apreciaciones vagas del mercado", dijo Deborah Dilworth, valuadora del pueblo. Tan sólo viendo el blog de bienes raíces de Brian Sullivan, que compara las ventas recientes con los cálculos evaluados, ahora con base en las ventas de 2008, se puede comprobar esto. Una casa en Squam Road 66, comprada en 1.08 millones de dólares, recibió una apreciación calculada de 1.86 millones de dólares; la casa de 1.2 acres en West Chester 47, a la orilla del mar, fue comprada en 900,000 dólares cuando estaba valuada en 1.86 millones de dólares.

Pero al menos estas propiedades se venden: la isla ha visto fracasos en sus subastas, la más espectacular fue la de Point Breeze, un hotel del siglo XIX que quedó indefenso cuando un inversionista decidió renovarlo en el momento equivocado. Así es como TD Bank se quedó atrapado con una factura de 40 millones de dólares. Una subasta en febrero sólo atrajo a un pujador por 5 millones de dólares; el banco se quedó con la propiedad.

Pero al igual que una ostra, algunas ventas lucen bien hasta que se abren: ésta es la historia de Top Gale Lane 15, una casa que solía ser propiedad del desarrollador de bienes raíces comercial Scott Lawlor, quien nunca pudo mudarse a la propiedad remodelada porque, como dice Callahan, permaneció mucho tiempo en el negocio de los bienes raíces.

Lawlor ya había perdido el edificio de John Hancock en el centro de Boston después de que su compañía entrara en moras en 2009, por una factura de 525 millones de dólares, pero logró mantenerse a flote en las hipotecas en Nantucket y Greenwich, Connecticut. No fue ninguna sorpresa que la propiedad fuera comprada por un ejecutivo financiero que prefirió mantenerse en el anonimato, por 19.2 millones de dólares. Las pocas propiedades trofeo mantienen su valor incluso cuando los vendedores están ansiosos por seguir adelante.

Buitres en la isla

Los cazadores de gangas en el resto del mercado están temerosos. Nadie quiere llevarse algo muy barato y esperar mucho tiempo a un comprador. Jacquie y Bill Colgan, de Summit, Nueva Jersey, eran cazadores de gangas determinados, y encontraron su ballena: una casa de 10,000 pies cuadrados, propiedad del banco, por 1.175 millones de dólares, cerca de la mitad de su valor real, dijo John Merson, inversionista local cuyo hogar renovado del siglo XVIII está rentado en un 60% para esta temporada vacacional. La gente como los Colgans son una especie de bendición para Nantucket.

Le darán a la casa la remodelación necesaria, renovando y mejorando su imagen; ellos ven la propiedad como un punto de reunión de varias generaciones a futuro, pero están importando a su propio equipo de trabajadores para reparar la casa, pues los locales son muy costosos, incluso ahora, dijo Jacquie Colgan.

Gracias a las crecientes fortunas de Wall Street, las ventas de los primeros seis meses de 2010 se han duplicado a 246 millones de dólares. Claro que 2009 fue un año increíblemente anémico, pero el optimismo va a la alza. Sullivan cree que el bache reciente en las transacciones de lujo significa que habrá trabajo significativo para los locales en los próximos 8 a 15 meses. El año pasado, dijo que las cosas eran tan turbias que no veía ninguna salida.

Pero ahora, los vacacionistas de Wall Street están volviendo a gastar con soltura, sobre todo desde el fin de semana del 4 de julio, cuando los súper ricos regresaron con las carteras abiertas. Esa semana, Jon Winkelried, ex funcionario de Goldman Sachs, por fin firmó un contrato para vender su propiedad apenas por debajo del nuevo precio de 29 millones de dólares, un récord de la isla que ha hecho que algunos de los residentes se pregunten en qué año están. Claro que cuando Winkelried puso la propiedad frente a la playa a la venta en 55 millones de dólares en 2008, fue un precio que nadie tomó en serio.

Sullivan dice que la isla de 14 millas de largo sólo tiene 8% de terreno disponible para construcciones privadas. Los terrenos de fuerte demanda y poco suministro eventualmente comenzarán a restaurar la salud de la economía.

Al perecer volverá a empezar la fiesta, al menos en las casas frente a la playa de Nantucket, llevando parte del glamour a la "tierra lejana" (una traducción de Nantucket). Pero la fiesta es en efectivo, en su mayoría, y cada quién debe traer su insecticida: el pueblo dejó de fumigar contra mosquitos el año pasado: el asesor Dilhurth insiste en que el programa de fumigación fue eliminado porque no funcionaba, no porque debiera recortarse del presupuesto.

Pero el punto es que este recorte ocurrió en medio de la peor crisis económica en la historia de la isla y afectó a todos los rincones del pueblo, desde el departamento de bomberos hasta las compras de arena para el inverno, cuando las camionetas de Wall Street dejaron de visitar el lugar. Al igual que los problemas de los gobiernos locales y estatales en todo el país, el gobierno municipal dejó de hacer contrataciones para controlar el presupuesto.

Los residentes permanentes están contentos de ver cómo vuelve a salir el sol por el horizonte, pero los parches oscuros en Nantucket permanecerán fijos para aquellos que resultaron afectados por los excesos que ocurrieron a unos 300 kilómetros de este lugar. Y en la oscuridad, los mosquitos se escuchan cerca.

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