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Reformas en México: esperanza y dudas

Los cambios impulsados por Peña Nieto generan un optimismo extranjero y un escepticismo doméstico; las reformas estructurales que requiere el país han comenzado, pero su término sigue siendo dudoso.
lun 25 marzo 2013 06:01 AM
Existe la posibilidad de que aumente la calificación de México del nivel actual baa1 a un techo de A3. (Foto: Notimex)
Bandera México

Era casi una fiesta de "apretón de manos mexicano", la marca de confianza entre viejos amigos que consiste en un vigorosa sacudida de la mano derecha, seguida por un doble golpe en la espalda, y luego una sacudida final de la mano derecha.

Sin embargo, lo que hizo tan notable esta muestra de cordialidad latina, fue que se llevó a cabo en el segundo día del nuevo gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y que se dio entre líderes opositores mexicanos que son más conocidos por luchar entre sí que por abrazarse unos a otros en televisión nacional.

Los apretones de manos y palmadas en la espalda que tuvieron lugar el 2 de diciembre en el Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México, celebraron la firma del Pacto por México, una serie de principios de reforma multipartidistas que fue diseñado por Peña Nieto y que es una de las principales razones por las que México se ha convertido en la más reciente economía 'de moda' entre los inversores extranjeros.

El año pasado, la economía mexicana creció casi 4%, cuadruplicando la tasa de Brasil. El mes pasado, Bill Gross, el administrador de fondos de Pimco, llamó al peso mexicano "una gran moneda" después de haber invertido dinero en los mercados locales. En marzo, Fitch se convirtió en la última agencia de calificación en decir que la deuda mexicana -que ya es de grado de inversión- podría ser mejorada aún más si el país promulga las reformas estructurales descritas en el pacto. Pero sigue siendo una pregunta abierta si estas críticas reformas estructurales llegarán a buen término o no.

No obstante, las esperanzas de que Peña Nieto y su centrista Partido Revolucionario Institucional (PRI) las impulsen hasta su aprobación son más altas de lo que han sido durante un cuarto de siglo.

Los economistas calculan que los cambios -desde políticas de competencia más rígidas hasta la apertura del casi hermético sector energético del país- podrían impulsar el crecimiento a un 6% anual.

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"Soy optimista para México por dos razones", dice Agustín Carstens, el jefe del banco central. "En primer lugar, hemos demostrado que tenemos una plataforma macroeconómica muy resistente, condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento. En segundo lugar, esta plataforma tiene que estar seguida de reformas estructurales, y estas cosas están empezando a suceder también".

Ciertamente, tal tendencia alcista está muy lejos de las sombras que rodeaban al país hace sólo unos pocos años, cuando algunos comentaristas estadounidenses, descontentos con una lenta tasa de crecimiento y una horripilante violencia alimentada por una guerra contra las drogas, decían que México estaba a punto de convertirse en un Estado fallido . Hoy, por el contrario, México es a veces llamado un tigre azteca en ciernes. Muchos mexicanos están naturalmente dudosos después de tantos años de estancamiento y reformas fallidas. Hablar de un auge cae en oídos sordos entre muchos, debido a que la mitad del país vive en la pobreza.

Otros cultivan una desconfianza instintiva hacia el partido de Peña Nieto. El PRI gobernó México durante 70 años hasta 2000, bajo lo que fue famosamente conocido como "la dictadura perfecta", y volvió al poder en diciembre. En un comentario periodístico reciente, significativamente titulado ¿Está México de moda?, el columnista Gabriel Guerra Castellanos echó una incrédula mirada a la brillante cobertura reciente que han realizado Financial Times, The Economist y The New York Times. Pero, como él mismo concluyó: "Aunque no soy un optimista... tal vez vale la pena mirar con atención lo que está pasando".

Ciertamente, los augurios económicos son prometedores. Los procesos de manufactura estilo japonés de "eficiencia productiva" adoptados por los exportadores a lo largo de los 3,200 kilómetros de frontera norteamericana han contribuido a erosionar la participación del mercado chino en Estados Unidos.

Por otra parte, los productos manufacturados se están expandiendo hacia nuevos mercados de exportación a través de 44 acuerdos de libre comercio del país. La macroeconomía está casi blindada, con altos niveles de reservas internacionales, baja inflación, poca deuda soberana y un déficit fiscal insignificante.

