El fin del club de Toby
En 2009, Juana Ramírez decidió fundar su propia empresa. Creía que tratar por igual a dos pacientes con la misma enfermedad era absurdo. Vendió su coche y, con los 89,000 pesos que recibió, creó Sohin para mejorar la calidad de vida de pacientes con enfermedades crónico degenerativas, como cáncer o esclerosis múltiple.
Tenía claro que podía ofrecer una propuesta de valor. “Las mujeres también pueden crear emprendimientos con alta carga de tecnología”, dice. Hoy, su firma tiene el potencial de impactar a 10 millones de personas y en 2016 alcanzó los 120 millones de pesos en ventas.
La emprendedora forma parte del universo de 7% de mujeres en el mundo que lideran una empresa tecnológica o de ciencias, según datos de 2016 del Banco Mundial. En México no existen cifras oficiales, aunque un estudio de Apli, sitio para encontrar empleo temporal, estima que menos de 20% de las 100 start-ups más importantes del país tienen a una mujer entre sus fundadores.
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Una de ellas es Sofftek, creada por Blanca Treviño, que además se ubica como la única unicornio mexicana, según el reporte ‘‘Tecnolatinas 2017’. “El panorama es pésimo”, considera Gabriela León, una ingeniera bioquímica que, tras una década de fabricar productos de marca propia para supermercados, desarrolló y patentó un desinfectante que evita el contagio por gérmenes.
“Hay mujeres exitosas, pero se encasillan en negocios tradicionales de menor riesgo. Hay que romper muchas barreras. A mí me costó aceptar que podía crear una molécula que impactara a la humanidad ”, explica.
Para aumentar la participación del talento femenino enlas STEM (siglas en inglés para nombrar las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), el informe ‘Dividendos Digitales’, del Banco Mundial, publicado el año pasado, sugiere que el impulso desde edades tempranas es la clave.
“En Asia, las mujeres y los hombres ya toman cursos técnicos y de ciencias en un 50-50, mientras que en Medio Oriente, 70% de los graduados en ciencias computacionales son mujeres. Debemos ver esto en todo el mundo”, indica Adriana Gasgoigne, fundadora de Girls In Tech, una organización estadounidense con presencia en 36 países que promueve la participación en las TIC y que en septiembre llegará a México.
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Además de las inversiones y programas de apoyo que realizan gigantes como Google o IBM para incrementar la participación de las mujeres en tecnología y ciencia, existen grupos más pequeños en el país que buscan sumar a este objetivo, como la ONG de programación Epic Queen, la plataforma del BID We XChange, la aceleradora NXTP Labs, el programa de educación web Laboratoria o iLab, una preaceleradora en Veracruz que ofrece infraestructura tecnológica a estudiantes de universidades públicas.
De los 300 alumnos que tiene, 60% son mujeres. La fundadora de Kichink, Claudia de Heredia, que utilizó la tecnología para favorecer la inclusión comercial de pequeños negocios en internet, advierte que el mundo está siendo testigo de un cambio en el modo de pensar y actuar del género femenino. “Si no lo aceptamos, cada vez seremos menos mujeres trabajando en el C-level”.