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Combustible de maíz... y ahora de piñón

Investigadores del IPN analizan una técnica para generar turbosina y gasolina con aceite del grano; estudios indican que el aceite de piñón es adecuado para mezclarse con naftas en la refinación.
vie 04 noviembre 2011 06:00 AM
El piñón tiene características particulares que lo hacen adecuado para mezclar su aceite con disolventes. (Foto: Thinkstock)
Piñon (Foto: Thinkstock)

A nivel mundial, aproximadamente 90% de la energía consumida proviene de fuentes no renovables, por lo que estos recursos fósiles se están agotando aceleradamente. En México, sin embargo, sólo 9.5% de la oferta total de energía es renovable, mientras que en Brasil esa cifra es de 38.7%, según estimaciones citadas en el estudio ‘La industria del etanol en México', elaborado en la Universidad Autónoma de Sinaloa.  De acuerdo con estudios realizados por el organismo promotor de biotecnología BioEuroLatina y la Universidad de Naciones Unidas (UNU), los productos agrícolas tratados genéticamente -y no de consumo humano- son una opción viable como fuente alterna de energía. El etanol que se produce a partir de maíz o caña de azúcar es uno de los ejemplos más comercializados. En países como Brasil y China, por ejemplo, existen investigaciones sobre utilizar la celulosa de árboles mejorados genéticamente para generar ese tipo de combustible.

En México, investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) estudian una nueva técnica para producir biocombustibles a partir del aceite de piñón (Jaropa curcas), la cual se puede incorporar a los procesos de refinación de hidrocarburos para la producción de turbosina, gasolina y diesel, disminuyendo su contenido de azufre.

Tras diversos estudios con varios tipos de grasas y aceites vegetales, se encontró que el de piñón reúne características adecuadas para mezclarse con ‘naftas' (disolventes) en el proceso de refinación de hidrocarburos, señala Erik Ocaranza Sánchez, titular del proyecto que se lleva a cabo en el Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (CIBA) Tlaxcala.

El investigador explica que el proceso consiste en realizar diferentes reacciones de desoxigenación donde se elimina el grupo carboxílico (ácidos) generando compuestos parafínicos similares a los contenidos en el petróleo. Según el catalizador utilizado, se obtiene agua o bióxido de carbono.

Con el proceso de hidroconversión, indica, cualquier tipo de residuo graso funciona, porque las características del producto final son independientes a las del aceite usado como materia prima. La calidad de los combustibles que surjan depende del catalizador y las condiciones de operación que se apliquen. "Esto es importante porque permite aprovechar recursos que no eran considerados en la producción de biodiesel", puntualiza.

Las microalgas son otro ejemplo de materia que se puede utilizar para la producción de biodiesel, porque esos organismos tienen la misma capacidad que las plantas de convertir la luz solar en energía química. Esta es una alternativa a obstáculos que han limitado la producción de biocombustibles con productos agrícolas; la principal discusión es que esos recursos deben utilizarse exclusivamente para alimentación en vez de generar combustibles, refiere BioEuroLatina.

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En el proyecto del IPN colaboran, además de investigadores del CIBA Tlaxcala, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) -donde se han hecho diversas pruebas en sus plantas- y la Unidad de Investigación de Catálisis (UNICAT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a cargo de Jorge Ramírez Solís. El análisis cuenta también con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).

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