Obama nombra nuevo asesor económico
El presidente estadounidense Barack Obama designará a Jason Furman para que presida el Consejo de Asesores Económicos, la cuarta persona en ocupar el puesto más alto en materia económica desde que el demócrata asumió el cargo.
Furman se ha desempeñado como asistente del presidente para política económica y como principal director adjunto del Consejo Económico Nacional, cargo que ha ocupado desde el comienzo de la administración.
Durante su estancia en la Casa Blanca, participó en la confección del plan de estímulo aprobado en los primeros días de la administración y colaboró de forma importante en la elaboración de la legislación para la reforma sanitaria.
Furman sustituirá a Alan Krueger, quien recientemente anunció planes para volver a la docencia en la Universidad de Princeton.
Krueger presidió el Consejo de Asesores durante casi dos años, puesto que antes habían ocupado Austan Goolsbee y Christina Romer. Al igual que Krueger, tanto Goolsbee como Romer dejaron la administración para volver a puestos docentes.
Él no tenía tan alto perfil público como Goolsbee, quien a menudo fungió como la cara pública del gabinete de Obama en temas económicos.
Furman, con mayor experiencia en campañas políticas que Krueger, podría volver a jugar ese rol de alto perfil como portavoz de la administración.
Furman se convirtió inicialmente en asesor económico de Obama durante la campaña presidencial de 2008, uniéndose al personal en junio de ese año después de que el entonces aspirante presidencial se hizo de la nominación demócrata. A menudo Furman se desempeñó como uno de los principales portavoces de la campaña en temas económicos durante la elección.
Con una reputación de ser un centrista en cuestiones económicas que trabajó previamente en la administración Clinton, el nombramiento de Furman como director de la política económica de la campaña fue visto en el marco de las elecciones como parte de un proceso de unificación del Partido Demócrata después de una intensa contienda primaria.
Pero también enfureció a algunos grupos liberales del partido, como los sindicatos, que se opusieron a algunas de sus posturas, como su defensa de los acuerdos de libre comercio.