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El amor ayuda a crear empresas

El amor puede ser un buen combustible para emprender un negocio, pero hay que seguir ciertas re conocer la experiencia de algunas parejas te ayudará a decidir si echas a andar una empresa de
lun 12 mayo 2008 06:00 AM
Si se siguen ciertas reglas, el amor puede ser un buen combu

“Jesús Arturo, si quieres que esto funcione, tienes que aprender a controlar tus celos”. Éste podría parecer el reproche de un terapeuta, pero fue el consejo que dio Carlos Núñez, asesor de una incubadora de negocios, a los dueños de Lynazagel GF, de Culiacán, Sinaloa, en una de sus sesiones.

Fabiola Román y Jesús Arturo Moreno llevaban cuatro años de noviazgo y dos de gestar una idea de negocio en pareja. Enfrentaban los primeros retos, como muchos de los que emprenden aventuras ligadas al corazón y al bolsillo.

A diferencia de otros proyectos, sobre la mesa ellos tenían los temas de rentabilidad, punto de equilibrio o retorno de inversión, pero también los de un plan de vida juntos y hasta el cambio de roles. Y Fabiola, una sonorense atractiva, levantaba suspiros a cuanto lugar se asomaba a vender Lynazagel GF.

¿Hay lugar para el amor y los celos por los resultados en el negocio? Los casos son de lo más diversos: hay parejas que se sienten fortalecidas con esta experiencia y otras que pasaron de la armonía a la tiranía después de trabajar juntos. Los especialistas en emprendedurismo y los consultores de empresas familiares plantean algunas directrices que pueden dar balance a los que son socios y parejas: definir las responsabilidades y la propiedad, compartir el poder, resguardar el espacio de vida personal y anotar todo en papel.

No hay datos en México sobre qué proporción de los negocios son propiedad de parejas. Un estudio de la Universidad Estatal de Oklahoma estima que tres millones de los 22 millones de pequeños negocios que había en EU en 2000, eran de parejas.

Un negocio de pareja puede tener la misma suerte que cualquier otro formato de empresa familiar, dice Imanol Belausteguigoitia, director del Centro de Investigación de Empresas Familiares del ITAM, en el DF. Pero en este formato es fácil mezclar mundos “y se puede perder lo más por lo menos si no toman previsiones”, advierte.

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• Leerse ‘la cartilla’. Las causas más frecuentes de tensión en las parejas que son socios son: la asignación de roles, la supervisión, definir quién toma qué decisiones, la asignación de sueldos y participaciones y los temas asociados al equilibrio, la realización y la felicidad de la pareja. Todos deben discutirlos antes de arrancar, plantea Belausteguigoitia.

• ‘Pintar la raya’. A menudo se trasladan las relaciones del hogar a la empresa, dice el experto. Y entonces, por ejemplo, a un hombre que en casa toma las decisiones, le puede resultar difícil cumplir las órdenes de la directora de la empresa, si la ve como su esposa. Por eso, los consultores de la incubadora de negocios de Empreser, en Mexicali, les sugieren una regla: “En esto, él no es tu esposo sino tu socio”, dice Hortencia Medellín, coordinadora nacional de la organización.

Además, los empleados deben tener claro el rol de cada cual. No puede haber dos jefes, aclara Mónica Cavagna, especialista de la Universidad Panamericana, en el DF; si ambos dan órdenes, pueden duplicar tareas o propiciar una situación de ‘jefe bueno’ y ‘jefe malo’, que los empleados aprovecharán.

• Hablarlo todo. Crecer un negocio implica volver a la etapa desgastante del arranque, invertir tiempo, dinero y esfuerzo, y quitárselos a la familia o a la pareja. Supone, incluso, abrir la empresa a la participación de terceros, que pueden cambiar la dinámica de los socios-pareja. Si uno de los dos no está convencido, hay que repasar los objetivos de cada cual y plantear qué desean del negocio, con la misma sinceridad que en el arranque. Según Cavagna, es en estos momentos cuando ocurren más separaciones.

• De aquí a 100 años. Emprender en pareja requiere, necesariamente, que ambos estén ‘casados’ con el negocio y que sea su prioridad. En Empreser les piden a los emprendedores hacer un plan de vida y, según Hortencia Medellín, 20% deserta en esa etapa: se dan cuenta que tienen otras prioridades.

