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El pugilista

No es la primera vez que Francisco Gil enfrenta a Carlos Slim, pero ahora lo hace desde Telefón Posición 34 en el Ranking de Expansion
sáb 04 enero 1000 11:23 PM
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Gil Díaz será propuesto para formar parte del Consejo de la

Instalado en el salón de consejo de Movistar México, Francisco Gil Díaz, cuan largo es, se espabila y dice que no extraña el gobierno. “Duermo tranquilo. Entro a trabajar a las 8:30 y salgo a las 8:30 de la noche para la casa, igual que siempre”, dice con un brillo en los ojos que parece indicar que extraña la refriega.

El ex secretario de Hacienda, famoso por su talento para la economía y para hacer amigos y enemigos, ‘cayó en blandito’ tras terminar su encargo, durante el gobierno del presidente Vicente Fox. Cuando se discutía si había ética en su aceptación al asiento en el consejo de administración de HSBC, Gil Díaz cortó de tajo, soberbio, y se instaló como presidente de Movistar México. “Era algo que se debió haber visto de otra manera… no tenía que ver con el banco aquí”, dice, resignado.

Se trata de las épocas cuando el controvertido ex funcionario lanzaba sus ganchos o jabs desde el gobierno contra muchos, entre ellos al hombre más rico del mundo, Carlos Slim, fundador de Telcel, el principal competidor de Movistar. No será la primera vez que Gil Díaz se oponga a Slim. Cuando Gil Díaz salió del Banco de México a Avantel, en 1997, detonó una lluvia de recursos jurídicos en contra de Telmex por presuntas prácticas anticompetitivas.

Una nueva chispa se atisba en la mirada del ejecutivo cuando se le pregunta si recurrirá a demandas u otro tipo de recursos jurídicos para resolver sus líos con Telmex y Telcel, en un momento en que las autoridades regulatorias y de competencia del país abordan cambios en las tarifas de interconexión y discuten si estas empresas mantienen un estatus de dominancia en sus mercados.

“Qué más quisiera… no estar recurriendo a tribunales para tener una solución amigable (…) pero no la estamos viendo”, dice este aficionado al maratón. “La alternativa puede ser –y sería bueno que ocurriera– que se aceptara  (fomentar la competencia) toda vez que vemos una actitud procompetitiva del gobierno. Si eso no sucede, no nos va a quedar más alternativa que recurrir a tribunales y de iniciar procesos de competencia”.

Nuevas condiciones

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Movistar, la división de telefonía móvil del gigante español Telefónica, no es el Avantel de hace 10 años, que luchaba por abrir el mercado de la larga distancia contra Telmex.

Como presidente de Movistar México, Gil Díaz se enfrenta al dúo Telmex-Telcel, el tándem que aplica el uno-dos en la telefonía fija (con más de 90% de participación del mercado, y la móvil (con más de 72%). La competencia entre Telefónica, la matriz de Movistar, y América Móvil, la controladora de Telcel, se ha agudizado por su expansión hacia América Latina. Aunque México sólo representa 8% de las ventas de Telefónica en la región, con los 8,000 millones de dólares que ha inyectado en México para ganar mercado, la operación aquí representa casi 30% de su inversión.

Cuando en 1997 Avantel pidió a la Comisión Federal de Competencia (CFC), entonces al mando de Fernando Sánchez Ugarte –igual que Gil Díaz, egresado de la Universidad de Chicago–, que frenara la presunta dominancia de Telmex, la Comisión apenas tenía cuatro años de existencia. La Ley Federal de Competencia estaba llena de huecos y sólo Telmex pintaba en la industria de las telecomunicaciones. Además, él no estaba consciente de los problemas de competencia.

La declaratoria de la CFC de que Telmex sí era un jugador dominante, en 1997, se desvaneció en una neblina de amparos, decisiones ambiguas de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) y juicios en cortes de distrito.

En 2007, las cosas son diferentes. Hay una mayor conciencia entre los consumidores, e industrias tan complejas como las telecomunicaciones se mueven en un ámbito de mayor competencia y regulación. “La opinión pública ha cambiado y puede influir en los jueces”, dice César Hernández, del Centro de Investigación para el Desarrollo.

