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El miedo y la volatilidad benefician los resultados de la BMV

La Bolsa ganó en un entorno de incertidumbre gracias al aumento de las operaciones de derivados. Hoy apuesta por mejorar su sistema para crecer los clientes en ese segmento.
vie 11 agosto 2017 06:01 AM
A la cabeza.
A la cabeza. José Oriol, director general de Grupo BMV, trabaja en la atracción de más empresas a la Bolsa. (Foto: Jesús Almazán)

10 de noviembre de 2016. Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, los inversionistas en México entraron en pánico. El IPC, el principal índice de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), registró su peor caída desde 2011 y el peso tocó su mínimo histórico frente al dólar. Grupo BMV, la empresa propietaria de la Bolsa, celebró entonces un récord en sus operaciones.

La incertidumbre por la situación política llevó a miles de inversionistas a vender acciones y bonos, por el temor de que perdieran su valor en caso de un desplome de los mercados. (Al mismo tiempo, muchos otros inversionistas aprovecharon para comprar esos títulos a buen precio, apostando a que volverán a subir en un futuro).

Un día después de las elecciones, el volumen en la BMV superó las 700,000 operaciones, más del doble que el promedio diario registrado durante todo el año pasado (de 300,000).

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Ese momento sirve de resumen para 2016, un año de mucho nerviosismo en los mercados. Y Grupo BMV se benefició de este miedo generalizado, pues la compañía cobra por cada transacción que se realiza a través de su sistema. Por ello, en 2016, sus ingresos sumaron 2,843 millones de pesos (MDP), 9% más que el año anterior.

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Su as bajo la manga fue el mercado de derivados. Esos productos, más complejos que las acciones, se emplean a menudo para especular y protegerse en épocas de turbulencia en los mercados (la llamada volatilidad). Son una especie de seguro frente a movimientos bruscos —al alza o a la baja— en los precios de los instrumentos financieros (acciones, divisas y tasas de interés).

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Por ejemplo, una empresa que compra sus materias primas en dólares puede comprar un derivado sobre el tipo de cambio, apostando a que la divisa estadounidense se va a revalorizar un 20% frente al peso, lo que aumentaría mucho sus costos. Si finalmente el dólar subiera ese porcentaje frente al peso, la compañía ganaría gracias al derivado, contrarrestando lo que pierde por el mayor costo de sus operaciones. De esta manera, las empresas emplean estos instrumentos para reducir sus riesgos.

Este segmento de derivados es precisamente el que registró el mayor incremento dentro de Grupo BMV, con una subida de 36% en sus ingresos.

“Ante la volatilidad, los derivados son la medicina adecuada. El año pasado tuvo un desempeño interesante, sobre todo en algunos productos como los derivados de tipo de cambio (peso/dólar)”, dice Alfonso García Araneda, director general de Gamaa Derivados, firma operadora de estos instrumentos.

El mercado de derivados de la BMV se divide en dos compañías: MexDer, que es la parte que gestiona las operaciones, y Asigna, que es la cámara de compensación, donde se lleva a cabo el cobro de las operaciones efectuadas en el MexDer. Los ingresos de Asigna aumentaron 50% en 2016, y los de MexDer subieron 23%.

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“La regulación (de los derivados) que se implementó en el segundo trimestre de 2016 nos dio un incremento muy fuerte en los márgenes que tenía Asigna, porque algunas de las operaciones que se hacían en el Over The Counter (OTC) —un mercado informal entre compradores y vendedores— pasaron a liquidarse a través de cámaras”, explica José Oriol, director general de Grupo BMV.

Desde la crisis de 2008 y 2009, las nuevas leyes de los mercados a nivel mundial se hicieron más rígidas, con el fin de mejorar la transparencia de cara a los inversionistas. Esto les dio más seguridad a la hora de invertir. “Los cambios regulatorios pueden generar un impulso positivo para las operaciones de la BMV”, señala JP Morgan en un documento.

