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Un buen negocio que termina en “Amén”

El dueño de una cadena de tiendas de arte realiza su misión pastoral en el terreno de bienes raíces; el acaudalado empresario destina gran parte de sus ganancias a comprar inmuebles para...
lun 25 octubre 2010 06:01 AM
 Los empleados de sus tiendas ganan salarios 52% superiores al mínimo federal, y siguen la ética cristiana de sus propietarios. (Foto: Photos to Go)
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Stan Mattson paseaba por las colinas de Berkshire en el otoño de 2007 cuando llegó a una colina con vista al río Connecticut en Northfield, Massachussets. Detuvo el auto y dio un vistazo. La escena era acogedora, con verdes pastizales y una pared de edificios de piedra y ladrillo, algunos de ellos con más de 100 años de edad. Mattson, quien dirige la Fundación C.S. Lewis en Redlands, California, pensó que se había topado con una ilustración de El león, la bruja y el armario. "Se sentía muy lewisiano", dijo. Al sentirse poderosamente conmovido, se sentó en el pasto y rezó.

Mattson llevaba tiempo en una misión para honrar a Lewis, un reconocido teólogo y autor de Las crónicas de Narnia, fundando una universidad donde los eruditos cristianos pudieran leer los grandes libros y sumergirse en las artes visuales y escénicas. Sus planes habían llegado el punto donde tenía que comprar un campus. Éste, originalmente el Seminario Northfield para Señoritas, que después formó parte de la Escuela Northfield Mount Hermon, llevaba en el mercado desde 2005. Inicialmente, Mattson no se mostró interesado. El panorama era muy remoto, y el precio de 20 millones de dólares (recientemente reducido de 40 millones de dólares) estaba fuera de su alcance. Pero ese mágico día algo encajó a la perfección. Rezando, pidió una guía y un benefactor. "Si la providencia nos da esta propiedad", dijo Mattson, "la aceptaremos".

La respuesta a las oraciones de Mattson resultó ser un desconocido clan de personas de Oklahoma, inmensamente ricos, cuyo patriarca, David Green, cuenta con una fortuna neta estimada por Forbes de 2,600 millones de dólares. En un principio, la riqueza de la familia no tenía nada que ver con el petróleo o gas de Oklahoma. Los Green  son magnates de las artes y artesanías. David Green abrió su primera tienda Hobby Lobby en 1972, con un préstamo bancario de 600 dólares, que pagó rápidamente. Ha estado ampliando su panorama, que se origina en el enorme centro de fabricación y distribución en Oklahoma City y que hoy se extiende 2,735 kilómetros en todas las direcciones, con 456 tiendas en 39 estados, más de 18,000 empleados y 2,200 millones de dólares en ventas. Y el crecimiento continúa. Las ventas de las tiendas privadas de Hobby Lobby aumentaron 6% el año pasado, según Green, mientras que sus ingresos generales crecieron 10%. La compañía aún no tiene presencia en la costa oeste o en Nueva Inglaterra, pero "llegaremos ahí", promete Green. Dice que el primer Hobby Lobby de California abrirá en enero en Visalia, no muy lejos de Fresno, y también habrá tiendas en Connecticut, Rhode Island, y New Hampshire a finales de 2011.

A sus 68 años, Green aún tiene una fuerte cabellera canosa y unos profundos y cautivadores ojos azules. Es muy explícito cuando habla de fe ("nos gustaría hablarle al mundo sobre Cristo, la única persona que consideramos una respuesta y la única respuesta"), y es vago cuando habla de sus balances ("mmm... somos rentables"). Eso es todo lo que sabemos. Hobby Lobby y sus productos derivados (como la vieja cadena de librerías cristianas de su hijo Mart) producen mucho efectivo para apoyar un pasatiempo familiar: comprar y donar bienes raíces para Cristo.

Green nunca se graduó de la preparatoria, ni su hijo, Steve, presidente de Hobby Lobby, ni su hija, Darsee Lett, quien maneja el departamento de arte. Mart, quien según Green podría remplazarlo como presidente ejecutivo cuando se retire, abandonó la universidad después de un año. Pero eso no impidió que la familia se interesara en descubrir bienes raíces subvaluadas y donarlas a las universidades. En los últimos 12 años han hecho más de 50 acuerdos, con un valor superior a 300 millones de dólares.

En 2004, los Green compraron una vieja planta de teléfonos celulares Ericsson en Lynchburg, Virginia, por 10.5 millones de dólares, y la dieron a la Universidad Liberty de Jerry Falwell, que construyó una nueva escuela en la propiedad. Un par de años después, pagaron al fondo de cobertura de Nueva York 3.5 millones de dólares para los edificios y terrenos de la Universidad Bradford, en Haverill, Massachusetts, que estaba en bancarrota. Invirtieron más de 5 millones de dólares en renovaciones, y el año pasado firmaron un acuerdo con la Universidad de la Biblia de Zion.

