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El verdadero ‘Patriota’ del futbol

Las decisiones de Robert Kraft han llevado a Nueva Inglaterra a encabezar las victorias en la NFL; el ejecutivo, cuyo padre esperaba que fuera rabino, admite que tiene varios defectos.
jue 04 noviembre 2010 06:00 AM
Robert Kraft en el estadio Gillette, en Foxborough, Massachusetts. (Foto: Cortesía Fortune)
Robert Kraft (Foto: Cortesía Fortune)

Robert Kraft convirtió a Nueva Inglaterra en un gigante del futbol. Ahora, todo lo que tiene que hacer es salvar a la NFL.

Ni el destino ni los dioses colectivos de las negociaciones pudieron haberlo preparado mejor. Tres días antes de la temporada de la NFL este año, una soleada mañana de jueves, el mariscal de campo estrella de los Patriotas, Tom Brady, conducía su Audi negro por la Avenida Gloucester en Boston cuando se estrelló con una camioneta que se había pasado un semáforo.

Brady intentó esquivarlo, pero el frente del Audi se estrelló con el lado de la minivan. "Me asusté mucho", dijo Brady después.

Había vidrios tirados por todas partes, una mujer que paseaba a su perro cerca del accidente cayó hacia atrás, y el conductor de la camioneta resultó seriamente herido. Los rescatistas tuvieron que emplear sierras para cortar metal para lograr sacarlo del auto. Brady se retiró del lugar sin un rasguño, y practicó con su equipo ese mismo día, pero no sin antes de darle el susto de su vida al dueño de los patriotas, Robert Kraft. "Debemos estar muy agradecidos", dijo Kraft a ESPN después del accidente. "Fue un verdadero milagro".

Al siguiente día, el milagroso Brady llegó a la oficina de Kraft y firmó un nuevo contrato de cuatro años, de 72 millones de dólares, que lo mantendría dentro del equipo de los Patriotas hasta 2014 y lo convertiría en el jugador mejor pagado en la historia de la NFL. La extensión del contrato había sido objeto de intenso escrutinio público desde hace meses, pues Brady se acercaba a la temporada final de su acuerdo de seis años sin un contrato. Aunque habían estado trabajando en un nuevo contrato, ambas partes dicen que el accidente fue lo que desencadenó esta medida. "Pongo en perspectiva todo lo que estamos haciendo", dijo Kraft. "Somos muy afortunados".

Después dijo a Fortune que tenían una relación muy especial, pues lo consideraba casi un hijo.

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Fue una situación particularmente difícil para Kraft, el dueño multimillonario del Grupo Kraft, un conglomerado de embalaje de papel, desarrollos de bienes raíces, comercio de valores e inversiones de capital privado. Como uno de los dueños de más alto perfil de la liga, tiene un papel clave en el sindicado de jugadores de la NFL por el tenso tema de las compensaciones, que ocasionaría un cierre patronal la temporada del próximo año si no se logra llegar a un acuerdo. "Brady es un activo único", dijo Kraft hace unas semanas. "Lo hicimos de forma responsable, fue lo correcto para el equipo y para la liga".

Robert Kraft sabe lo que le conviene a los Patriotas. En los 16 años que lleva a la cabeza del equipo, transformó una de las franquicias más débiles de la NFL en una de las más temidas, admiradas y rentables. Aunque pagó la cifra récord de 172 millones de dólares en 1994 por el equipo, la mayoría calcula que el valor actual de los Patriotas es de 1,400 millones de dólares. Además, él y los Patriotas, bajo el mando del entrenador Bill Belichick, han ganado tres Súper Tazones y más juegos en los últimos 10 años (126) que otros equipos de la NFL en cualquier década. También han ganado 21 juegos consecutivos en 2003 y 2004, la secuencia más larga en la historia de la NFL. Y no han sido exactamente discretos por esto, pues llamaron al 2000 la Década del Dominio.

