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El sindicalismo, en deuda con México

Líderes gremiales del sector público obstaculizan la productividad al oponerse a reformas: expertos; contribuyen a estancar la competitividad del país frente al entorno general mundial, acusan.
lun 11 marzo 2013 06:03 AM
El sindicalismo corporativo en México puede ser una pesada losa para la competitividad de México. (Foto: Especial)
marcha (Foto: Especial)

El México contemporáneo ha desaprovechado la oportunidad de crecer a tasas más altas, ya que muchas de las reformas que le permitirían ser más competitivo han sido detenidas por los intereses de líderes sindicales que buscan mantener prebendas políticas antes que otorgar beneficios económicos al país, dicen expertos.

"Después de la crisis de 1995, la economía ha crecido entre 2 y 4% que es aceptable, pero dadas las condiciones que tiene México las posibilidades de expansión son de 5 o 6%", destaca Ignacio Medina Núñez, profesor investigador de la Universidad de Guadalajara.

"Hemos desgastado nuestras posibilidades por solapar a grupos políticos que han gastado la competitividad de México", asegura.

La opacidad del corporativismo mexicano se puso en evidencia con la detención de la líder del Sindicato de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, luego de que la Procuraduría General de la República (PGR) descubriera presuntos desvíos millonarios en su beneficio.

"Cuando un sindicato protege la ineficiencia de sus trabajadores tiene un impacto muy claro y directo en la productividad", asegura el director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), Luis Foncerrada Pascal.

La eficiencia podría ser mayor, pero sobre todo en el sector público hay ejemplos de cómo se venden o heredan plazas o no se incrementa el número de trabajadores en una planta para tener más espacios y esto deteriora la productividad, la riqueza y el bienestar de todo el país, recalca el directivo.

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"El consumo de energía para producir un litro de gasolina en México es 2.5 veces mayor al de una refinería estándar en el resto del mundo, esto es ineficiencia", agrega Luis Foncerrada. Aunque esta poca productividad puede estar relacionada con la falta de inversión, mantenimiento y modernidad, "también tiene que ver con la falta de criterios de eficacia", considera.

En opinión del director de la División de Economía del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Fausto Hernández Trillo, no hay manera de medir la productividad o competitividad de un país en función de un sindicato o un líder.

Sin embargo, declara que en otros países hay sindicatos muy efectivos en pro de la productividad y competitividad.

Sindicatos, ¿una pesada losa?

Hernández Trillo, del CIDE, comenta que los sindicatos llegan a obstaculizar la competitividad del país sobre oponiéndose a reformas y demandas que están más allá de las posibilidades de cualquier empresa.

"Si detienen cambios se convierten en un lastre, pero la pregunta es: ¿son los sindicatos o son líderes? Si tienen un líder más democrático y visionario, la pregunta es si serían un lastre o no", añade.

Toda una serie de condiciones de trabajo que se habían arreglado en décadas anteriores, ahora son un peso con relación a la flexibilidad laboral, menciona el profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, Ignacio Medina Núñez.

"Algunos sindicatos se convierten en una carga porque se niegan a negociar . Varios de ellos tendrán que ser revolucionados ya sea de manera interna o desde una decisión autoritaria del propio Estado y la empresa", sentencia el doctor en Ciencias Sociales.

Destaca el modelo de los telefonistas que con la propuesta de privatización de Telmex, al inicio del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el sindicato -más que hacer un rechazo absoluto a la venta de la empresa- supo negociar y hubo un cambio en el propio contrato colectivo para ofrecer mayor flexibilidad.

"Es un modelo interesante de un camino que pueden adoptar ciertas dirigencias sindicales abriéndose a la modernización, a la flexibilización, pero también consiguiendo toda una serie de ventajas como lo han hecho todos los agremiados a los telefonistas".

Sin embargo, prevé que habrá sindicatos que se van a negar y otros que van a subordinarse; pero advierte que ahora el sindicato no solamente debe estar a la defensiva, sino también propiciar de la productividad, al mismo tiempo que defiende sus derechos salariales y sindicales.

A esta opinión se suma el investigador de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Políticas Públicas del Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México, Héctor Moreno.

"En la medida en que están más orientados hacia mantener sus posiciones, sus criterios resultan ser más políticos que económicos, como debería ser en realidad la vida sindical. La prueba está en que el poder adquisitivo del salario ha venido cayendo de manera dramática en los últimos años, lo cual muestra que los sindicatos no tienen interés, ni capacidad de defender el poder adquisitivo de los salarios y tenemos que la inflación está creciendo arriba del salario".

En 2012 fueron necesarios hasta tres salarios mínimos para tener la capacidad adquisitiva que una sola percepción aportaba a una familia mexicana en 1970, lo que refleja la erosión en el poder de compra, dijo la diputada del PRI, Leticia Mendoza, en diciembre pasado.

El investigador del Tec menciona que, además, los sindicatos en general se convierten en fortalezas del poder, pero no en instrumentos para dar una mayor capacitación a los propios trabajadores que les permita contar con mayores habilidades para acceder a puestos superiores.

"Simplemente los sindicatos están más orientados a lo que son situaciones de poder y no a lo que sería una vida de desarrollo personal y gremial del propio Sindicato".

El poder que adquieren los líderes de estos sindicatos se los da la misma estructura histórica que se mantiene en México.

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