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En ocasiones compran en nombre de las iglesias. La primavera pasada, Rick Warren, pastor de la mega iglesia Saddleback en el condado de Orange, California, llamó a los Green para decirles que planeaba realizar una misa de pascua para 50,000 personas en el Estadio Angel en Anaheim, y preguntarles si querían hacer alguna contribución para la bolsa de regalos de los feligreses, y por cierto, Warren buscaba una propiedad cerca de San Juan Capistrano, que pertenecía a los Ministerios de las Catedrales Cristal con problemas financieros, del tele-predicador Robert Schuller. Era una propiedad de 140 acres, dijo, a media hora en auto del santuario principal de Saddleback. Era una oportunidad extraordinaria. Green dijo que tendría que echarle un vistazo antes. La visitó, le gustó, pagó 22 millones de dólares y ahora Saddleback tiene un nuevo centro de retiro.

La Universidad Oral Roberts, en Tulsa, ya tenía un campus hermoso cuando los Green llegaron en 2008. Pero atravesaba un escándalo de sexo y desfalco que había vaciado los cofres de la universidad y estaba a semanas de tener que cerrar sus puertas. "Lo sentimos mucho por los alumnos", dijo Green. "Sentimos que el Señor nos estaba guiando para hacer algo". Lo que hicieron fue entregar más de 70 millones de dólares en efectivo, y ese fue sólo "un adelanto", dijo Green, entre suspiros. Sigue firmando cheques, y no sólo cheques en blanco. La junta de regentes de la Universidad Oral Roberts tuvo que acceder a implementar un estricto plan de recuperación supervisado por los Green, y asumieron a Mart como nuevo presidente.

Los Green remontan su auge como grandes donadores a un periodo difícil en los 80, cuando dejaron que la deuda de Hobby Lobby saliera de control. Los bancos amenazaban con cerrarlos. "Nos convertimos en esclavos de nuestros prestamistas", dijo Steve a su padre, citando Proverbios 22:7. Tomó años para que salieran de sus problemas, pero hoy, dice Green, Hobby Lobby no tiene deuda a largo plazo y tiene un flujo de efectivo constante con una fortaleza que es visible. Gran parte de esto se debe a la expansión del combustible.

En 2010, sin importar las terribles condiciones económicas, Hobby Lobby ha abierto 26 tiendas nuevas, sin tener que pedir dinero prestado. Una porción se dirige a otras inversiones, como bienes raíces en Costa Rica, gas natural en Pensilvania y una planta de procesamiento de patatas dulces de ConAgra en Arkansas. Una gran porción se dirige a caridades cristianas. "En Asia hemos podido llevar el Evangelio a 300 millones de viviendas", dice Green. Y con Asia quiere decir China, donde se originan muchas de las ventas de Hobby Lobby, aunque no haya querido dar detalles al respecto.

Pero la parte divertida está en los bienes raíces. Cuando los Green cerraron el acuerdo del campus Northfield el año pasado, los dueños anteriores se habían cansado de gastar millones de dólares en mantenimiento anual, y el precio había caído mucho. Compraron el centro del campus: 48 edificios y 217 acres, sin los campos de los alrededores, por 100,000 dólares. Gastaron 6 millones de dólares en renovaciones, según los cálculos de Green. Asumiendo que Mattson puede hacer lo que promedió (necesita recaudar 15 millones de dólares en capital inicial, "y tenemos confianza en que Dios provea"), la Universidad C.S. Lewis dará la bienvenida a su primera generación en septiembre de 2012.

"Nuestra motivación es el sacerdocio", dice Green. Sin duda lo es. Hay un anuncio para los vendedores en la pared de las oficinas centrales de Hobby Lobby que prohíbe "regalos de cualquier valor" a los empleados, que deben "pagar su parte de los almuerzos" y no pueden aceptar invitaciones a cenar, sin importar quien pague, "pues estarán con sus familias para cenar". Las tiendas de Hobby Lobby cierran a las 8 de la noche y nunca abren los domingos. El pago inicial de los empleados de tiempo completo es de 11 dólares por hora, 52% por encima del mínimo federal.

"Creo que nuestra creencia en Cristo y nuestra misión de dar es la razón por la que estamos aquí", dice Green. "Creo que va de la mano". De hecho, cuando Green muera, la propiedad de Hobby Lobby entrará a un fideicomiso, eliminando cualquier medio o motivo posible por parte de sus descendientes para vender, hacerse pública o interrumpir el círculo virtuoso. Ya dejó claro que no dejará dinero a sus hijos: "hay un árbol y hay fruta. Pueden obtener la fruta si se la ganan, pero no el árbol, pues el árbol es de Dios".

Con eso dicho, negocios son negocios, y un acuerdo es un acuerdo. Cuando los Green hagan un regalo de bienes raíces a una organización sin fines de lucro que la merezca, tendrán el mismo derecho que cualquier otra persona a una eliminación fiscal basada en el valor estimado al momento de la entrega. "Muchas veces, el valor aumenta si es una preocupación constante", dice el abogado de Green, Brad Martin, quien asesoró la compra de Northfield. Cuando todo esté dicho y hecho, los Green habrán invertido apenas poco más de 6 millones de dólares en Northfield. Y cuando sea re-evaluado, "me sorprendería que no estuviera valuado en 20 o 30 millones de dólares", dice Martin. "¡Aleluya!".

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