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China: crecer menos no es malo

Las autoridades políticas chinas han superado sus temores a una expansión económica menor al 8%; el avance de 7.4% en el tercer trimestre sería acorde con los planes de Pekín de un descenso suave.
lun 22 octubre 2012 06:04 AM
El primer ministro, Wen Jiabao, advirtió que las penurias económicas podrían perdurar por algún tiempo. (Foto: Reuters)
china wen

Durante más de una década, el crecimiento chino de al menos 8% anual ha sido el imperativo primordial de las autoridades de Pekín.

La posibilidad de que cayera por debajo de ese límite los llenaba de pavor, ya se creía que era el nivel por debajo del cual el desempleo masivo encendería un malestar social incontrolable e incluso el posible derrocamiento del partido comunista.

Sobre todo en medio de la crisis financiera, cuando Pekín lanzó un masivo programa de estímulo para reactivar su economía en descenso, el mantra entre los funcionarios chinos de todos los rangos era "bao ba" o "garantizar el 8% (de crecimiento)".

Pero este año, China no alcanzará el 8% de crecimiento por primera vez desde 1999, cuando la economía creció a una tasa anual de 7.6%.

Si el Producto Interno Bruto (PIB) crece más lento que 7.6% para todo el año, será el desempeño más débil para la economía china desde 1990.

Ésa es una posibilidad clara debido a que el PIB en los tres primeros trimestres creció sólo 7.7%, frente al 9.3% en todo 2011.

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Pero algo definitivamente ha cambiado en Pekín, donde lejos de entrar en pánico y hacer todo lo posible para impulsar la economía hacia arriba, los gobernantes chinos parecen bastante cómodos con su nuevo mundo "sub 8%".

La primera y más importante razón de su despreocupación es que no ha habido despidos generalizados incluso aunque la economía se ha desacelerado durante siete trimestres consecutivos, cayendo hasta el 7.4% de crecimiento anual en el tercer trimestre .

De acuerdo con las cifras dadas a conocer este miércoles, más de 10 millones de empleos se crearon en China en los primeros nueve meses del año y el número de migrantes rurales que trabajan en las ciudades aumentó en 3% con respecto al mismo periodo del año anterior, a 169 millones.

Las fábricas de iPhones en el centro de China se quejan de una terrible escasez de trabajadores, y los hogares han registrado un crecimiento real de los salarios del 9.8% en los tres primeros trimestres, según cifras oficiales.

Las poderosas fuerzas demográficas son responsables en gran medida. La desaceleración del crecimiento en la fuerza laboral debido a la política china del hijo único significa que el Gobierno está bajo menos presión para promover un crecimiento vertiginoso con el fin de crear millones de empleos extra.

Otra razón para la falta de angustia oficial es el hecho de que una desaceleración gradual es exactamente lo que los políticos han estado tratando de introducir desde el comienzo de 2011.

Al comienzo de este año, Wen Jiabao, primer ministro de China, estableció una meta anual de 7.5% de expansión, la primera vez que el objetivo fue fijado por debajo del 8% en años.

En ese momento, nadie tomó en serio ese objetivo porque Wen había estado prediciendo un 8% durante años y cada año el crecimiento se ubicaba muy por encima de ese punto, alcanzando un pico de 14.2% en 2007. La mayoría de los analistas y economistas esperaban que Pekín reaccionara, como lo había hecho muchas veces antes, cuando el crecimiento cayera por debajo del preciado nivel de 8% este año, pero el Gobierno ha mostrado una notable determinación.

Esto ha sido particularmente evidente en la negativa del gobierno a levantar estrictos frenos a un auge inmobiliario .

El meteórico ascenso de los precios de la vivienda se ha detenido y el sector inmobiliario está sufriendo.

El auge inmobiliario nacional ha sido un motor clave de la economía china, así como para las economías de los grandes exportadores de materias primas en todo el mundo, durante gran parte de la década pasada.

Pero ahora, parece que Pekín realmente está tratando de reducir su dependencia hacia el sector inmobiliario y hacia la inversión en infraestructura, promoviendo en su lugar el consumo y los servicios.

Ésta es una buena noticia para la sostenibilidad del crecimiento chino a largo plazo y probablemente también para la mayoría de los chinos, que deberían ver un crecimiento más rápido en sus ingresos (y menores precios en vivienda) como resultado.

Pero es una mala noticia para los exportadores mundiales de productos básicos y para las empresas chinas y extranjeras que han invertido en China sobre la base de que el crecimiento sería eternamente superior a la cifra mágica del 8%.

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