Los éxitos de Kraft tanto con los Patriotas como con su negocio industrial le han dado una gran presencia entre otros dueños de la NFL y ejecutivos de la liga. Su perfil en la liga ha ido en aumento: es parte del comité ejecutivo de dueños y de otros cuatro comités, más que cualquier otro dueño. Como copresidente del poderoso comité de transmisiones de la liga, tiene un papel activo en la negociación de contratos lucrativos, que permiten a CBS, Fox, Comcast, ABC, y ESPN transmitir juegos de la NFL.

En 2006, el apoyo de Kraft a Roger Goodell fue influyente para que el nuevo comisionado fuera elegido. "Veo a Bob como a Lamar Hunt, uno de los fundadores de la liga", dijo Jerry Jones, dueño de los Vaqueros de Dallas. "No sé si exista alguien que haya hecho ese tipo de contribuciones a la franquicia de la NFL".

Ahora, con el punto muerto laboral, el papel de Kraft se renovó. La cuestión es qué proporción de los ingresos de la liga (actualmente de 60%) recibirán los jugadores en el futuro. El debate es complejo y tenso, pues lleva años de historia por ambas partes. Dada la estatura de Kraft en la liga, no habrá ningún acuerdo sin su consentimiento.

Kraft está seguro de que la liga y el sindicato firmarán un acuerdo a tiempo para prevenir el paro, como dijo a Fortune recientemente desde su oficina en el Estadio Gillette, rodeado de artículos de los Patriotas. "Muchos queremos hacer todo lo posible para que se logre". Expresó públicamente su optimismo después de una junta reciente de dueños de la liga en Chicago. También predice que la temporada de la NFL se extenderá a 18 juegos al año, en vez de los 16 que se juegan actualmente. Aunque eso aumentará el desgaste actual de los jugadores (un tema muy comentado por la serie de lesiones y golpes recientes), una extensión en el número de juegos implicaría más ingresos para los equipos, dinero que será compartido con los jugadores.

Kraft dijo que eso es clave para el acuerdo. Pero en Chicago, Kraft también tomó un tono serio y pidió a los sindicatos de jugadores que aceptaran un acuerdo lo más pronto posible.  "Si llegamos a un paro y perdemos juegos, todos saldremos perdiendo". Jerry Jones estuvo de acuerdo, y marcó un frente unido entre los dos dueños más poderosos de la liga. "Todos queremos que haya un acuerdo antes de que comience el próximo año", dijo Jones a Fortune. "Eso queremos todos los dueños". Ni la Asociación de Jugadores ni sus abogados respondieron a la solicitud de comentarios sobre Kraft o sobre las negociaciones.

Durante la reciente renegociación de los lucrativos contratos televisivos de la NFL, Kraft subió una y otra vez a Goodell, al director financiero Anthony Noto y al presidente ejecutivo de NFL Network, Steve Bornstein, a su avión, para que pudieran asistir juntos a las reuniones y hablar de estrategias en el camino.

"Robert estaba junto a Roger, junto a mi y junto a Steve, y el equipo mediático prestaba atención a los acuerdos", dijo Noto, quien recientemente dejó a la NFL para regresar a Goldman Sachs. "Es una gran inversión personal y profesional para él, viajar por todo el país y llamar personalmente a los Les Moonveses, a los Rupert Murdochs y a los Mels Karmazins del mundo". En 2008, Kraft y Jerry Jones fueron con los ejecutivos de la NFL a Filadelfia para intentar resolver un problema con Comcast sobre la cantidad de suscriptores que tendrían acceso a NFL Network. Noto dijo que Robert Kraft hace esto personalmente porque le importa la liga. "No le pagan más por invertir su tiempo; obtiene 1/32 del acuerdo", refiriéndose al modelo de la liga, en el que los 32 dueños dividen equitativamente los ingresos.

Kraft es modesto en torno a esto. "Todos somos quisquillosos", dice con respecto a sus compañeros dueños, "pero somos tan buenos como nuestros socios más débiles. Quiero que a la NFL le vaya bien porque, si así ocurre, a los Patriotas de Nueva Inglaterra les irá bien".

