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Cuatro guardianes que no deben faltar en tu empresa

Contratar a un guardián empresarial transparenta la operación de tu firma; además evita riesgos para los empleados y la compañía.
lun 30 noviembre 2015 06:00 AM
Guardianes de la ética corporativa comparten sus experiencias. (Foto: Carlos Álvarez Montero / Especial)
Guardianes empresariales: Wendy Alcalá (Nestlé), Eduardo Var (Foto: Carlos Álvarez Montero / Especial)

Colombia, Brasil, Argentina y México recibieron una llamada de atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2005. La razón: 10% de los medicamentos del mundo eran falsos y estos países eran parte del problema. La presión internacional motivó la creación de un código de ética para el sector farmacéutico en México.

Así, Liomont, Probiomed y MSD crearon el Consejo de Ética y Transparencia de la Industria Farmacéutica (Cetifarma), en 2005. “Vigilamos las buenas prácticas en la cadena de valor”, dice Marco Iván Escotto, director de ese órgano autorregulador del sector farmacéutico en México.

Los ejecutivos que supervisan que una organización se conduzca con ética se conocen como ombudsperson, compliance officers o ethics officer.

Tener un guardián empresarial transparenta la operación y evita riesgos para los empleados y la compañía. “El mayor riesgo es perder la reputación, una ventaja competitiva intangible”, dice Mariela Pérez, autora del libro Gestión de reputación corporativa en empresas mexicanas. El castigo es el desprecio del mercado y de los empleados, dice Javier Vargas, vicepresidente regional de la consultora Right Management en América Latina

Firmas de los sectores alimentos y bebidas, financiero y salud y belleza tienen esta figura, que no es exclusiva de las grandes empresas. “A todas les conviene autorregularse”, dice Vargas.

Las empresas que se autorregulan mejoran sus prácticas comerciales.  La aplicación de la ley depende de las políticas públicas. “Ante una crisis a nivel nacional es mejor tomar tus propias medidas”, dice Palma.

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Cuatro guardianes de la ética corporativa comparten sus experiencias:

Roxana Penagos Reséndiz. Empresa: Coca-Cola de México. Sector: alimentos y bebidas

Yo custodio el código de conducta de la compañía que surgió desde su creación. Soy responsable del cumplimiento de la ética empresarial y la solución de conflictos.

Cuando un asociado se acerca a mí es porque quizá su inquietud pasó por el área de finanzas o de recursos humanos, sin una respuesta satisfactoria.

Cerca de 80% de las consultas tienen que ver con conflicto de intereses y 20% son personales. La mayoría son más consultas que problemas, como el uso de activos de la compañía, parentesco con proveedores o la recepción de regalos.

Mi tarea es generar confianza. Mi reto diario es dar consejos y solucionar situaciones que ponen en riesgo a los asociados y a la compañía. Los empleados pueden hacer denuncias anónimas o por correo. La mayoría se acerca a mí directamente y los recibo en mi oficina.

Mi figura funciona porque los empleados saben que lo que ofrecemos se cumple. En México somos escépticos, pero esta apertura nos beneficia para prevenir situaciones de riesgo.

Eduardo Vargas García. Compliance Officer desde 2012. Empresa: Avon. Sector: cosmético

Mi puesto surgió a raíz de una investigación por corrupción en Asia, en 2011. Funcionarios de Avon pagaron sobornos para entrar al mercado chino y el Departamento de Justicia de Estados Unidos inició una investigación. El suceso motivó un cambio en la cultura corporativa de la compañía. Desde entonces existe un ejecutivo en cada región.

Mi gran tarea es generar confianza. Por eso soy neutral y utilizo un lenguaje corporal que fomenta el diálogo. Me reúno con las cabezas de cada equipo. Analizamos riesgos y si hay motivo para sospechar que alguien violó una política, levanto un reporte en el área de investigaciones. Yo le reporto al vicepresidente de Legal Ethics & Compliance Officer y él, al ceo global.

Es necesario fortalecer la legislación para que las empresas se conduzcan con ética. En México no es obligatoria una figura como la mía, a diferencia de países como Estados Unidos. 

Beatriz Barciela Dale, Ombudsperson desde 1996. Empresa: American Express. Sector: financiero

En Amex hay cinco ombudsperson. Yo me encargo de Latinoamérica y reporto al CEO global.

La gente me puede llamar a un número gratuito externo a la compañía. Tengo un correo de Amex y otro de AOL para asegurarnos de que la denuncia sea anónima.

Veo a la gente a la hora del lunch o hablamos por la noche, cuando ellos lo deseen. Todo es verbal, no queda nada por escrito para darles confianza.

A partir de lo que escucho le doy recomendaciones a recursos humanos, compliance o auditoría interna. De esta forma se derivaron acciones como cursos anticorrupción y de negocios con ética. 

Wendy Alcalá. Ombudsperson desde 1996. Empresa: Nestlé. Sector: alimentos
y bebidas.

La primer figura de autorregulación fue vel compliance officer. Surgió en 2002 a partir de la regulación y el cumplimiento de normativas que exigía la autoridad para las fórmulas infantiles.

Como esta persona comenzó a tener roles de facilitador, la empresa estableció un proceso de apertura de comunicación y nació el ombusperson. Esta figura está asociada con un individuo que resuelve conflictos, pero no es así. Mi labor es canalizar preguntas y hacer recomendaciones o, a veces, simplemente escuchar a una persona que quiere expresarse.

Algunos de los casos que me llegan tienen que ver con el cumplimiento de principios, otros son asuntos entre compañeros de trabajo, desarrollo de carrera o liderazgo.

 

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