• Dividir por amor. Pocas parejas deciden, desde el principio, sobre el sueldo y la propiedad. Como si hacerlo fuera de mal gusto. Muchos están en la idea romántica de ‘lo tuyo es mío y lo mío es tuyo’. Para Mónica Cavagna, debería de ser al revés: “Porque te quiero no te voy a dejar bailando en la loma, entonces mejor desde el principio llegamos a acuerdos”.

• No todo es miel. Hortencia Medellín cree fundamental que los esposos o novios tengan conciencia de los retos y sacrificios que implica el negocio: “Muchos creen que es el glamour total, pero son desvelos, al menos un año sin dinero y mucho trabajo”. Acudir a un asesor financiero, que les ayude a proyectar sus gastos y necesidades como pareja, y los flujos de su negocio, podría ser una buena idea para el arranque. Para Medellín, emprender juntos puede detonar una complicidad única. Ni el estrés, ni la suspicacia de otros son infranqueables, si su deseo es compartir la vida y la nómina, y si se le pone un poco de cabeza al corazón, y viceversa.

Quién es el jefe

Les frustró tanto no encontrar una cocina a su gusto que decidieron fabricarlas.

Para una pareja de emprendedores hasta el detalle más cotidiano puede desatar su vocación. La empresa Cocinas Cosmos, en Tijuana, nació de la frustración.

Una mañana, Fausto Preciado anunció, con bombo y platillo, que prepararía el desayuno y se lo llevaría a la cama a su pelirroja novia, Dulce Gutiérrez. Pero la precariedad de su cocina lo desanimó: llevaban cinco meses ahí y seguían con una hielera por refrigerador; cocinaban en un asador y tenían como alacena algunas cajas a medio desempacar. “Corazón, hoy te vas a buscar tu cocina”, le dijo a Dulce de vuelta a la recámara. Y se fueron los dos a surcar las calles de Tijuana.

Fue muy difícil encontrar algo a su gusto. Para cuando dieron con el taller feo y lejano que tenía una cocina como la que querían, la idea de negocio había germinado. Una vez que les colocaron la cocina en casa, invitaron al dueño del taller a asociarse con ellos y así nació Cocinas Cosmos ( www.cocinascosmos.com ), que desde diciembre de 2007 tiene una tienda en la Macroplaza, el centro comercial más grande de Tijuana. Hicieron su primera venta en enero “casi de regalo de Reyes”, dice Fausto, que hoy tiene 29 años y que mantuvo su empleo en SourceCorp de México.

Ahora venden cinco cocinas al mes, y las fabrican en Rosarito. Dulce y una vendedora atienden el local, mientras Fausto y dos colaboradores toman medidas y hacen las instalaciones.

Desde el principio pusieron las reglas: Dulce (28) llevaría el negocio y dirigiría a los empleados. Fausto decidiría sobre la estrategia de largo plazo. Él trabaja para Cosmos antes y después de su jornada de tiempo completo en SourceCorp. Dulce comenta que tomar acuerdos antes de emprender facilita la marcha del negocio. Como él siempre ha tenido gente a su cargo, está acostumbrado a “imponerse”, dice, y a veces  se le olvida el trato. De cuando en cuando, Dulce le hace un gentil recordatorio.


Fuego amigo

Familiares y amigos criticaron su decisión. Crearon Lynazagel GF contra viento y marea.

Más de un pariente y amigo quiso disuadirlos de emprender un negocio juntos. “Esto puede terminar con su noviazgo de cuatro años; puede llegar el día que uno de los dos quiera aprovecharse del otro y lo deje sin nada”, les decían.

Pero Jesús Arturo Moreno y Fabiola Román sentían mucha pasión por su proyecto, que nació en una clase de su tercer año de Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de Sinaloa. A Fabiola se le había ocurrido comercializar el remedio que alguien le dio para hidratar su cabello, y que ella preparaba en casa.

