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El botín del combate a la pobreza

Los programas y apoyos son autoritarios y persiguen fines económicos, escribe William Easterly; el autor de ‘The Tyranny of Experts’ critica programas de la ONU, Fundación Gates y Banco Mundial.
vie 06 junio 2014 01:08 PM
William Easterly se refiere en su libro al apoyo que los países ricos brindan a los pobres según el tamaño de las ganancias que obtienen. (Foto: Especial)
Abstract1141 (Foto: Especial)

¿Por qué fallan los proyectos de apoyo para eliminar la pobreza del mundo? Éste es el tema principal que William Easterly, economista y director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Universidad de Nueva York, presenta en su más reciente libro, The Tyranny of Experts: Economist, Dictators, and the Forgotten Rights of the Poor.

En él critica algunos programas que plantean instituciones públicas y privadas, como la ONU, la Fundación Gates y el Banco Mundial, donde trabajó 16 años, entre la década de los 80 y 90, y que abarca el mayor número de señalamientos en su libro.

Easterly señala que la estrategia de los autócratas y tecnócratas para mitigar la pobreza, casi siempre somete moralmente los programas de apoyo y violenta los derechos de los pobres, además de que sólo persigue los fines económicos de los países ‘benevolentes’

The Tyranny of Experts es el resultado de 9,000 entrevistas, que un grupo de investigadores realizó en más de 15 países de Asia, Africa y Latinoamérica.

¿Hacen falta programas o libertad?

En su libro , Easterly alude todos los significados posibles de la palabra ‘libertad’ y muestra su ausencia en diferentes países. Cuenta el caso de Indonesia cuyos habitantes no tienen libertad de venta, compra ni obtención de préstamos. Tampoco pueden elegir su profesión. Tanzania, donde el gobierno interfiere en todos los trámites de la población. Malaui, donde el acoso burocrático frena el desarrollo de las actividades comerciales. O Filipinas, donde las personas no tienen derecho al voto.

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Easterly, que también es autor del libro La carga del hombre blanco, habla del concepto de ‘la autoritaria benevolencia’, que se refiere al apoyo que los países ricos brindan a los pobres y que desaparece conforme el botín de estas naciones se desvanece.

El compromiso de las naciones prósperas con los pobres no radica en la cantidad de apoyo social o económico -dice el autor-, sino en un plan de acción que realmente disminuya la miseria.

Así, el economista muestra su inclinación hacia la visión de Friedrich Hayek, premio Nobel de Economía en 1974, que postula que la libertad era la única política progresista capaz de erradicar la pobreza, el racismo y la desigualdad.

‘Los olvidados’ de la vida real                         

Owen Barder, un economista del desarrollo, en el Center for Global Development, es uno más de los entrevistados de Easterly, y a pesar de sentirse ofendido por el título del libro y porque considera que el autor lo pinta como el enemigo, confiesa estar de acuerdo con 80% del contenido. “Lo que los tecnócratas pueden hacer para no violar los derechos de los pobres, es aceptar que los pobres tienen los mismos derechos que los ricos”, destaca en una frase.

Owen también compara a Easterly con Jeff Sach, autor de The End of Poverty, que postula que, en lugar de señalar los fracasos, deben amplificarse los éxitos, como la revolución verde, la erradicación de la viruela o la expansión de la alfabetización.

Y aunque aplaude la crítica que hace Easterly a la planificación central de los proyectos de apoyo -ya que no hay ejemplos en los que ha funcionado en su totalidad- cree que algo han aportado y eso, según Sach, es lo que debe sobresalir.

Abhijit Banerjee y Esther Duflo, economistas del MIT, también han abordado el tema de la pobreza. En su libro Poor Economics, publicado en 2012, comparten la visión de Easterly respecto de la falta de sensibilidad y eficacia de los programas de ayuda.

A diferencia del autor de The Tyranny of Experts, Banerjee y Duflo consideran que las iniciativas para erradicar la pobreza pueden reivindicarse, en la medida en que dejen atrás las teorías macroeconómicas, aprendan a ponerse en los zapatos de los pobres y propongan soluciones que se adapten a su realidad.

A esto, Easterly contesta: no hay una fórmula ideal para erradicar la pobreza. Todas han fracasado. Aunque hubo ocasiones en que sí se dio un progreso.

El autor quiere probarlo desmenuzando cada uno de los ejemplos que la historia ofrece y la forma en que cuestiona cada caso y -como si estuviera en una sala de operaciones- disecciona cada grieta que tienen los proyectos para combatir la pobreza.

“Trabajo y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido”, escribió Víctor Hugo, en su novela Los miserables, publicada en 1862. “Ellos son ‘los miserables’, los desamparados”.

La realidad siempre supera a la ficción. La prueba es que, actualmente, hay 1,000 millones de pobres en el mundo, de los que muchos hablan, pero de los que pocos se ocupan realmente.

Aun así, Easterly cree que la pobreza podría llegar a su fin, si ellos, los miserables, unieran esfuerzos para combatir su mal, en lugar de que lo hagan los poderosos burócratas, tiranos y expertos que sólo buscarán su beneficio.

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