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Inflación: el ‘veneno’ de Obama en 2012

La reelección del presidente de Estados Unidos está en juego por unos cuantos millones de dólares; el alza de precios en productos, alimentos y gasolina en EU, afectará la popularidad del mandatario.
lun 09 mayo 2011 02:38 PM
El presidente Obama ya enfrenta una tasa de desempleo que apenas ha descendido a menos del 9%. (Foto: Reuters)
barack obama

Uno de los recuerdos más vivos que guardo de 1974 es el de las largas filas de coches esperando en las gasolineras, lo que anunciaba la fallida estrategia del Gobierno estadounidense de controlar los precios y racionar la gasolina. Ese año, el presidente Gerald Ford esbozó un plan igualmente fallido: Whip Inflation Now (WIN) o 'golpear a la inflación ahora'. Cuatro décadas después, la gente sigue haciendo mofa de sus peticiones (pedía a los agricultores sembrar más, a los ciudadanos conducir menos), así como de los ridículos botones que repartía con el lema WIN, que los avispados volteaban al revés para que dijera NIM: Need Immediate Money, o "necesito dinero ahora".

Antes de Ford, Nixon instituyó un control estalinesco de precios y salarios, lo que generó las condiciones para que Ford luego llamara a esa acción ciudadana.  Eso demuestra cuánto altera la inflación los nervios de los líderes políticos. EU no ha experimentado una inflación real en más de una generación, así que esta problemática económica es desconocida por muchos analistas, estrategas políticos y votantes de menos de 50 años. Pero las alarmas de la inflación suenan, y el tema podría convertirse en el protagonista inesperado de las elecciones de 2012.

Sabemos que la inflación distorsiona el comportamiento económico. En la década de los 70, la combinación de altas tasas tributarias e inflación provocó que los inversores buscaran protegerse en lugar de apuntalar la producción, invirtiendo en activos como bienes raíces para combatir la inflación.

Pero la inflación también afecta el comportamiento del votante, y puede agravar la ya generalizada ansiedad e incertidumbre que rodea a la atribulada economía estadounidense y a la reacción del presidente, Barack Obama. Ante el alza en los precios, desde las colegiaturas hasta la gasolina y los alimentos, los consumidores "sienten que no están parados sobre un terreno seguro", apunta Michael Barone, coautor de la publicación anual Almanac of American Politics.

John Huizinga, economista de la Universidad de Chicago, advierte que mientras el desempleo afecta a algunos, "la inflación afecta a todos". Huizinga co-escribió un estudio en 1982 que comenzaba con una frase de sabiduría popular: "Es bien sabido... que el público considera la inflación como un problema más serio que el desempleo". Una afirmación sorprendente, pues en la década de los 70 la inflación se ubicaba en un 8%, en tanto que la tasa de desempleo era de 9.7%.

Desde una perspectiva histórica, el más reciente índice de precios al consumidor -que registró un aumento anual de 1.2%- se mantiene en niveles muy bajos. Pero los consumidores están enfrentando alzas en dos productos clave que no están incluidos en ese indicador: la gasolina y los alimentos. La organización Consumer Growth Partners recientemente calificó el alza en los precios de comestibles (5.6% en el primer trimestre) como "la mayor en una generación", en tanto que el galón de gasolina cuesta 4 dólares. Si se incluyeran esos dos factores, la tasa anual de inflación sería más del doble del aumento en el IPC.

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Los altos precios de los alimentos y de la gasolina estarán presentes en la mente de los votantes. El presidente Obama ya enfrenta una tasa de desempleo que apenas ha descendido a menos del 9%, y la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que el día de las elecciones en 2012, la tasa de desempleo se ubicará en 8.2%. Ningún presidente desde Franklin D. Roosevelt ha sido reelegido con una tasa de desempleo superior al 8% (el presidente Reagan, que enfrentaba una recesión similar, fue elegido con una tasa de desempleo de 7.2%).

Si sumamos la inflación a ese caldo, la combinación podría ser venenosa para los demócratas. Sabremos si el presidente está en verdaderos problemas si su equipo comienza a repartir botones, como los risibles botones WIN de Ford.

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