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Carlos Monsiváis, un escritor entre lo exquisito y lo popular

El escritor, autor de libros como ‘Días de guardar’, fue un personaje central del México contemporáneo, de acuerdo con intelectuales
sáb 19 junio 2010 03:55 PM

Brillante e irónico, voraz lector y prolífico autor, amante y crítico de la cultura popular, el escritor Carlos Monsiváis fue una figura central del México contemporáneo, coincidieron intelectuales y colaboradores consultados por CNNMéxico.

Monsiváis, quien murió este sábado en la Ciudad de México a los 72 años, era un hombre “aparentemente serio, pero con un enorme sentido del humor, con una ironía muy fina”, dijo Luis Felipe Figueroa, periodista que lo entrevistó en varias ocasiones. “Difícilmente podías encontrar alguien que te hablara con tanta claridad de tantos temas”, agregó.

Fue “un personaje muy complejo” sin el cual “la segunda mitad del siglo XX mexicano sería inexplicable”, señaló el también escritor Rafael Pérez Gay. “No hay territorio cultural o periodístico que no pase por la ubicuidad extravagante, desordenada, voraz y abarcadora de Monsiváis; sin duda, una presencia central”, mencionó.

Autor de libros de crónica, ensayo y biografía, así como colaborador de medios impresos y electrónicos, Monsiváis fue “un lugar de nuestra conciencia (…) un puente entre la cultura  exquisita y la cultura popular”, dijo la dramaturga Sabina Berman. “Es el autor que nos quitó la vergüenza de ser mexicanos del siglo XX. Nos dio el lenguaje para explicarnos; no es el único, pero sí uno de los más importantes”, agregó.

“Niño catedrático”

Nacido en la Ciudad de México el 4 de mayo de 1938, Monsiváis fue “niño catedrático, es decir, uno de esos niños oblicuos y un poco tristones que lo saben todo”, señaló el también escritor Hugo Hiriart en 1995. Monsi, como era popularmente conocido, mencionó en entrevistas que desde la infancia desarrolló dos de sus grandes pasiones: la lectura y el culto por los gatos.

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Durante la década de 1950 estudió economía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y desde entonces comenzó una larga carrera en el ámbito editorial, de acuerdo con un perfil suyo publicado en una página de la UNAM. Participó en las revistas Medio Siglo y Estaciones, fue director del suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! y colaboró en la revista Proceso, así como en los diarios Unomásuno, Novedades, La Jornada y El Universal.

En 1970 publicó el libro de crónicas Días de guardar, “en el cual hay una vocación de totalidad, que es otra de las características del temperamento literario de Monsiváis”, según Pérez Gay. Los otros rasgos de su obra radican en que podía “hacer un ensayo erudito, una interpretación histórica, escribir sobre novedades internacionales… estudia apariencias, revela cosas esenciales”.

Berman dijo que otros de sus trabajos notables son Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza (1987), acerca del terremoto que sacudió la Ciudad de México en 1985, así como Lo marginal en el centro (2000), en el que “definió el cambio de época del modernismo al posmodernismo en nuestro país”.

No sólo se interesó en las bellas artes. La cultura popular, presente en el cine, los cómics y las artesanías, también atrapó su atención. En la pantalla grande siguió a los actores Joaquín Pardavé, Pedro Infante y María Félix, La Doña, con quien entabló amistad.

“Lo atraían las expresiones populares, las expresiones de la gente”, dijo Alejandro Brito Lemus, director del suplemento Letra S del diario La Jornada y amigo de Monsiváis. El autor acudía a centros de reunión populares como arenas de lucha libre y compraba luchadores de plástico “por bolsitas”, así como fotografías y cómics, agregó.

Las miles de piezas que integran su colección se exhiben desde 2006 en el Museo del Estanquillo, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El proyecto fue alentado, entre otras personas, por el empresario Carlos Slim.

Del humor a la indignación

Además de su inteligencia, Brito destacó dos rasgos de la personalidad de Monsiváis: su humor y su capacidad de indignación.

“Hacía juegos de palabras, le cambiaba el nombre a las personas, siempre estaba buscando el lado humorístico, pero también se indignaba frente a las injusticias y movía a sus amigos a hacer algo, ya fuera publicando una carta en los periódicos o yendo a los medios”, dijo.

Monsiváis criticó la homofobia del gobernante Partido Acción Nacional (PAN) y de la jerarquía católica, así como “la supuesta superioridad moral con la que éstos se asumían para reprobar otras formas de pensar, de vivir, otras preferencias sexuales”, agregó.

Para Berman, Monsiváis fue “un hombre definido por ser minoría en varios sentidos”, como haber crecido en una familia protestante en un país mayoritariamente católico, mientras en el plano político durante los últimos 20 año fue “la voz que ha dado a la izquierda un eje, le hagan caso o no los políticos”.

Fue amigo del ya fallecido pintor Juan Soriano y de los escritores Elena Poniatowska, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco, así como admirador de los escritores Oscar Wilde y Salvador Novo. De este último, de acuerdo con Brito, Monsiváis admiraba el ingenio y la prosa que plasmaba en sus crónicas. “Sentía una fascinación por la figura de Novo”, dijo.

Antes de ser hospitalizado en abril pasado, Monsiváis colaboraba con su opinión en los diarios La Jornada y El Universal, en la televisora Televisa y en la revista Proceso. También era consultado por periodistas sobre temas políticos, sociales y culturales.

Brito asegura que Monsiváis no buscaba ese protagonismo, sino que “la gente lo asumía como un líder moral, decía ‘Vamos a ver qué opina Monsiváis’”.

Con el escritor acudían feministas, promotores del respeto a la diversidad sexual, defensores de los derechos humanos y del medio ambiente, entre otros activistas. Brito afirma que él se sentía abrumado por tal cantidad de consultas, “pero todas las recibía, las escuchaba y terminaba apoyándolas e indignándose con las injusticias”. Ante todas las personas que pedían su opinión, respondía: “No puedo decirles que no”.

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