Si bien los mercados pueden parecer caros -la Bolsa Mexicana de Valores opera en 2013 a 19 veces sus ganancias, un nivel 50% superior al índice MSCI Latin America-, no hay ninguna gran burbuja de crédito gestándose, a pesar de la fuerte economía doméstica. Los bancos están bien capitalizados y seguros.

"Los mayores riesgos macro de la economía mexicana son externos", dice Luis de la Calle, un consultor.

"Estados Unidos y las economías europeas podrían desacelerarse y los precios del petróleo podrían caer. Nuestro mayor riesgo interno es la complacencia; demasiados artículos acerca de tigres aztecas".

Sin embargo, por el momento no hay indicios de complacencia. En sus primeros 100 días de mandato, Peña Nieto, de 48 años, un fotogénico ex gobernador estatal, ya ha aprobado una reforma del mercado laboral, con el apoyo político del saliente Partido Acción Nacional (PAN). El 26 de febrero, una reforma educativa largamente necesaria se convirtió en ley.

Más importante aún, al día siguiente, el PRI demostró que no tenía miedo de abordar un problema que había atormentado durante mucho tiempo a los políticos, al acusar a Elba Esther Gordillo, la jefa del sindicato de maestros de 1.5 millones de miembros, de cargos de malversación de fondos por 150 millones de dólares.

"No hay intereses intocables", declaró Peña Nieto después de la detención. "El único interés que protejo es el interés nacional".

Incluso Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, está impresionado por el ritmo de las reformas, a pesar de que su casi monopólico negocio de telecomunicaciones se verá afectado por las próximas medidas de competencia.

El nuevo gobierno ha demostrado ser "muy bueno, muy rápido y eficaz", dice. "Lo importante es que han buscado pactos y han generado consensos para el cambio".

Sin embargo, los que sigue son medidas mucho más difíciles, incluida una reforma fiscal -necesaria para pagar por la cobertura universal de salud y pensiones que Peña Nieto planea- y la apertura de Pemex, lo que permitiría al monopolio petrolero controlado por el Estado trabajar hombro con hombro con las empresas petroleras más grandes del mundo por primera vez en más de 50 años.

Esta reforma es el gran premio, o "la buena" como Carstens ha dicho. México se asienta sobre un estimado de 115,000 millones de barriles de petróleo, comparable a Kuwait. Sin embargo, Pemex carece de los fondos y la tecnología para explotar estas reservas completamente y así dar rienda suelta a la energía barata que proporcionaría un gran impulso a la industria mexicana.

Por supuesto, todo podría salir mal. Para que la reforma energética sea aprobada se requiere un cambio constitucional, que requiere una mayoría de dos tercios en el Congreso de 500 escaños.

La coalición del PRI tiene 241 asientos y el PAN, que apoya la reforma, otros 114. Eso sugiere que tienen los votos suficientes para aprobar una enmienda. Sin embargo, las maniobras políticas todavía podrían causar que las medidas se diluyan en el camino. "Lo verdaderamente importante está por venir", dice un experimentado observador estadounidense de asuntos mexicanos.

Además, está el tema de la seguridad y la ofensiva contra el crimen organizado. Peña Nieto ha cambiado la narrativa que persiguió al gobierno anterior. México ya no es visto como un gran problema de seguridad con una economía, sino como una economía grande con un problema de seguridad.

Incluso si suponemos que las tasas de homicidio siguen subiendo en un 8% anual como lo hicieron en 2012, "eso seguiría significando 80,000 personas asesinadas para el final de la presidencia de Peña Nieto en 2018", señala Alejandro Hope, un respetado analista de IMCO, un centro de estudios local. "Eso es más de los que murieron bajo (el gobierno) de su predecesor".

La seguridad de los gasoductos energéticos es otro tema importante, sobre todo si la reforma energética se lleva a cabo. Sin embargo, a pesar del comprensible escepticismo, de las preocupaciones de que el PRI vuelva a sus viejos modos y de los temores de que los intereses particulares inevitablemente se reagrupen para bloquear el cambio -como siempre lo han hecho en el pasado-, hay un verdadero sentimiento de posibilidad en México, de que el país ha llegado a una encrucijada y que esta vez podría tomar la dirección correcta.

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