La ilusión compartida les permitió ignorar los ‘comentarios malintencionados’, dice Arturo, y en julio de 2006 habilitaron el patio trasero de la casa de él, en Culiacán. Con una batidora de cocina, unas bandejas de plástico y cubetas para dejar reposar la mezcla comenzaron a producir Lynazagel GF. En diciembre ya habían vendido 2,511 frascos con 250 gramos del tratamiento.

Wal-Mart los notó en una expo en 2007 y, desde entonces, le venden a consignación en la zona; lo mismo a Bodega Aurrerá. Un equipo de nueve vendedores le abrieron lugar en 50 tiendas de Culiacán, Mazatlán, Los Mochis, Guasave y Mexicali. Siguen produciendo en casa de Arturo, pero ya tienen una turbolicuadora industrial, tres estufones, una báscula industrial y ollas de acero inoxidable de 100 litros.

Para curarse en salud, esta pareja registró todo a partes iguales: la patente de la marca, el patrimonio de la sociedad y se asignaron sueldos iguales.

Su relación es tan sólida y se complementan tan bien, dicen, que la suspicacia de los demás no les afectó. Le dieron la vuelta a los malos augurios: posicionaron su producto en la región y el gobierno de Sinaloa los premió como los mejores emprendedores de 2007. “La pareja que funciona bien como pareja, funciona como socios”, asegura Arturo.


En las buenas y las malas

La enfermedad de uno no los detuvo para abrir un negocio juntos.

Emprender juntos puede significar, en ocasiones, enfrentarse a retos más allá del matrimonio y hasta del mismo negocio. En el caso de Laura Martínez y su esposo Miguel, fue pelear contra el cáncer (ella pidió reservar el apellido de él).

Laura se enamoró de Miguel, a primera vista, en un partido de basquetbol en Saltillo. Seis años de noviazgo antecedieron la boda en 2005. En un viaje, Miguel, que es ingeniero, le comentó que su padre tenía una concesión para extraer yeso que no explotaba y se propusieron aprovecharla. Pero a Miguel le detectaron un tumor en 2006 y detuvieron la marcha. Pero tan pronto terminó el primer tratamiento de Miguel, abrieron Min Tools, un negocio de intermediación de artículos para la minería, y dejaron el yeso en espera. Ya tienen un año tres meses con él y al cierre de 2007 habían recuperado la inversión. Laura trabaja todos los días de 8:00 a 16:00 y lleva a Miguel a su sesión de radiación en Monterrey y, a veces, vuelve a Min Tools por la noche. “No nos damos cuenta de lo que podemos hacer hasta que nos encontramos en situaciones desesperadas”, comenta.

Laura no se imaginaría emprendiendo algo con un desconocido –su padre tuvo malas experiencias–. “Total, todos actuamos dependiendo de las experiencias vividas”.

Contigo pan y cebolla

Las largas horas y los pocos pesos del arranque tensaron esta relación.

Francisco Pérez (33) y Karen García (34) llevaban dos años y medio como pareja, vivían en la colonia Condesa, en el DF, cuando ella dejó Microsoft para abrir un negocio juntos. Lo llamaron Café Urbano –luego Kaffenetto–, un café montado en un auto compacto chino, que llevaba alimentos y bebidas preparadas en el momento, a zonas de oficinas. Karen siempre había sido asalariada; Francisco ya había estado en la banca y a cargo de las farmacias familiares La Virgen de la Salud. Tenía claro que vendría una temporada difícil hasta pasado el punto de equilibrio. Y ése fue justamente el problema. Según Francisco, a Karen le inquietó que en el primer año no tuvieran ingreso ni descanso. Y él cree que eso desencadenó la disolución del negocio y de la pareja. Karen –que declinó hablar– se mudó a Guadalajara y sacó a la venta en mercadolibre.com su primer carrito. ‘Aproveche, inicie su negocio’, anunció en abril.

Francisco dice que volvería a emprender en pareja: “Pero con todo lo que he aprendido”: buscaría un asesor, adelanta, pues las discusiones con la pareja sobre dinero suelen ser difíciles y llevan a reclamos como el “no me tomas en cuenta”. Con un tercero imparcial es más fácil tomar decisiones. Él siguió con Kaffenetto, ya da servicio de banquetes, y tiene cafeterías móviles en el DF, Guadalajara y Oaxaca. 

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