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España, la desconfianza regresa

La desastrosa venta de acciones de Bankia reavivó temores por la recuperación del país y el euro; inversores y analistas cuestionan abiertamente la fiabilidad de los datos económicos de España.
jue 30 mayo 2013 01:16 PM
El Gobierno de Mariano Rajoy ha solicitado hasta 100,000 mde de la Unión Europea para recapitalizar a los bancos insolventes. (Reuters)
Mariano Rajoy

Una desastrosa venta accionaria ocurrida en Madrid hace unos días presagia la persistencia de los problemas económicos en España y, muy posiblemente, en la Unión Europea. Las acciones de Bankia, la entidad nacionalizada española, cayeron 21% el martes cuando el banco emitió 11,500 millones de nuevas acciones en un intento por fortalecer su exiguo capital base.

El revés se sumó a las pérdidas sufridas la semana pasada cuando los inversionistas institucionales castigaron el precio de los títulos de Bankia, que cayeron un impresionante 50%. En total, las acciones del banco han perdido el 80% de su valor desde que la entidad se formó en 2011.

No estaba previsto que la venta de acciones de Bankia tuviera tan terrible suerte, de hecho, el Gobierno , que ordenó la operación, pensó que suscitaría confianza en el muy descalabrado sistema bancario español. En cambio, el fiasco de Bankia ha originado nuevas preguntas en Wall Street sobre la verdadera situación del sistema bancario nacional, así como del avance económico general del país.

Cuando se creía que España había tocando fondo en una terrible recesión, quizá esté en un estado mucho peor de lo que el mercado pensaba. Tan es así, que inversores y analistas han comenzado a cuestionar abiertamente la validez de los datos económicos publicados por el Gobierno español.

Si se descubre que los bancos o el Gobierno han estado amañando los números de alguna manera, entonces cualquier pizca de confianza que el mercado alguna vez tuvo en la deuda soberana española y en la de otros atribulados países europeos desaparecería por completo, desencadenando una nueva ronda destructiva de ataques contra la deuda soberana europea que, en última instancia, podría ser fatal para el euro.

En los últimos meses, España disfrutó de un ligero respiro de la tumultuosa y aparentemente interminable crisis de deuda europea. Este año, los mercados han estado mayormente preocupados por Chipre y su quebrado sistema bancario, y por Italia con su sistema político disfuncional.

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Durante ese tiempo, España pudo emitir suficiente deuda a largo plazo a tasas de interés relativamente bajas, con el bono español a 10 años retrocediendo por debajo del 4% en mayo por primera vez desde 2010, permitiéndole al gobierno ibérico seguir pidiendo prestado dinero a bajas tasas para sostener su endeudamiento creciente.

El Gobierno conservador del país, liderado por Mariano Rajoy, ha tratado de frenar el gasto en un intento por equilibrar el presupuesto público. Ha dicho que ha sido capaz de reducir el déficit presupuestario de la nación a sólo el 7% del PIB, desde el 11.2% en 2009. Además, ha eliminado casi 400,000 puestos en la nómina y redujo los costos laborales al nivel que tenían en 2005. España también registró un superávit en la cuenta corriente y de capital por primera vez en 15 años, y un superávit comercial por primera vez en 40 años. Y aun cuando el Gobierno informó el pasado trimestre que el PIB de la nación seguía contrayéndose, cayendo 0.5% respecto al trimestre anterior, el dato no fue interpretado por los mercados como terriblemente malo.

Considerando pues el panorama económico relativamente positivo transmitido por el gobierno español, es extraño que la venta de acciones de Bankia saliera tan brutalmente mal. Es posible que Bankia sea una excepción y por lo tanto no es un buen reflejo de la recuperación económica general de España. Pero eso es difícil de creer teniendo en cuenta el tamaño de la entidad, que controla el 10% de los depósitos del país y el 10% de sus hipotecas.

Una explicación más plausible para la malograda oferta de acciones es que la economía de España no va tan bien como el gobierno español afirma.

Los bancos son conocidos por no informar o minimizar las pérdidas de préstamos en un intento por parecer más saludables a ojos de los inversores. Los bancos españoles, por ejemplo, sostenían que sus pérdidas crediticias netas apenas promediaron 3% desde 2008 a 2012, aun cuando el desempleo en el país durante ese período aumentó de 10% a 25%.

Eso simplemente no tenía sentido, dada la correlación positiva de los préstamos bancarios incobrables con el desempleo. A la larga, los bancos españoles se vieron obligados a transparentar sus datos y admitir que estaban sentados en un montón de activos improductivos (activos  morosos o cartera vencida), conduciendo al rescate del año pasado.

¿Qué ha hecho el gobierno español? ¿Arrancó una página del libro de la banca y comenzó a falsear sus números para tratar de engañar a los mercados y moverlos a creer que España está en el camino de la recuperación? Algunos en Wall Street han comenzado a cuestionar abiertamente la validez de los optimistas indicadores económicos de Madrid.

Michael Cembalest, director de inversiones de JP Morgan, planteó en una nota reciente si era o no prudente que los mercados aceptaran sin más los datos del PIB español. Cembalest, quien fue uno de los pocos directores de inversión que se negaron a poner el dinero de sus clientes en los fondos administrados por el maestro del esquema Ponzi Bernard Madoff, identificó una serie de extraños indicadores económicos a partir de las cifras del PIB español... indicadores que parecen demostrar que las cifras del PIB dadas por Madrid no son de fiar.

Cembalest no es el único en Wall Street que tiene dudas. Los operadores que negocian deuda soberana han dicho a Fortune que han empezando a vigilar más de cerca los datos económicos españoles procedentes de otras fuentes, como la OCDE, que el miércoles publicó un informe muy sombrío sobre la situación de la economía española. El organismo proyecta que la tasa de desempleo en España seguirá aumentando en 2013, alcanzando el próximo año un máximo de 28% y que el PIB español se contraerá 1.7% este año, cuatro veces más de lo que se contrajo el año pasado.

Por su parte, los inversores de deuda soberana confían en los gobiernos que informan la verdad. Los países con estadísticas económicas transparentes y sólidas atraen más capital y pagan intereses más bajos que los que engañan a los inversionistas. La desastrosa venta de acciones de Bankia tiene a los inversionistas preguntándose si el gobierno español está jugando con sus datos económicos.

Si es verdad, esto no presagia nada bueno para la Unión Europea y sus esperanzas de poner fin a la crisis de deuda soberana. Si los inversores ya no confían en lo que dice un gobierno de la UE, bien pueden decidir no escuchar más a ninguno de ellos. Eso podría significar un desastre para el euro, pues a los gobiernos les resultará más difícil obtener préstamos de los mercados.

El gobierno español tiene dos opciones: dar la cara y hacer los difíciles cambios necesarios para contener a la bestia recesionaria, o puede mentir a los mercados y ganar algo de tiempo.

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