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Gobernantes y sacerdotes mexicas practicaron la antropofagia: INAH

Especialistas analizaron huesos hallados en el Templo Mayor en los que se corroboró la práctica de comer carne humana del año 900 a 1521
mié 15 enero 2014 06:54 PM
craneo mexica analizado por el inah
craneo-mexica craneo mexica analizado por el inah

Los gobernantes, sacerdotes y algunos guerreros mexicas que vivieron entre el año 900 y 1521 después de Cristo en Tenochtitlan practicaban la antropofagia (comían carne humana) durante rituales religiosos, concluyó el Instituto Nacional de Antropología e Historia tras analizar fragmentos de huesos humanos de esa época.

“Los individuos (cuyos huesos se analizaron) fueron decapitados y desmembrados, la mayoría cuando aún poseían tejidos blandos”, según un comunicado del INAH publicado este miércoles en el que también explica que  los huesos se encontraron en 2012  en ofrendas del Templo Mayor y recintos aledaños al centro histórico de la Ciudad de México.

“A las víctimas inmediatamente después de ser inmoladas se les descarnaba, ya que una gran cantidad de partes óseas presentaba cortes o alteraciones que fueron hechos en hueso fresco y huellas de que estuvieron  expuestos directamente al fuego”, detalló el arqueólogo Gabino López Arenas, autor de la investigación.

Para los mexicas, las víctimas eran una encarnación de los dioses, o los representaban, por lo que al comer su carne creían que entraban en comunión con esa divinidad, según López Arenas, quien analizó cráneos, tibias, peronés, húmeros y mandíbulas.

Las piernas y los brazos eran las porciones más apreciadas entre quienes participaban en los rituales, mientras que los pies y las manos eran reservados para los sacerdotes y  gobernantes como una distinción, añadió el investigador.

Los rituales donde se mataba y se comía la carne de otros humanos se realizaban en las fiestas del primer mes del año, atlcahualo del año en el calendario mexica.

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En el mes de tlacaxipehualizli se sacrificaba a las víctimas en el templo de Huitzilopochtli y los comían en la casa del guerrero que había realizado la captura.

“Cocían la carne y daban a cada comensal un pedazo en una escudilla o cajete”, añadió.

La mayoría de las personas sacrificadas eran guerreros, integrantes de “grupos ocupacionales” y eventualmente los tlaloques (ayudantes de los dioses). Podían ser de cualquier sexo o edad, y rara vez pertenecían a las personas comunes y corrientes o a la nobleza.

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