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Rusia, ¿en guerra contra el ‘fracking’?

La OTAN sospecha que Moscú trabaja para frenar proyectos de shale gas en el viejo continente; afirma que el objetivo del país es mantener la dependencia europea al combustible ruso importado.
lun 23 junio 2014 06:02 AM
La OTAN señala al Gobierno de Vladimir Putin de intentar frenar un proyecto energético europeo alterno. (Foto: Reuters)
vladimir putin rusia

¿Hasta dónde llegará Moscú para mantener a Europa enganchado a su gas natural?

La OTAN acusa a Rusia de trabajar con activistas que tratan de detener los proyectos de gas de esquisto (gas shale) que son parte de los planes de la zona para diversificar su suministro energético .

“He conocido aliados que pueden reportar que Rusia, como parte de sus sofisticadas operaciones de información y desinformación, participa activamente con las llamadas organizaciones no gubernamentales, organismos ambientales que trabajan contra el gas shale; obviamente para mantener la dependencia europea al gas ruso importado”, dijo el jefe de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.

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El exprimer ministro danés dijo que Europa necesitaba desarrollar suministros alternativos necesarios para que “un proveedor único de energía no sea capaz de chantajear a una sola nación”.

Europa depende de Rusia para suministrar el 30% de su gas natural; a un costo de alrededor de 50,000 millones de dólares al año. La mitad de eso es canalizado a través de Ucrania, donde la anexión de Crimea por parte de Rusia y el apoyo a los separatistas en el este han generado la peor crisis en relaciones con el Occidente desde el final de la Guerra Fría.

Estados Unidos y Europa han respondido con sanciones limitadas contra los funcionarios rusos y algunas pocas empresas. Pero los profundos lazos energéticos y comerciales con Moscú han complicado la búsqueda de Europa de una respuesta más firme.

Ucrania ha servido como un llamado de alerta a los líderes europeos para echar a andar los esfuerzos para dejar de depender del gas ruso. Los gobiernos están aumentando la producción de energía renovable y buscan aumentar las importaciones de gas natural licuado.

Ambas opciones son costosas y a muchos gobiernos les encantaría aprovechar las reservas recuperables de gas shale estimadas en 470 billones de pies cúbicos en Europa.

Sin embargo, hay muchos obstáculos para hacer despegar una industria de gas shale, y no menos preocupaciones sobre el proceso de extracción conocido como fracking.

Greenpeace, que ha hecho campaña contra el fracking en Reino Unido, descartó la idea de que la organización sea una marioneta del presidente ruso, Vladimir Putin.

“Rasmussen debería pasar menos tiempo soñando teorías de la conspiración y más tiempo en los hechos”, dijo.

“El gas obtenido mediante fracking probablemente costará más que las importaciones rusas, hay poca posibilidad de que el fracking vaya a generar más de una pequeña fracción de las necesidades de gas de Europa y ni siquiera logrará eso en un mínimo de 10 años”.

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