Y fuera del fútbol también se le aprecia. Brian Moyhihan, presidente ejecutivo de Bank of America, dice que Kraft entiende el poder de la marca y el poder de llevar buena disciplina de negocios a todo lo que hace.

Y Kraft no ignora sus propios intereses con el equipo. En 2002, con un costo de 325 millones de dólares, abrió el Campo CMGI, que pronto se convirtió en el Estadio Gillette y dio la bienvenida la era de los palacios deportivos de la NFL (antes de Gillette, los Patriotas jugaban en el Estadio Foxborough, famoso por su mala comida y sus asientos que se congelaban en el invierno).

En 2007, Kraft abrió Patriot Place, un enorme complejo de 350 millones de dólares para compras y entretenimiento junto al Estadio Gillette. Después le agregó un cine y un hotel. Este mes, el cantante country Toby Keith abrirá un restaurante ahí. En 2008, CBS y el Grupo Kraft abrieron CBS Scene at Patriot Place, un bar de tres pisos con instalaciones para realizar transmisiones. "Parecía una gran idea para ampliar la marca", dijo Moonves.

Dos cosas sobresalen sobre Robert Kraft: su pasión por el futbol no se manifestó desde el principio, y es un talentoso tomador de riesgos. Aunque amaba los deportes mientras crecía en Boston, no podía participar en deportes organizados porque los juegos se llevaban a cabo los sábados, mientras los ortodoxos Kraft estaban en la sinagoga. Su padre, un modisto, quería que su hijo fuera rabino.

Kraft fue a Columbia gracias a una beca y jugó en el equipo de fútbol. En 2007, los Kraft dieron a la universidad 5 millones de dólares en apoyo a los atletas; la universidad bautizó al estadio de fútbol con su nombre. También existe el Estadio Familiar Kraft y varios parques en Jerusalén con su nombre. Estudió negocios en Harvard, se casó con su esposa, Myra, y su suegro, Jacob Hiatt, dio a Kraft su negocio inicial. Hiatt era el dueño principal de lo que se convirtió en Rand-Whitney, un fabricante de papel para comida, juguetes y cosméticos. Kraft se unió al negocio y, con dinero prestado, compró la participación de Hiatt.

En la década de los 70 comenzó su carrera de décadas por intentar ser dueño de los Patriotas. En 1985 compró 300 acres de terreno fuera del Estadio Sullivan pagando a un grupo de empresarios 1 millón de dólares al año por 10 años para conseguir el derecho a comprar el terreno por 18 millones de dólares. Eso le dio tiempo de pensar en cómo comprar el estadio y el equipo. En 1986, los Sullivan pusieron al equipo de los Patriotas a la venta, pero sin el estadio, por lo que Kraft no aceptó el trato. Los Patriotas fueron vendidos a Victor Kiam, de los Razors de Remington, por 87 millones de dólares. Dos años después, Kraft y un socio compraron el estadio para que no cayera en bancarrota por 25 millones de dólares, un acuerdo que exigía que los Patriotas permanecieran en él hasta 2001. Mientras tanto, con el terreno y el estadio, Kraft obtenía 2 millones de dólares en ingresos al año gracias al estacionamiento y a las concesiones.

En 1992 tuvo otra oportunidad para comprar el quipo, cuando Kiam tuvo problemas financieros, pero Kraft no lo compró, sino que quedó en manos de un acreedor de Kiam, James Busch Orthwein, quien dijo que vendería el equipo o lo mudaría a St. Louis. Para deshacerse de la renta del estadio en Foxborough, Orghwein ofreció a Kraft 75 millones de dólares, pero los rechazó. Kraft se ofreció a comprar el equipo por 172 millones de dólares. Antes de firmar el acuerdo, Kraft llamó al gobernador de Massachusetts, William Weld, quien le prometió que lo ayudaría a construir un nuevo estadio, porque no ofrecía un ambiente familiar.

