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La Fed se aleja de los ‘dogmas’

El Banco Central cambiaría su política monetaria hasta que repunte el empleo, dice Josh Bivens; el experto ve positivo que los comentarios de la Fed influyeran en la política fiscal de EU.
mar 25 marzo 2014 06:02 AM
Janet Yellen ha sacudido a los mercados por el retiro de estímulos monetarios de la institución que preside. (Foto: Getty Images)
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La presidenta entrante de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Janet Yellen, indicó a mediados de la semana pasada que el Banco Central podría reducir sus compras de bonos a un ritmo ligeramente más rápido, pero también continuó restando énfasis a la importancia del umbral previamente anunciado de una tasa de desempleo de 6.5% para elevar las tasas de interés a corto plazo.

Sus comentarios inicialmente sacudieron a los mercados, pero es en realidad es una postura muy sensata y no debería ser una novedad para nadie tras los anuncios de la Fed en los últimos meses; y el hecho de que los mercados hayan tenido un tropiezo después de oír esto sólo indica que los movimientos de las acciones a corto plazo básicamente no proporcionan ninguna información útil.

Normalmente los economistas dicen que el trabajo de la Fed es manejar un delicado equilibrio entre las dos puntas de su doble mandato: mantener baja la inflación y aumentar al máximo el empleo. Pero desde el comienzo de 2008 una mayoría de macroeconomistas ha acordado que este equilibrio normalmente delicado ya no existe, y que la Fed debería enfocarse en la actividad económica y en el empleo, y punto.

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Por desgracia, ese consenso muestra señales de un desgaste prematuro. Algunos observadores han comenzado a discutir que ha llegado la hora de que la Fed relaje el pie del acelerador y comience a preocuparse por la inflación excesiva de nuevo; pese a una fuerte evidencia de que todavía hay una gran cantidad de debilidad en el mercado laboral.

¿Pleno empleo?

Ese punto de vista es correcto; no estamos cerca del pleno empleo, y la Fed no debería quitar el pie del acelerador hasta que lleguemos allí.

Es cierto que la tasa de desempleo ha disminuido rápidamente en el último año; al disminuir hasta el 6.7% en febrero, desde el 7.7% de hace un año. Es más, el desempleo a corto plazo se ubica casi en sus niveles previos a la crisis. Pero aunque la Fed ha indicado previamente que podría elevar las tasas una vez que el desempleo caiga por debajo del 6.5%, esto sería profundamente prematuro. La economía tiene mucho más debilidad restante que lo que indica la cifra de desempleo que aparece en los titulares, y hasta que esta distensión haya sido casi abatida, la aceleración de la inflación no se producirá.

El argumento más simple contra el uso de la tasa de desempleo como medida de debilidad es también el más fuerte: en los últimos años ha sido impulsada a la baja, no por un fuerte crecimiento del empleo, sino por trabajadores potenciales que han abandonado por completo la población activa debido a las escasas oportunidades de trabajo.

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Debido a que el conteo oficial de trabajadores desempleados sólo incluye a aquellos que buscan trabajo activamente, a medida que los trabajadores desempleados dejan de buscar en forma activa, la tasa de desempleo de hecho disminuye. Una economía sana tendrá que reintegrar a estos 5.7 millones de “trabajadores desaparecidos” en los próximos años, y si algunos de estos trabajadores desaparecidos reinicia su búsqueda activa de empleo en respuesta a la mejora de las perspectivas de empleo, el desempleo en los titulares registrará cierta presión sólida al alza.

Otros indicadores

Una mejor medida de la debilidad, que no es afectada por tales consideraciones, es simplemente la parte porción de aquellos adultos en edad productiva (25 a 54) que tienen empleo. Esta medida se redujo en 4.9 puntos porcentuales debido a la Gran Recesión, y poco más de un tercio de esa disminución ha sido recuperada. Es extraordinariamente difícil imaginar por qué una parte tan importante de trabajadores en edad productiva habría dejado de trabajar en los últimos años, a menos que la economía tuviera un gran déficit de demanda en relación con la oferta potencial.

Otros indicadores útiles de debilidad económica que Yellen ha resaltado incluyen las medidas de los salarios y la inflación de los precios. Los precios subyacentes (que excluyen los costos de alimentos y energía) que son seguidos de cerca por la Fed han caído muy por debajo de la meta de por sí demasiado conservadora a largo plazo de la Fed, del 2%. Y los costos laborales unitarios -un factor determinante de la inflación futura- de hecho se redujeron en el último trimestre de 2013.

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Por último, hay razones importantes por las que la Fed no debería elevar las tasas, incluso si la inflación sobrepasa el objetivo a largo plazo de la Fed durante un breve periodo. Por un lado, estos umbrales de inflación a largo plazo son demasiado conservadores en el corto y mediano término. Entre otros efectos útiles, un objetivo de inflación más alto en los próximos años podría ayudar a erosionar la onerosidad de la deuda que pende sobre los hogares estadounidenses. Por otra parte, aunque algunos han argumentado que el reciente periodo prolongado de debilidad económica ha dañado el potencial productivo de la economía, incluso si esto fuera verdad, la mejor respuesta a esto no sería aceptar que algo decepcionante es la “nueva normalidad”.

En vez de eso, la mejor respuesta sería remediar este daño con un largo periodo de rápido crecimiento económico. El boom de la década de 1990 que registró un reforzamiento mutuo de los mercados de trabajo restringidos y del crecimiento de la productividad en un círculo virtuoso sin conducir a la aceleración de la inflación debería haber enseñado a los responsables políticos a ajustar sólo ante aceleraciones de inflación actuales no anticipadas.

La continua insistencia de Yellen en no apegarse dogmáticamente al umbral del 6.5% es bienvenida. Todavía estamos lejos del pleno empleo, y un endurecimiento antes de llegar allí sería una mala política. Lo mejor de todo sería que la opinión de Yellen incluso influyera sobre los responsables de la política fiscal para revertir la austeridad de los últimos años.

*Josh Bivens es director de investigación y política en el Economic Policy Institute. Es autor de 'Everybody Wins Except for Most of Us: What Economics Teaches About Globalization'.

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