Además, los temas tecnológicos empujan cambios en el mercado. La convergencia digital (que las empresas de cable, telefonía e internet ofrezcan cualquiera de estos productos, o los tres juntos) implica que el principal competidor potencial de Telmex ya no son las telefónicas, sino gigantes como compañías de cable o la misma Televisa. La lógica de mercado dice que esta empresa, que hace sus pinitos en telefonía con la oferta de Cablevisión en la zona metropolitana de la Ciudad de México, podría apoyarse en Movistar. De hecho, en los medios se especuló sobre una alianza para que ambas empresas compraran al operador Bestel, que a fin de cuentas quedó sólo en las manos de Televisa. De cualquier forma, Gil Díaz no deja ver sus cartas, pero baraja negociaciones con cableros. “Estudiamos muchas alianzas pero no hay nada tangible de qué informar”, comenta.

La CFC actual, bajo el mando de Eduardo Pérez Motta, también ha mostrado que sabe pelear con decisiones que intentan enfrentar a Televisa y Telmex. Esta política resultó, por ejemplo, en las salidas de Carlos Slim Domit del consejo de Televisa y de Emilio Azcárraga Jean, del de Telmex, en abril. “Si la CFC dio el fallo de dominancia en 1997, la comisión actual también lo va a hacer”, dice César Hernández. “La pregunta es cuánto tiempo necesitan para armar el fallo en la forma más contundente y legalmente posible”.

En el seno de la CFC se confía en que el escenario esta vez puede ser favorable. “Tenemos mucho más experiencia, ahora tenemos un procedimiento con mucho mejor definición, el mercado ha cambiado y los jueces están más conscientes de la problemática de competencia”, explica Eduardo Pérez Motta, presidente de la CFC.

En el fondo, sin embargo, permea una sensación de que, con una Cofetel sin autonomía para ejercer control en caso de que se declare la presunta dominancia de Telmex (es algo que se busca modificar, pero el debate se ha estancado entre el Congreso, el gobierno y la industria), nada pasará y el déjà vu será inevitable. En la CFC creen que esta vez sí pasará. “No es una amenaza”, dice por su lado Pérez Motta. “Es una realidad que lo podemos hacer (declarar la presunta dominancia de Telmex y Telcel) debido a que es un procedimiento que prevé la Ley Federal de Competencia Económica”. El trasfondo es que la CFC se mueve en dos frentes: la posible declaración de dominancia y la regulación de convergencia. Si las empresas no aceptan abrirse a la convergencia, el castigo de la CFC podría ser un fallo de dominancia.   

Pero los expertos creen que será en vano. El fallo de la CFC se esfumaría con una Cofetel que debe tomar medidas pero no tiene alcance legal. “Sin una reforma constitucional sobre el papel de Cofetel, un fallo de dominancia no tendrá ningún sentido”, advierte Luis Roberto Martínez, experto en comunicaciones de PricewaterhouseCoopers.

Así que,  por ahora, a Gil Díaz no le queda más que pelear con las condiciones comerciales que prevalecen.

Los combates de Gil

Se dice que Movistar fichó a un fajador para enfrentarse a Carlos Slim. “Gil Díaz tiene el tamaño, la experiencia, el talento… y la agenda, es decir, las ganas de enfrentarse el hombre más rico del mundo”, asegura un alto directivo de  la industria que pidió el anonimato. Otros le reconocen profesionalismo y empuje que beneficiará a la industria.

Cuando Gil Díaz tomó su timón, Movistar saboreaba los primeros trimestres con números en negro y estaba por anunciar que sus inversiones por 8,000 millones de dólares en México le habían permitido alcanzar 10 millones de usuarios, casi 16% del mercado. A unos meses de haber asumido la presidencia de la subsidiaria (dejando a Miguel Menchén la dirección general), Gil Díaz habla como un veterano, recuerda que su otrora talón de Aquiles, el canal de distribución, es hoy parte del éxito de la empresa. “Funcionaba de forma mediocre, pero por ahora trabaja bien”, dice.

Otro factor que Menchén dejó a punto es el crecimiento del tráfico por parte de los usuarios. Un agresivo plan tarifario y promociones como llamadas gratis y ofertas de minutos ha permitido que el MUA (promedio de minutos mensuales por usuario) crezca a ojos vista. Las llamadas por la red de la empresa suben 2% semanal. “Lo que triplica el tráfico en un año”, comenta Gil Díaz.

