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Europa va por impuesto ‘Robin Hood’

Once países de la eurozona pretenden establecer un gravamen a las operaciones del sector financiero; pero el impuesto, que distribuiría las ganancias a la economía, es rechazado por varios sectores.
jue 23 mayo 2013 06:01 AM
El impuesto debilitaría el modelo de negocio de intercambios y paralizaría operaciones fundamentales del mercado, dice la industria. (Foto: Especial)
euro robin (Foto: Especial)

El modus operandi de Robin Hoods era simple y, gracias a Hollywood, es todavía universalmente comprendido. Cuando la crisis financiera volcó a la economía global hacia una recesión pronunciada, el héroe popular inglés fue la obvia figura de referencia para una campaña para hacer que el sector financiero pagara, gravando sus actividades cotidianas.

"Se puede establecer un paralelismo entre el Sheriff de Nottingham y los servicios financieros, y Robin Hood redistribuyendo las ganancias de vuelta a aquellos que las necesitan", dice Simon Choufott, portavoz de la campaña del Impuesto Robin Hood, que fue lanzada en 2010. Sin embargo, la implementación de un " Impuesto sobre las Transacciones Financieras " (ITF) es mucho más difícil que robar a los malvados señores feudales medievales.

Once países de la eurozona -que incluyen a Alemania y Francia, y representan aproximadamente una sexta parte de la economía mundial- tienen planes ambiciosos para cambiar el comportamiento de los banqueros y recaudar fondos para los presupuestos fiscales ajustados. Pero enfrentan una fuerte oposición por parte del sector financiero, que advierte sobre las consecuencias catastróficas para las ganancias de los bancos y el crecimiento económico. En Bruselas, el impulso detrás del plan, que estaba destinado a ser efectivo a partir del 1 de enero del próximo año, se ha estancado. En efecto, las disputas han alcanzado una intensidad tal que es muy poco probable que las propuestas entren en vigor sin ser sustancialmente diluidas.

En lugar de ver una oportunidad para fortalecer la posición de Londres como centro el financiero de Europa, Reino Unido -que no forma parte de los ITF 11- está lanzando acciones legales porque teme repercusiones perjudiciales. "No puedo encontrar a nadie en la comunidad de bancos centrales que piense que es una buena idea", comentó Sir Mervyn King, gobernador saliente del Banco de Inglaterra, la semana pasada. " Yo escucho un enorme escepticismo , incluso por parte de sectores que presuntamente lo respaldan". El Bundesbank de Alemania ha advertido públicamente sobre el impacto perjudicial que tendría sobre los mercados.

A pesar de esta oposición, los defensores de un impuesto a las transacciones no se han rendido. Bruselas aún ve las protestas como prueba de que sus propuestas tendrán un impacto real. Si la cantidad de "ruido" fuera un indicador, "parece que el diseño del impuesto fue correcto", dijo Algirdas Semeta, el comisario fiscal de la UE.

"La única cosa que no he escuchado hasta ahora es que el ITF va a acelerar el calentamiento global del planeta y matar a las crías de foca", añade Benoît Lallemand de Finance Watch, el grupo de presión público con sede en Bruselas. "Se desea darle una oportunidad porque se quiere que el sector financiero sirva a la economía".

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Dos argumentos principales apoyan un ITF. En primer lugar, los bancos deben hacer una mayor contribución a las finanzas públicas, especialmente considerando el costo para los contribuyentes de los rescates en los últimos cinco años.

En segundo lugar, un ITF podría alentar un comportamiento más "responsable" por parte de los operadores. La idea original de la década de 1970 de un 'impuesto Tobin', nombrado así por el economista James Tobin, era frenar los mercados de divisas al arrojar "un poco de arena". Aumentar el costo de las transacciones especulativas significaría que los precios reflejarían mejor los fundamentos y fomentarían el pensamiento a largo plazo.

"La parte inversora -los verdaderos inversores a largo plazo- en realidad no deberían preocuparse por el ITF. El problema es que la parte operativa los ha arrastrado hacia el comercio excesivo", dice Lallemand.

En los últimos años, la actividad del sector financiero se ha acelerado de forma espectacular como resultado de la "negociación de alta frecuencia" impulsada por computadoras, en la que las operaciones son concretadas en fracciones de segundo. El valor teórico de las operaciones del mercado financiero supera ampliamente el valor de la actividad económica "real". Eso hace que muchos piensen que los países estarían mejor con menos comercio.

"Supongamos como un experimento mental que Reino Unido toma 50% de las operaciones de Francia y Alemania. Eso puede ser una desventaja en el corto plazo, pero luego observamos lo que el sistema financiero ha hecho a las economías durante los últimos 30 años; era simplemente alquimia financiera", dice Stephan Schulmeister del Instituto Austriaco de Investigación Económica de Viena. "A largo plazo, Reino Unido será el perdedor porque no puedes vivir sólo de activos comerciales".

