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Krugman vs. Romney: la pelea del empleo

El Nobel de Economía fustigó al republicano, quien había criticado a Obama en materia laboral; sin embargo, el propio Krugman es acusado de hacer afirmaciones sin fundamentos.
lun 09 enero 2012 12:36 PM
Romney señaló que cuando dirigió la firma Bain Capital creó más empleos que Barack Obama en toda su legislatura. (Foto: Reuters)
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Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, 'despedazó' al precandidato republicano Mitt Romney luego de que éste afirmara que creó más empleos cuando dirigió la firma Bain Capital que Barack Obama en toda su legislatura. Krugman ofreció el 5 de enero una refutación bastante inteligente hasta llegar a los tres párrafos finales, tan falaces, que incluso los políticos más 'carroñeros' se hubieran admirado. Krugman comenzó desmantelando el análisis que hizo Romney del historial de Obama en materia laboral, destacando que la mayoría de los empleos perdidos bajo la gestión de Obama ocurrieron en los primeros meses de su administración (es decir, antes de que las políticas de Obama entraran en vigor). Además, su contraargumento fue escrito antes de que los nuevos datos laborales demostraran que en diciembre se crearon 200,000 empleos.

El economista luego cuestionó la afirmación de Romney en torno a que él ayudó a crear más de 100,000 empleos en Bain Capital, la firma de capital privado que cofundó. Es una aseveración que yo había criticado anteriormente, en parte porque es virtualmente imposible que las firmas de capital privado registren adecuadamente la cantidad de trabajos que crearon o destruyeron. Sin embargo, las matemáticas no son el fuerte de la campaña de Romney, y Krugman se encarga de demostrarlo.

Hasta aquí, su refutación funciona. Pero luego viene la conclusión del Nobel:

En este punto, algunos lectores tal vez se pregunten si no es igualmente erróneo decir que el señor Romney destruyó empleos. Sí, lo es. El verdadero reclamo contra Romney y sus colegas no es porque destruyeron empleos, sino porque destruyeron buenos empleos.

Cuando se asentó el polvo después de que las compañías reestructuradas por Bain fueran reducidas -o, como sucede muy a menudo, entraran en bancarrota- el empleo total en Estados Unidos probablemente no cambió. Pero los empleos que se perdieron tenían mejores sueldos y mejores beneficios que los empleos que los sustituyeron. El Señor Romney y sus análogos no destruyeron empleos, pero sí se enriquecieron al ayudar a destruir a la clase media estadounidense.

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Y esa realidad es, desde luego, lo que intenta ocultar toda esa palabrería sobre los empresarios creadores del empleo y los demócratas destructores del empleo.

¿Cómo? ¿Es que no me enteré de los números que proporcionó Krugman para fundamentar su afirmación? Ya saben, esos datos que le echó en cara a Romney por haberlos ignorado.

Primero, ¿qué significa exactamente un "buen empleo"? ¿Existe un umbral de ingresos? ¿Depende de la ubicación del trabajo? Si los trabajos creados por Staples o por Sports Authority no cuentan (ambas, la compañía de insumos para oficina y la cadena de tiendas deportivas, recibieron inversiones de Bain Capital), ¿cuentan los cientos de empleados contratados por la propia Bain Capital? ¿Y cómo se calculan los "buenos" empleos que fueron indirectamente financiados por Bain Capital, como las universidades y otras instituciones que conforman la base de inversionistas de Bain Capital? Uno de los inversores de la firma es, por ejemplo, la Universidad de Princeton, en cuya nómina encontramos al propio Krugman.

Más aún, ¿cuál es la evidencia específica de que la mayoría de los empleos ofrecidos por las compañías propiedad de Bain fueron, a fin de cuentas, sustituidos por empleos con menor paga y peores beneficios, y por tanto, contribuyeron "a destruir a la clase media estadounidense"? ¿Mantenía Bain Capital alguna especie de registro de nómina de su cartera de compañías? ¿O acaso se hizo un documental que registró por veinte años la vida de los empleados de Bain Capital (de todos ellos, no sólo un grupo selecto)?

Estas preguntas no son retóricas. Quiero saber, y Krugman se ha autoimpuesto la responsabilidad de ofrecer respuestas. Sin ellas, Krugman tendrá tanta credibilidad en esta cuestión como el propio Romney.

 

 

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