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Entusiasmo entrampado y camino circular

Señor Q encuentra solución a los problemas que rodean la vida profesional; si él no tiene la respuesta, seguramente nadie la tendrá.
lun 27 octubre 2008 06:00 AM
El Señor Q piensa que si te pones lo suficientemente pesado y sonriente, en algún momento el jefe te hará caso. (Foto: Archivo)
Proactivo (Foto: Archivo)

ESTIMADO SEÑOR Q: Mi jefe en la oficina siempre es muy insistente en que seamos proactivos, que tengamos ideas propias, que le propongamos proyectos.

Pero cada vez que llevo propuestas las rechaza; dice que otra gente ya ha intentado algo similar y que no vale la pena volver a hacerlo, o que el proyecto llevará mucho tiempo y que por eso tampoco valdrá la pena el esfuerzo.

¿Cómo hago para salir de esta trampa? Me considero una persona con espíritu emprendedor, que algún día le gustaría tener una empresa propia. (Por ahora no es el momento, no están dadas las condiciones para dar el salto.) ¿Hay alguna manera de que esta compañía algún día valore mi iniciativa?

Proactivísimo.

Querido Proactivísimo: Tu jefe está aburrido: las razones que te da para frenar tus proyectos son tan viejas que se han transformado en un cliché de la literatura de negocios.

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Si algún día ves que tartamudea o se queda sin habla, aquí van algunas otras razones que puedes sugerirle: "ya está hecho", "gente más inteligente que tú ha decidido no hacerlo", "cuesta demasiado dinero", "es imposible de lograr, es poco realista", "vas a ser el hazmerreír de todos", "aunque estés en lo cierto, no sabrás manejar el éxito".

Siempre hay razones para no hacer las cosas: pero sólo haciéndolas, o intentándolo, uno sabrá cuán acertado estaba.

No escuches a tu jefe: abrúmalo. No hay nada más contagioso que el entusiasmo. Si te pones lo suficientemente pesado y sonriente, en algún momento te hará caso.

Al Señor Q, de todas maneras, le preocupa el tono de tu frase entre paréntesis: los motivos que das para quedarte en tu empresa y no iniciar ya, ahora, tu propio proyecto suenan iguales a las excusas de tu jefe. "No están dadas las condiciones" es el cliché mayor de la historia de los eufemismos cobardes.

Alentadoramente, Q

ESTIMADO SEÑOR Q: Trabajé dos años y medio en una reconocida empresa financiera nacional, como analista de proyectos. Decidí dejar el empleo, principalmente porque me sentía desmotivado por la certeza de que, hiciera lo que hiciera, nunca llegaría al área que en realidad deseo. Mi especialización, que me apasiona y encanta, es en mercadotecnia, pero las oportunidades allí resultan escasas.

Al salir, encontré barreras y puertas cerradas: asistí a por lo menos 50 entrevistas para puestos de mercadotecnia; avanzaba bien y rápido, llegaba a las etapas finales del proceso de selección, pero después no pasaba nada en ningún empleo.

Fui a Unilever, Lala, Micronext, Visual Presence, Wal-Mart y todo tipo de agencias. Finalmente conseguí un empleo, de nuevo como analista de proyectos, en una agencia de investigación reconocida mundialmente; pero el trabajo, después de dos meses, me ha devuelto a donde estaba hace medio año.

Mi situación económica no me deja abandonar este empleo para seguir en la búsqueda de un puesto en mercadotecnia, y cada vez pasa más tiempo desde mi última experiencia importante, pero tampoco quiero conformarme.

La situación me tiene tenso y distraído. Sé que tengo la capacidad, los conocimientos, el empuje y la experiencia, pero no sé si volver a la búsqueda.

El buscador.

Querido Buscador: Tómate unas vacaciones. De la búsqueda, no de tu trabajo. Tu trabajo cuídalo y dedícale tus mejores esfuerzos. No es lo que te apasiona, claro, pero es lo que tienes.

El Señor Q cree que, ahora que has conseguido un empleo y tu supervivencia no corre peligro, es un buen momento para que dejes de pensar en la mercadotecnia y refresques tu cabeza. Dedícate unos meses a ti mismo. Piensa en otras cosas, practica deportes, visita a tus amigos, haz regalos a tu familia, lee libros: sé feliz.

Cuando seas feliz, vuelve a intentar suerte en el mercado de entrevistas: a los candidatos felices y seguros de sí mismos que exudan comodidad con quienes son y con quienes tienen alrededor les va mejor que a los candidatos infelices y obsesionados por entrar en la carrera.

El sistema, si es que existe, tiene una extraña paradoja: cuanto menos caso le haces, mejor te trata.

Antisistema, Q
 
¿Alguna pregunta? Escribe a: senorq@expansion.com.mx

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