El ITF ha ganado algo de apoyo por parte de figuras corporativas como el multimillonario inversor Warren Buffett y Bill Gates de Microsoft, especialmente cuando es propuesta como una forma de recaudar ingresos para luchar contra la pobreza global. Ya existen en Taiwán y Corea del Sur. También pueden ser encontrados en economías que dependen en gran medida de los servicios financieros, como Hong Kong, e incluso Reino Unido, donde el 'impuesto de sello' -un ITF limitado aplicado a la renta variable- fue introducido en 1694. Por lo menos 38,000 millones de dólares se recaudan a través  de 40 países cada año, estima Avinash Persaud, miembro ejecutivo de la London Business School.

Pero las propuestas de Bruselas, que la Comisión Europea estima recaudarían entre 30,000 y 35,000 millones de dólares al año, son excepcionales en su alcance. El objetivo es evitar la evasión que socavó los ITF europeos anteriores, como el de Suecia en la década de 1990.

No importa en qué lugar del mundo se lleve a cabo una transacción, sería gravada si cualquiera de las partes se encontrara en la zona de ITF. Los productos financieros emitidos en un país ITF serían gravados aunque los comerciantes tuvieran su sede en otro lugar.

A primera vista, las tarifas propuestas -0.1% sobre el valor nominal de las acciones y bonos, y 0.01% sobre los derivados- parecen modestos. Algunas de las actividades, incluidas las operaciones de divisas al contado y ventas iniciales de bonos y acciones, están exentas.

Sin embargo, estos costos se acumulan rápidamente cuando los activos son negociados con frecuencia. Un estudio reciente de Goldman Sachs calculó el costo en un total de 170,000 millones de euros para los 42 bancos europeos que encuestó, con base en los patrones de comercio de 2012, lo cual prácticamente ensombrecería los beneficios anuales. De hecho, el impuesto podría causar que los volúmenes de transacción decayeran. La Comisión asume, por ejemplo, que el comercio de derivados se contraería 75%.

Como resultado, el impuesto debilitaría el modelo de negocio de intercambios y paralizaría operaciones fundamentales del mercado, dice la industria. Para encontrar financiamiento o balancear sus libros, las casas financieras europeas hacen decenas de miles de transacciones diarias en el mercado de "repos" o "acuerdos de recompra", mediante el cual activos como los bonos del gobierno son vendidos temporalmente por dinero en efectivo. El nuevo impuesto podría provocar una suspensión.

"Si el ITF se aplica según lo establecido actualmente, no va a quedar un mercado de repos en absoluto en ninguno de los 11 países cubiertos", advierte Godfried de Vidts, presidente del consejo de repo de la International Capital Market Association, (ICMA). "Si detienes la sangre que fluye alrededor de un cuerpo, el cuerpo muere. El mercado de repos proporciona el dinero que fluye en torno al sistema financiero".

La comisión resta importancia a los temores de que un menor número de transacciones reduzca la liquidez. "La liquidez no es un fin en sí mismo. No significa que entre más, mejor", dice Manfred Bergmann, el funcionario de alto nivel de la comisión conocido como 'Sr. ITF'."Algunas personas dicen: "Éste es el fin de los mercados... es el fin del mundo". Nosotros decimos: "Bueno, no creemos que, cuando el volumen de negocios disminuya en 15%, el mercado será menos eficiente".

Pero los analistas financieros se preocupan por los efectos en cascada del impuesto, sobre todo en los mercados de bonos, donde los precios son menos volátiles que en los mercados de acciones. "Para algunos inversores no-ITF, éste puede ser el punto de inflexión entre el deseo de invertir en países de la zona del ITF y no exponerse en absoluto", dice Hans Lorenzen de Citigroup.

No sólo son los banqueros los que están alarmados. Compañías industriales alemanas advirtieron sobre un aumento en el costo de las transacciones esenciales para sus negocios; así como sobre un impacto en la rentabilidad de los fondos de pensiones de empresa. Incluso entre los 11 países que han respaldado un ITF europeo existe el temor de que aumentaría los costos de los préstamos, que ya son dolorosamente altos en el sur de Europa. Incluir la deuda soberana es "una gran preocupación", dice Ferdinando Nelli Feroci, el embajador de Italia ante la UE. "No podemos permitirnos el riesgo de una situación en la que el impuesto (...) conduzca a una situación en la que los rendimientos de la deuda soberana podrían aumentar".

También hay una serie de dolores de cabeza técnicos. Debido a que el impuesto sería aplicable dondequiera que los activos de los países ITF se negocien, Europa dependería de autoridades en otras partes. Los opositores cuestionan cuán eficaz sería la recaudación de impuestos cuando, por ejemplo, los bancos estadounidenses o japoneses negocien acciones alemanas.

Washington se opone inflexiblemente al impuesto y el Congreso podría tomar represalias con una ley que prohíba a los grupos financieros estadounidenses pagarla. El impuesto es "increíblemente objetable", dice Kenneth Bentsen, presidente del grupo de presión de Wall Street Sifma, agregó que no está claro si las autoridades europeas tienen derecho a cobrarlo.