Pasarían otros ocho años antes de que Kraft consiguiera su estadio. Se rompieron muchas promesas en el camino. En 1999, decidió no mudar a los Patriotas a Hartford a última hora, rechazando 1,200 millones de dólares en financiamiento estatal y flujos de capital garantizados en el proceso. Obtuvo la concesión de 75 millones de dólares en dinero de infraestructura (que está pagando) y logró que la NFL le hiciera un préstamo de 150 millones de dólares con intereses bajos para construir el Estadio Gillette. Kraft y la NFL pagaron 2.4 millones de dólares al estado de Connecticut para cubrir los costos de los egos heridos. El Grupo Kraft supervisó la construcción del estadio y la financió de forma privada, convirtiéndolo en el único estadio 100% privado en Estados Unidos.

Stephen Karp, el desarrollador de bienes raíces de Boston, sigue estando molesto porque Kraft vendió su porción del Estadio Sullivan seis años después de que lo compraron juntos. El restaurantero de Boston, Charles Sarkis, perdió una demanda contra Kraft porque no pagó la renta a Kraft por la pista que tenía junto al estadio Foxboro.

Todos hacen enemigos en los negocios. De hecho, quizás hay más gente decepcionada por las decisiones personales de Kraft en el campo de fútbol. La lista de ‘patriotas' ofendidos por Kraft incluye a Mike Vrabel, Lawyer Malloy, Ty Law, Asante Samuel, Richard Seymour y otros. Pero para Kraft, cambiar de jugadores no es diferente a modificar inteligentemente un portafolio de acciones. "Comenzamos a tener éxito cuando entendí que este equipo debía funcionar como el resto de nuestros negocios, con los mismos valores centrales", dijo. "Hay que tomar decisiones difíciles, pero manejar personal en este negocio es como tener un portafolio de 53 acciones". Hace algunos meses, cuando los Patriotas y Logan Mankis, el guardia del Súper Tazón, no lograron llegar a un acuerdo sobre los términos de un nuevo contrato, las cosas tomaron un tono áspero cuando, después de que Mankis hiciera un comentario cuestionando la integridad de Kraft. Él se disculpó en privado con él pero se negó a hacerlo públicamente.

También ocurrió el comercio poco sentimental del receptor Randy Moss el mes pasado, de vuelta a los Vikingos de Minnesota. Después de que Moss fuera reclutado, Kraft habló con él, recomendándolo no hacer nada que avergonzara a la familia Kraft, o de lo contrario sería ‘liberado' de inmediato. Moss lo abrazó: "Sr. Kraft, quiero ser parte de su familia". Pero en pocas semanas Moss comenzó a quejarse públicamente del deporte, por el dinero y por querer ser comerciado. Después se fue.

Kraft tomó dos decisiones personales brillantes en 2000: la contratación de Belichick como entrenador de los Patriotas y el llamado a Brady por sexta vez ese año. Nadie más en la liga los quería. Kraft dice que cualquiera pudo haber contratado a Belichick. ¿Por qué lo escogió Kraft, a pesar de sus problemas en Cleveland y su relación con el difícil Bill Parcells? "Por un presentimiento. Así han pasado las mejores cosas en mi vida".

Sin duda seguirá confiando en sus instintos para llevar a cabo sus negociaciones, el punto muerto más difícil que ha enfrentado la NFL en años recientes. Ningún dueño tiene más en juego que Kraft. La última década, el valor de los Patriotas ha aumentado exponencialmente, al igual que el valor neto de Kraft. Si los jugadores profesionales de fútbol no juegan en Foxborough, el gran estacionamiento fuera del estadio estará vacío, y menos gente irá de compras a Patriot Place.

Kraft tiene un enfoque zen hacia esto, honrando al rabino que su padre quería que fuera. "No me quejo", dice. "No soy más santo que nadie; tengo muchos defectos. Pero estoy intentando hacer lo correcto. Tengo que pellizcarme cada vez que llego a este lugar".

Habla como un verdadero patriota.

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