Pero no todos los instrumentos están regulados: 95% de las operaciones aún se llevan a cabo en ese mercado OTC, que se basa en acuerdos entre dos partes, sin un mediador y sin reglas rígidas. Aunque tiene mayores costos o requerimientos de capital, ofrece un margen de negociación más alto y puede generar mayores ganancias.

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El reto para Grupo BMV todavía es captar buena parte de estas operaciones que ahora se hacen en el OTC. “Aunque el crecimiento de ingresos en el mercado de derivados ha sido muy grande, no estamos tan contentos, porque la base de participantes sigue siendo pequeña. Por eso estamos reforzando el área de promoción”, comenta Oriol.

El mercado de derivados representa apenas 8% de los ingresos del grupo. Por eso, la firma busca aumentar la cantidad de jugadores, para lo que necesita que los sistemas funcionen a la perfección y soporten un aumento inesperado de las operaciones. Para asegurar esto, la inversión en tecnología es primordial. “Estamos orgullosos de nuestros sistemas, pero no confiados. Tenemos que estar evaluando constantemente y dispuestos a invertir”, señala Oriol.

Rápida y furiosa

En 2012, Grupo BMV invirtió 150 millones de pesos en la modernización de su sistema de operaciones. Su nuevo Motor de Negociación Transaccional (MoNeT) arrancó un año después y posicionó a la Bolsa mexicana como una de las más veloces del mundo.

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El MoNeT fue desarrollado de manera interna por la empresa, y con él logró que en 2015 no hubiera un solo paro de operaciones, mientras que las fallas en el anterior sistema eran comunes.

“La tecnología en el mercado de valores es muy benéfica. Ayuda a que las operaciones sean más eficaces, a meter órdenes de compraventa de manera más sencilla y facilitar la presentación de los precios. Y todo sin necesidad de estar todo el día pegado a la computadora”, dice Jorge Nakid, trader independiente.

La tecnología de la BMV la hace más competitiva en el ámbito internacional. “Si tu sistema se cae, si eres más caro, si no tiene la velocidad, las empresas se te van a ir y se van a listar en otros mercados”.

Por eso la tecnología es prioridad. Pareciera que no hay mucha competencia en México, pero sí la hay. Por ejemplo, el competidor del MexDer es el CME (Chicago Mercantile Exchange), y el mercado de capitales tiene varios competidores, como las bolsas en Estados Unidos”, detalla Oriol.

Además, en México pronto habrá una nueva Bolsa de Valores, llamada Biva (Bolsa Institucional de Valores), que también representa una competencia y un potencial riesgo para Grupo BMV, afirma un análisis de JP Morgan.

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Mientras realiza esta apuesta tecnológica, la compañía tiene también el ojo puesto en conseguir más participantes. “El principal reto que tenemos que enfrentar en la Bolsa es la falta de cultura financiera”, cuenta Oriol. De acuerdo con datos de la BMV, tan solo tres entidades (Ciudad de México, Nuevo León y Jalisco) concentran 87% de las empresas listadas, por lo que el potencial de nuevos participantes es alto.

Es ahí donde entra la labor de la Unidad de Promoción de la Bolsa, que es la encargada de acercarse a los potenciales clientes (las compañías) y que ha tratado de romper el cliché de que los requisitos de entrada son muchos. Cada colocación en Bolsa también le deja ingresos a Grupo BMV, y además ayuda a capitalizar a las propias compañías. “No hay pretexto para no usar estas herramientas, no son solo para las grandes empresas de nuestro país”, asegura Araneda.

Aún hay mucho camino por delante. En México existen alrededor de 17,000 empresas de tamaño mediano y grande, según el Inegi, pero solo 145 están en el mercado de capitales y 261 en el de deuda.

Mientras afronta estos retos, Oriol prevé buenos tiempos para la empresa que dirige. Los analistas afirman que la incertidumbre continuará en 2018 y 2019. Con ello, la empresa que opera la Bolsa, suba o baje el mercado, seguirá teniendo ganancias.

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