Como resultado de estos problemas, pocos en Bruselas esperan que el ITF se aplique como está concebido actualmente; los bancos privados han escuchado lo mismo por parte de algunos funcionarios de la zona euro. La principal línea de falla está entre los países que tienen un impuesto a las transacciones nacionales y los que no lo tienen. Francia e Italia, por ejemplo, quieren que su propio impuesto se convierta en el estándar de la eurozona. Ambos serían menos ambiciosos que la propuesta de la Comisión.

Bruselas sostiene que la seguridad en las cifras da los 11 países la oportunidad de ir por un impuesto más audaz que recaude más ingresos. Pero el objetivo de la comisión de cubrir "todos los mercados, todos los actores y todos los instrumentos" está siendo llevado al punto de quiebre por las exigencias de exclusión.

Un tratamiento especial para el mercado de repos parece inevitable, ya sea a través de exenciones o de tasas impositivas mucho más bajas. El dilema en Bruselas es que un "impuesto de sello" similar al menos ambicioso de Reino Unido afectaría a productos minoristas, como las acciones, sin afectar a los complejos derivados que son el objetivo principal del ITF. "Están buscando una salida elegante, pero no es fácil de encontrar", dice un alto funcionario de la UE.

"La maravillosa ironía es que es Reino Unido quien tiene el mejor ejemplo de un ITF", dice Persaud. "Los bajos costos de transacciones en las finanzas son buenos - pero cero no es deseable. Hay un punto intermedio, con una tasa baja que eleva los ingresos modestos, pero que elimina algunos de los excesos".

Todos los ojos están puestos en Alemania, que no tiene impuesto de sello. Su entusiasmo inicial se ha desvanecido. Los funcionarios alemanes plantean en privado cuestiones técnicas sobre la implementación. "Apenas estamos comenzando esta discusión. No es una preocupación importante para ser muy franco", admitió recientemente Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas de Alemania.

En Bruselas, los debates técnicos continúan pero no se esperan grandes decisiones políticas antes de las elecciones federales de septiembre en Alemania. En caso de surgir una gran coalición entre el partido de centroderecha Unión Demócrata Cristiana de la canciller Angela Merkel y el Partido Social Demócrata pro-ITF, las negociaciones sobre el ITF podrían reanudarse en Bruselas con mayor fuerza.

En Bruselas, ningún resultado ha sido descartado, y una especie de "impuesto Robin Hood" todavía podría surgir. "Todo el mundo ha caído en cuenta de que esto es difícil, arriesgado", dice un alto funcionario involucrado en las conversaciones. "Pero tenemos que hacer algo. Lo hemos dicho demasiado".

James Tobin: El padre espiritual del impuesto a las transacciones

El padre espiritual del impuesto a las transacciones es el profesor James Tobin, economista estadounidense que hace 40 años, propuso una recaudación fiscal para "echar algo de arena sobre las ruedas de los mercados monetarios internacionales excesivamente eficientes".

Al igual que la Comisión Europea, él estaba respondiendo a un período de gran inestabilidad en los mercados financieros. En 1972, el mundo aún estaba asimilando el colapso del sistema monetario internacional de Bretton Woods cuando Estados Unidos dejó de permitir que el dólar se convirtiera en oro.

A las monedas grandes se les permitió flotar, pero los derivados que los inversores utilizan hoy en día para cubrir el riesgo no habían despegado completamente. Los mercados de futuros eran aún en gran medida regionales y estaban enfocados en materias primas.

Ante la ausencia de una integración monetaria y fiscal global, el profesor Tobin propuso un impuesto sobre las transacciones en efectivo, en un esfuerzo por frenar la especulación y las erráticas fluctuaciones en las monedas importantes. Eso mejoraría las condiciones comerciales para los pobres del mundo. "La especulación sobre las tasas de cambio (...) tiene serias, reales y con frecuencia dolorosas consecuencias económicas internas", dijo.

El profesor Tobin reconoció su deuda con John Maynard Keynes, quien había propuesto la imposición de un pequeño impuesto a las transacciones en todas las negociaciones bursátiles en 1936.

Pero muchas de las propuestas actuales tienen diferencias cruciales con las ideas de Tobin. Su preocupación era el mercado de divisas - un mercado ausente de los planes europeos.

El profesor Tobin, quien llegó a ganar un Premio Nobel, sostuvo que sería un "impuesto uniforme acordado internacionalmente". Sin embargo, en la zona euro, sólo 11 de los 27 estados miembros están siguiendo su recomendación.

Por otra parte el profesor se distanció de algunos detractores.

"No tengo absolutamente nada en común con esos rebeldes antiglobalización. Están haciendo mal uso de mi nombre", dijo a Der Spiegel en 2001, el año antes de su muerte.

Reporte adicional de Philip Stafford.

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