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El testamento de una Pyme

Igual que si se tratara de una herencia familiar, la sucesión empresarial puede derivar en un c cuando muere el dirigente de una Pyme sin designar a su sucesor sólo el 10% sobrevive.
vie 02 noviembre 2007 01:34 PM
No heredes problemas, lo mejor es designar en vida a un suce

A nadie le gusta pensar que un día se va a morir y en México el miedo a la muerte es algo que está muy arraigado, no hay que olvidar la historia del legendario Macario que con tal de huir a su fatal destino fue capaz de idear una serie de artimañas que lo mantuvieron vivo por más tiempo.

Todos recordamos los artilugios que fue capaz de idear para mantener prendida esa vela que representaba el aliento que lo mantenía en este mundo, pero se escondiera donde se escondiera e hiciera lo que hiciera siempre se topaba con la muerte.

Como dicen los filósofos, en esta vida sólo hay una certeza y esa certeza es que algún día nos vamos a morir. Nos guste o no es la verdad, pero ignorantes de esta verdad, muchos dueños, sobre todo de pequeñas empresas de tipo familiar, dan el salto al más allá sin hacer un testamento, lo que en la mayoría de los casos deriva en un pleito legal entre los herederos del fallecido  o los socios del negocio.

De acuerdo con cálculos hechos por académicos de la Universidad la Salle, cuando una Pequeña o Mediana Empresa (Pyme) se enfrenta a un problema de este tipo en el que a la muerte del fundador no queda claro quién asumirá las riendas, solamente una de cada 10 logra sobrevivir.

En el caso de las medianas empresas, las leyes mercantiles obligan a dejar claras las reglas de sucesión y dejar establecida la proporción de los paquetes accionarios, pero en el caso de las Micro y Pequeñas Empresas (Mipymes), generalmente de corte familiar, la muerte del patriarca deriva en un caos.

A juicio de Salo Grabinsky, consultor de empresas familiares, el hecho de que el fundador de la empresa no elabore un testamento antes de morir influye de manera importante en que de cada 100 Pymes en México solamente 30 pasen a la segunda generación y 10 a la tercera.

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Ciertamente no existe un estudio detallado en el país que diga cómo influye la falta de un testamento del fundador en la corta vida de las pequeñas y medianas empresas, pero al menos, en el caso de las empresas familiares, recuerda que una vez en un seminario al que asistieron representantes de 250 empresas se trató el tema y de las que estaban presentes sólo entre 15 y 25% tenía claras las reglas de la sucesión.

“El miedo a la muerte les impide hacer un testamento, todavía no les ha caído el veinte (a los dueños de las Pymes) de qué puede pasar si se mueren y no dejan claro qué le toca a cada quien”, observa el consultor.

Aunque el fundador de la empresa muera, el negocio necesita seguir operando porque sus obligaciones fiscales se mantienen vigentes y cuando se inicial un pleito legal por el control del negocio generalmente nadie recuerda que la compañía un murió debe seguir cumpliendo no sólo el pago de impuestos sino los compromisos con proveedores, el otorgamiento de servicios o entregas de mercancías ya pagadas.

Generalmente, cuando el dueño del negocio muere sin dejar un testamento, un pleito legal puede durar desde un año y medio hasta un periodo indefinido y como dicen expertos consultados el más afectado es el negocio, que no sólo se queda sin cabeza visible sino sin una persona que esté al cuidado de su adecuada marcha.

Los santos óleos

Luis Jorge Bejar, abogado y profesor de la Universidad Panamericana, explica que en el caso de las medianas empresas están constituidas como Sociedad Anónima o Sociedad de Responsabilidad Limitada, ambas regidas bajo la Ley de Sociedades Mercantiles, que les exige cumplir con una serie de requisitos que deben quedar especificados en su acta constitutiva. 

Esta acta debe incluir que pasará en el caso de que fallezca el accionista mayoritario, “puede ser que se disminuya el capital o puede ser que se pueda repartir un derecho a los socios sobre ese porcentaje o que se permita que el accionista herede a sus deudos esa acción, pero lo importante es que aquí ya queda todo claro y se evitan problemas que interrumpan la operación del negocio”, apunta.

En el caso de las micro y pequeñas o las empresas familiares, generalmente no forman una sociedad, sino que el titular es una persona física con actividad empresarial y si no hay un testamento, empiezan los problemas.

El heredero natural es el cónyuge o el hijo mayor, pero siempre existe alguien que no estará de acuerdo y que llevará la sucesión al terreno de lo legal, “no hay que perder de vista que lo que le pase a la familia es lo que le va a pasar a la empresa”, advierte el experto de la UP.