Operaciones aparte, lo cierto es que sus contactos pueden operar a favor de un marco competitivo, por muy inducido que pueda resultar. “Yo creo que Telefónica lo puso (a Gil Díaz) no sólo por sus relaciones con funcionarios públicos, sino porque es un hombre muy dedicado”, opina Javier Tejado Dondé, experto en telecomunicaciones.

Como consecuencia, los ‘sambenitos’ llevan ya varias semanas colgando  del cuello del presidente de Movistar: que él está detrás de la iniciativa de diputados del PRI para cambiar la Ley de Inversión Extranjera Directa (IED), que tiene sus alfiles en la Cofetel y la CFC, que en Hacienda tiene derecho de picaporte con su ex pupilo, el secretario Agustín Carstens, o que en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes su agenda es prioridad, y que de ello toma nota el subsecretario de Comunicaciones, Rafael del Villar. Gil Díaz lo niega y hasta alega puntos en su contra esgrimidos por algunos de esos personajes. “Es gente independiente”, dice. “Que piense que debe haber un mercado competitivo y que ellos coincidan, no quiere decir que yo les dé órdenes. La persona que está en la presidencia de la CFC y los comisionados, ¡por el amor de Dios, tienen que ser pro-competencia, si no, qué hacen ahí!”

Línea fija

Amparado en que el título de concesión obliga a Movistar a desarrollar las telecomunicaciones, Francisco Gil Díaz se regodea hablando de su nueva iniciativa, un servicio de telefonía fija para casas o negocios pequeños. “Su costo de instalación es inferior (aproximadamente un tercio) a lo que cuesta echar andar un teléfono con Telmex”, dice. Con 829 pesos y sin costo de activación, el teléfono permite varios servicios digitales, y de esa manera la empresa quiere atrapar nuevos clientes. El servicio arrancará en Puebla y luego se extenderá a otras seis ciudades del país.

Y con casi 10.5 millones de usuarios en telefonía móvil a principios de julio, Gil Díaz señala que Movistar tiene un compromiso de inversiones de 400 MDD para captar unos 500,000 nuevos clientes al mes.

El gasto de la empresa se desvía en gran parte por otra de las perversiones del mercado mexicano: las tarifas de interconexión; es decir, los pagos que el operador de una red tiene que hacer para que las llamadas de sus clientes crucen las redes de sus competidores para llegar a su destino.

“No tenemos interconexión con Telcel”, alega Gil Díaz. “Tenemos que pasar a través de Telmex y pagar a un costo adicional”. Y afirma que otros operadores le cobran hasta la cuarta parte de lo que les cobra Telmex. En total, Movistar eroga unos 3 centavos por minuto de interconexión, en un promedio de 200 millones de minutos al mes.

La interconexión, un tema técnico basado en sistemas de cómputo, se debate en la industria desde hace más de una década. Tanto Telmex como Telcel declinaron comentar para este artículo. Arturo Elías Ayub, vocero de Telmex, ha dicho en distintos foros que el tema de la interconexión no ha enfrentado a la empresa con ninguno de sus competidores.

En la Cofetel, el comisionado José Luis Peralta lidera el debate para presentar un Plan Técnico Fundamental de Interconexión que permitirá a todos los proveedores (de telefonía, televisión, internet y cable) brindar cualquier servicio y que el cliente elija. El plan incluye un esquema tarifario en el cual Cofetel no tendría que mediar.

Con esos frentes de batalla, Gil Díaz sube a la tribuna pública. Según él, el viento sopla a su favor. “Hay una brisa fresca de competencia”, dice, y de sus ojos surgen nuevos destellos: “Ya lo veremos en tribunales. Dicen los abogados que nunca hay que mostrar las cartas (pero) una declaración de dominancia de mercado se puede volver a solicitar porque hay una nueva Ley de Competencia”.

A fin de cuentas, la decisión de la CFC será otro peón en las batallas comerciales entre las empresas. En cualquier caso, como lo deja ver Gil Díaz, tienen espíritu para combatir, y ésa podría ser una noticia alentadora para el consumidor mexicano.

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