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La Fed antes del colapso de Lehman

El Banco Central eligió no salvar a la entidad pese a que podía hacerlo, revelan transcripciones; aunque la medida pudo obedecer a la aversión a intervenir, no contemplaron el impacto que tendría.
mar 25 febrero 2014 06:04 AM
La quiebra de la entidad financiera encendió las alarmas en Wall Street. (Foto: Getty Images)
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El 15 de septiembre de 2008 fue un momento decisivo para la crisis financiera que condenó a gran parte del mundo a un malestar económico del que todavía nos estamos recuperando. Ese día, los funcionarios del Gobierno estadounidense organizaron apresuradamente la venta del banco de inversión Merrill Lynch a Bank of America, mientras que a otro banco -Lehman Brothers- se le permitió declararse en bancarrota.

La quiebra de Lehman Brothers envió ondas de choque a través de todo el sistema financiero global, acelerando la crisis hasta que los líderes de las siete economías más grandes del mundo se reunieron el 10 de octubre y se comprometieron a no permitir que más instituciones financieras sistémicamente importantes quebraran. Esta promesa llevó a la eventual aprobación del TARP (Programa de Alivio de Activos en Problemas, por sus siglas en inglés) y de los muy denostados rescates bancarios que, si bien fueron políticamente impopulares, ayudaron al mundo a evitar una gran crisis al estilo de la Gran Depresión.

Esta es una diapositiva de la conferencia de Ben Bernanke en 2012 acerca de la respuesta de la Fed a la crisis. Esto demuestra lo mucho que esta acción concertada ayudó a calmar los mercados financieros y a amortiguar la gravedad de la crisis:

http://fortunewallstreet.files.wordpress.com/2014/02/bernanke-lecture-three-20120327-page-026.jpg?w=631&h=487

Fuente: Bloomberg.

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El gráfico muestra las tasas de interés a 24 horas que los bancos se exigían para prestarse unos a otros, una excelente medida de la tensión general en el sistema financiero. Aunque operaban a tasas elevadas a mediados de 2007, la quiebra de Lehman fue lo que realmente hizo entrar en pánico a los mercados financieros, y la promesa de los respaldos gubernamentales fue lo que calmó a los mercados y sentó las bases para una recuperación.

Ante este panorama, la decisión de ni siquiera intentar utilizar cualquier poder del Gobierno que estuviera disponible para salvar a Lehman Brothers es cuestionable. Ben Bernanke y otros funcionarios han dicho que ellos no tenían las herramientas necesarias para salvar al banco. En el caso del Departamento del Tesoro, esto podría ser correcto. El TARP aún no había sido aprobado y el secretario Hank Paulson no tenía una gran cantidad de fondos para introducir en Lehman, como más tarde haría con otros grandes bancos.

¿La Fed es mentirosa?

La afirmación de la Reserva Federal de que no tenía el poder para salvar a Lehman es mucho más dudosa, y se debilita aún más por las transcripciones de las reuniones del Banco Central en 2008 , publicadas el pasado viernes por la mañana. La excusa estándar para justificar su inacción en Lehman es que los bancos centrales deben ser el prestamista de último recurso para los bancos que se encuentran en una crisis de liquidez, pero que siguen siendo solventes.

Es decir, la Fed debería prestar dinero a cualquier banco que tenga garantía que ofrecer. Al defender su decisión de no intervenir en Lehman, Bernanke ha afirmado que él no podía ofrecer nada porque el banco era insolvente:

“Lehman Brothers era en sí mismo probablemente demasiado grande para quebrar, en el sentido en que su quiebra tuvo enormes impactos negativos en el sistema financiero mundial... Pero en ello éramos incapaces, ya que esencialmente era una empresa insolvente”. La diferencia entre que una empresa sea insolvente y que carezca de liquidez no está bien definida, y depende de cómo se valoren un montón de activos inescrutables.

Con base en las opiniones de los miembros del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal , reveladas en las minutas recientemente publicadas, la decisión de dejar que Lehman quebrara parece tener mucho más que ver con una aversión ideológica a la intervención gubernamental que con otra cosa. Esta es la declaración del presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, el 16 de septiembre, el día después de la quiebra de Lehman:

“Mi preferencia de política es mantener el objetivo de la tasa de fondos federales en el nivel actual y esperar algún tiempo para evaluar el impacto de la declaración de quiebra del banco, si es que hay alguno, sobre la economía nacional... Al negar fondos a los demandantes de Lehman, la Fed ha comenzado a restablecer la idea de que los mercados no deberían esperar ayuda en cada coyuntura difícil. Cambiar las tasas hoy confundiría esa señal importante y eliminaría mucho de la parte positiva de la decisión previa”.

¿La Fed es ingenua?

Por supuesto, el análisis en retrospectiva siempre es obvio, pero es sorprendente que los miembros de la Fed pensaran que la quiebra de la entidad financiera posiblemente podría no tener ningún efecto sobre la economía. Nótese también que Bullard pinta la decisión de no salvar a Lehman, no como una decisión de necesidad sino de elección.

El presidente de la Fed de Boston, Eric Rosengren, fue quizás el miembro más perspicaz de la Junta de la Fed en 2008, ya que fue uno de los pocos a favor de reducir las tasas de interés tan pronto como en septiembre, y cuestionó la lógica de la decisión de dejar que Lehman quebrara:

“Creo que es demasiado pronto para saber si lo que hicimos con Lehman es correcto. Teniendo en cuenta que el Tesoro no quería poner dinero en él, lo que pasó fue que no teníamos otra opción. Pero tomamos una apuesta calculada. Si tenemos una corrida en los fondos del mercado monetario o si el mercado de repos (acuerdos de recompra) tripartita no gubernamental se cierra, esa apuesta podría no parecer tan buena en absoluto”.

La declaración de Rosengren es un poco turbia aquí. Él llama a permitir la quiebra como una “apuesta calculada”, pero luego dice que la Fed no tenía “ninguna opción”. Sin embargo, esa palabrería tiene un tufo de justificación. En los correos electrónicos descubiertos por la Comisión Investigadora de la Crisis Financiera, podemos ver que la Fed claramente estaba considerando un préstamo de 200,000 millones de dólares para ayudar a mantener a flote a Lehman. Estos correos electrónicos llamaron a ese enfoque “una apuesta” que valdría la pena tomar.

Pero la Fed no la tomó, y parece que lo hizo, al menos en parte, por razones ideológicas. Esto es aún más confuso debido a que el Gobierno Federal había pasado los 30 años previos interviniendo en las crisis para evitar destructivos colapsos del sistema financiero.

A la luz de eso, el economista Alan Meltzer ha llamado a la decisión como “una de las peores equivocaciones en la historia de la Reserva Federal”. Cinco años más tarde, las transcripciones publicadas recientemente no nos dan ninguna razón para discrepar con la opinión de Meltzer.

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