“Por eso, es muy recomendable y positivo que la mayoría de los notarios aconsejen a sus clientes que hagan testamento, si tenemos un negocio, debemos de preguntarnos qué tan conscientes estamos de que vamos a morir. En el país hay personas muy previsoras, pero son las menos, si tuviéramos una mayor previsión nos ahorraríamos muchos problemas”, reflexiona Bejar.

En este comentario coincide Rafael Lima, profesor investigador del área de ciencias económico administrativas de la Universidad La Salle, quien apunta que en la vida real, aunque se invite a hacer testamentos, el miedo natural del mexicano a la muerte le impide hacerlo,“quizás porque pensamos que así vamos a vivir más”.

Afirma que cuando se desata un pleito en la empresa por la falta de un testamento, no hay que perder de vista la cuestión fiscal pues aunque el fundador muera se deben seguir pagando los impuestos como el Impuesto al Valor Agregado, Impuesto Sobre la Renta, Seguro Social de los trabajadores, entre otros y si existe un pleito legal, lo más recomendable es nombrar un administrador que se encargue de llevar las riendas en lo que existe una resolución.

De esta manera, se garantiza la continuidad del negocio porque una Pyme “difícilmente sobrevive a una situación como esta, y aunque ya exista una resolución, a veces lo más recomendable es que el administrador continúe al frente porque normalmente o los herederos no conocen del negocio o no les interesa”, dice Lima.

Si el dueño del negocio es persona moral, debe seguir tributando y si s persona física todas las obligaciones terminan con la vida del sujeto, pero si el negocio sigue vivo, sigue generando pago de impuestos para el nuevo dueño.

Lima observa que si no hay testamento y el fallecido estaba casado bajo el régimen de bienes mancomunados o sociedad conyugal, la mitad de los bienes pasa automáticamente al cónyuge y el resto se reparte entre los hijos.

Los entrevistados coinciden en que lo mejor, aunque nos dé miedo vernos cara a cara con la muerte, es hacer un plan de sucesión en el que quede establecido quien se quedará al frente del negocio, cómo se repartirán las acciones y quien jugará qué papel durante todo el proceso.

Bejar asegura que cuando se habla de la muerte generalmente se habla de casos hipotéticos, “pero así se trate de una tienda de abarrotes, para evitar malentendidos y garantizar la marcha del negocio, cuando se hable de la muerte hay que hacerlo en primera persona”.

Aunque las posibilidades de que una Pyme sobreviva a un pleito legal por la sucesión son solamente de 10 por ciento, el académico de la UP relata que también existen historias de éxito en las que el negocio logró salir a flote.

“Conozco un caso que me tengo que reservar el nombre de la empresa por cuestiones profesionales. El negocio lo controlaba la señora, fallece, se viene un pleito terrible entre los hijos que se pelearon hasta por el perro, la empresa sufrió en sus ganancias, bajó su posicionamiento en el mercado y cuando se acabó el pleito, al poco tiempo lograron levantarla a niveles en los que ni siquiera los padres lo lograron a hacer”.

Los testamentos no son cosas ambiguas ni ave de malagüero, deben ser una herramienta para facilitar las cosas, y los notarios deben apoyar al autor del testamento porque es el responsable de traducir y dejar claros los deseos del actor.

Desde hace unos cuantos años, a lo largo del país durante el mes de septiembre de celebra el llamado “Mes del Testamento” durante el cual los notarios públicos reducen sus honorarios hasta a la mitad. Hacer un testamento durante este mes puede costarle al pequeño empresario entre 500 y 1,500 pesos, dependiendo al entidad donde viva, lo cual muestra que es más barato dejar las reglas claras antes de morir, que orillar a los herederos a un pleito en el que lo más probable es que lo único que se gane sea la pérdida del negocio.

El aliado

Cuando de heredar el negocio se trata, el testamento es la herramienta más útil, el hacerlo no nos acerca más a la muerte, simple y sencillamente sirve para que el descanso sea más placentero y para evitar que los que se quedan en este mundo no padezcan las consecuencias de nuestro miedo a cruzar la línea que divide el mundo de los vivos del de los muertos.

Cuando de negocios se trata en su testamento debe dejar perfectamente claro:

Qué quiere

Qué piensa que debe de ser

Para quién es el negocio

Si  el negocio es para uno de los hijos déjelo muy en claro, de manera que se entienda y si es en partes iguales que también lo diga así.

Decida lo que es mejor para garantizar la continuidad del negocio

 

Fuente: UP y Universidad La Salle

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