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Industria del lujo revalora la artesanía

La tendencia de apreciar los productos de las culturas locales va en aumento entre los consumidores; las marcas globales comparten con las comunidades artesanales la raíz generacional de sus...
lun 19 abril 2010 06:00 AM
La demanda de los distribuidores favoreció a la compañía. (Foto: AP)
vuitton (Foto: AP)

La coincidencia no planeada en el concepto, y el "mood" de varias exposiciones y lanzamientos comerciales realizados durante el primer trimestre de este año, confirman la presencia en México de dos tendencias: la revaloración de la tradición artesanal en la industria del lujo y el interés creciente de los consumidores por sus mundos locales.

El dominio de un oficio transmitido y madurado de generación en generación es un tema que, paradójicamente, comparten las grandes marcas globales y muchas comunidades artesanales de nuestro país.

Eso explica por qué Louis Vuitton decidió celebrar sus primeros 20 años en nuestro país con la exposición Historias de tradición artesanal, en el Museo de Arte Popular , en la que sus baúles compartían espacio con piezas de factura local, como una hamaca de pita tejida por Fortuna Hernández Bazán en Chiapas.

Por los mismos días, Hermès decidió presentar su nueva fragancia, Voyage, en el taller de María y Jacinto Ángeles, en San Martín Tilcajete, Oaxaca, donde se producen tallas en madera de una sola pieza que se pintan con pigmentos naturales producidos por la misma comunidad; proceso que toma en promedio ocho meses de trabajo.

A la firma francesa le importaba enfatizar que no encontraba una diferencia fundamental entre el espíritu con que trabajan sus creadores y el que alienta a dicho taller oaxaqueño que tiene una lista de espera internacional para sus piezas.

Un proceso en cierto sentido inverso pudo apreciarse en la exposición temporal Yo siempre vivo, yo nunca muero, que estuvo montada en el Museo Franz Mayer. Ahí, 23 artistas relacionados con Oaxaca mostraban los nuevos caminos que puede recorrer la tradición textil de ese estado cuando interactúa con propuestas estéticas contemporáneas.

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Dos piezas llamaron la atención de manera especial: el gobelino en el que Lorenzo Justiniano Gutiérrez López, artesano de Teotitlán del Valle, recrea una obra de Francisco Toledo, y la tela intervenida por la artista italiana Ornella Ridone.

En el primer caso, destaca la doble maestría en el teñido de fibras y el manejo del telar, sin los que hubiera resultado imposible reproducir con tal precisión la amplia gama de grises, ocres y violetas del original. La pieza de Ridone, por su parte, demuestra la vitalidad que puede alcanzar una técnica tan despreciada como el bordado.

Que de la interacción entre estas tendencias podemos esperar buenos resultados quedó demostrado en la exposición 125 años del diseño en México, muestra curada por Ana Elena Mallet para la Fundación Cultural Banamex.

Las más de 450 piezas que estuvieron montadas en las salas del Palacio de Iturbide son evidencia de que talentos locales dialogando con tendencias globales pueden producir momentos tan logrados como los muebles que Clara Porset diseñó en los años cincuenta y hoy son objeto de colección.

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