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Los pequeños negocios prefieren ayudar antes que contar los daños

Agustín Jiménez, de la librería La Torre de Lulio en la Condesa, teme por sus ‘joyas’ literarias, muchas de ellas con valor de 50,000 pesos. Como él, otros comerciantes comienzan a estimar los daños.
vie 22 septiembre 2017 06:01 AM
Un tesoro de años.
Libros que valen oro. Agustín Jiménez es ganador del Premio Nacional y su librería ha visto pasar a escritores de la talla de Octavio Paz y Jaime Sabines. (Foto: Sheila Sánchez )

El sismo no sólo dejo decenas víctimas, sino también irreparables daños a decenas de dueños de pequeños negocios en las colonias más afectadas de la Ciudad de México, como la Roma y la Condesa, en el centro de la capital mexicana.

Es el caso de Agustín Jiménez, dueño de la librería La Torre de Lulio, en Ozulama 26, casi esquina con Nuevo León, en la colonia Condesa. Alberga cerca de 35,000 títulos de primeras ediciones, como 'El jardín de senderos que se bifurcan', de Jorge Luis Borges, y escritos de autores como Lucas Alamán, ex secretario de relaciones exteriores y uno de los intelectuales mexicanos más importantes del siglo XIX. Algunos tienen un valor de aproximadamente 50,000 pesos, afirma.

“Perdí muchos libros, algunas primeras ediciones, se me rompieron todos los libreros, estamos tratando de reorganizarlos, así como los cuadros de mi esposa Aleida Ocegueda. Todo se cayó. Calculo una perdida de libros del 20%”, dice Jiménez, Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, que lleva más de 25 años con este negocio.

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El pequeño local, con grietas en la paredes y aún con dos libreros caídos, apenas se puede distinguir entre el tumulto de las brigadas que se reúnen a una cuadra, en la glorieta de Ámsterdam. Llaman más la atención los familiares que le ayudan a reparar sus libreros de madera frente a una tonelada de escombros que provienen del edificio de a lado.

“Todos los libreros se tronaron, todo cayó, en efecto dominó. Ya vino Protección Civil a verificar el edificio de al lado, que ya está desocupado porque probablemente está tronada la estructura. No se sabe si se va a demoler”, agrega el escritor con expresiones de lamento.

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Agustín Jiménez.
El autor del libro Camino del Haikú, ha recibido más de 10,000 libros donados por la librería española Renacimiento, así como de regalos de amigos escritores, además de su colección de 10,000 libros.

”Desocupar (el negocio) sería una cuestión, pero necesitaría un trabajo muy fuerte y una inversión muy fuerte para quitar todo esto. ¿Dónde pongo la librería?”, se pregunta el dueño de este local que fue visitado por autores como Octavio Paz y Jaime Sabines, que Jiménez describe como grandes amigos.

Zona de desastre

La librería, ubicada entre el Parque España y Nuevo León, está a unos cuantos metros del Plaza Condesa, uno de los edificios afectados por el sismo, y acordonado mientras Protección Civil termina de evaluar los daños.

En el primer piso se encuentran negocios como el restaurante-bar Pata Negra, el centro de espectáculos Plaza Condesa y la discoteca AM Local. Todos ellos están cerrados, a excepción del bar La Niuyorquina, que ofrece agua y comida a la gente que pasa por la zona, y que también funciona como centro de acopio.

Ese negocio no presenta ningún daño. “Hay mucha desinformación acerca del edificio (el Plaza Condesa), que supuestamente se iba a caer y colapsar. Pero la estructura del edificio está bien, ya vino Protección Civil, ya vinieron a checarla, la estructura está bien. Los únicos daños que hay son el piso 11 y son daños superficiales en paredes y plafones”, dice Maya Prián, mesera del lugar.

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Muchos de los negocios de esta colonia aún no han calculado las pérdidas que han tenido tras el sismo. De momento, han optado por ofrecer sus servicios.

Sin miedo al colapso.
Uno de los negocios dentro del edificio Plaza Condesa no tuvo ningún daño, de acuerdo a su dueño y sus trabajadores.

“Estamos dando servicio de sanitario gratis a todos las personas que pasan desde aquí desde el primer día, aunque hasta hoy estamos laborando, por temor al edificio de Plaza Condesa”, dice Andrés López, cajero del restaurante bar Nuevo León, que tampoco sufrió ningún daño.

Así como el Mercado Parian Condesa en dónde todos los dueños y empleados de los comercios dentro del establecimiento se dedican a empacar los víveres que les llegan para los daminificados. También en la calle de Orizaba, en la colonia Roma, frente a un edificio derruido se encuentra Casa Quimera, que funciona como centro de acopio.

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Los contrastes en las calles de la Condesa y la Roma son a menudo impactantes, pues en un solo lugar convergen edificios derruidos, brigadas de rescate y, a pocos metros, gente comiendo o tomando cerveza o vino en alguno de los restaurantes que permanecieron intactos, mientras otros locales permanecen sin vida.

Mientras, otros negocios siguen cerrados por pertenecer a zonas designadas por Protección Civil como peligrosas por un posible derrumbe.

Este panorama también se vive cerca del metro Etiopía, entre Xola y Cuauhtémoc, dónde hay zonas acordonadas con negocios completamente cerrados. A una cuadra de este establecimiento hay varios edificios dañados y hasta este jueves se encontraban realizando actividades de rescate.

Sin anuncio de apertura.
Muchos locales están acordonados, ya que se encuentran debajo de edificios que podrían resultar afectados. Este negocio está ubicado en las avenidas Xola y Cuahtémoc en la colonia Narvarte.

"La gente no quiere irse a sus casas"

En el otro extremo de la capital está Ciudad Jardín, una de las zonas más afectadas del sur.

Cerca de la estación del metro Taxqueña, en donde se colapsaron una librería y una unidad habitacional, también se encuentran negocios que decidieron cambiar de giro y ayudar a sus vecinos.

“Este mes la empresa cumplió 26 años. Esta tienda tiene aproximadamente 15 años, y realmente no hemos tenido pérdidas. Sabemos que no vamos a tener ventas, pero no se le puede llamar pérdida. Se mantienen los negocios abiertos porque precisamente en esta zona nos llegan a pedir baño, teléfono, agua, cajas de cartón, lo que requieran”, dice Luis Pardo, gerente de Bodega Deportiva Max que vende ropa deportiva.

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Hasta la tarde del jueves, la unidad habitacional multifamiliar del ISSTE, en la colonia Educación, estaba acordonada, por lo que algunos negocios optaron por usar sus locales como centros de acopio.

Zona de albergue.
Los negocios cercanos a la Unidad Habitacional del ISSTE en la colonia Educación, delegación Coyoacán, han decidido mantener abiertas sus puertas para ayudar a los damnificados del sismos. Este es un albergue que se encuentra al costado de una de las unidades habitacionales de esta zona.

“La gente la tenemos aquí porque no los podemos mandar a descansar. Hay algunas sucursales que se dañaron, como la del centro de Xochimilco, y no podemos mandar a la gente a descansar porque notamos los dos días atrás que estaba desesperada porque no sabían qué hacer. La gente vive con psicosis y les hacemos ver las cosas con calma. Sí está mal, pero de aquí salen brigadas”, cuenta Pardo.

Lo mismo que él hizo una lavandería pequeña cercana, cuyas puertas están abiertas para cualquier damnificado, rescatista o transeúnte que requiera de apoyo.

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